El futuro del oso en el Pirineo requiere doblar su población hasta los 40 ejemplares

EP
Actualizado: sábado, 8 mayo 2010 14:35

La variante autóctona se extinguirá cuando mueran los dos últimos machos

BARCELONA, 8 May. (EUROPA PRESS) -

Los escasos 20 ejemplares de oso pardo que sobreviven en el Pirineo no son suficientes para garantizar la viabilidad futura de la especie, que precisa para ello aumentar su población hasta "más allá" de los 40 animales.

Así queda reflejado en 'El oso pardo en los Pirineos', una extensa obra monográfica sobre el plantígrado de Migel Mari Elosegi, a la que ha tenido acceso Europa Press, en la que se aborda la historia de un animal "erradicado deliberadamente" de la cordillera por el uso de armas de fuego, veneno, la captura de sus crías y la destrucción del hábitat en los últimos siglos.

De hecho, la variabilidad genética se encuentra muy limitada en los tres focos donde sobrevive el oso --gracias a la reintroducción de ocho ejemplares de Eslovenia liberados en 1996, 1997 y 2006--, lo que repercute en la dificultad para garantizar su supervivencia futura.

A pesar de que el oso pardo fue declarado especie protegida en Francia a partir de 1972, y en España a partir de 1973, la continuación de la caza furtiva y el sentimiento de odio arraigado en la cultura rural acabaron por situar la especie al borde la extinción. Por ello, Elosegi afirma en su libro que "de momento no se ha logrado establecer una población mínima viable".

Tan solo dos machos de oso pardo autóctono del Pirineo sobreviven en la actualidad, lo que permite asegurar que la especie desaparecerá con ellos. La última hembra, Cannelle, murió en 2004 a consecuencia de los disparos de un cazador, dejando como prole un osezno, hijo del cruce con otro macho esloveno.

La obra de Elosegi, patrocinada por la Obra Social de Caixa Catalunya y el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), ahonda en la historia de una población que llegó a habitar la práctica totalidad de la Península Ibérica, y que en la actualidad, además del Pirineo, cuenta con unos 120 ejemplares en la Cordillera Cantábrica --cuya viabilidad parece más probable gracias a los proyectos de conservación llevados a cabo--.

Los 20 osos que viven en el Pirineo lo hacen "acantonados en los rincones más inhóspitos" de las montañas, divididos en tres focos distintos. Cuatro lo hacen en la zona occidental --entre Navarra, Aragón y la respectiva zona francesa--, entre once y catorce en la zona central --en la Val d'Aran y Francia-- y dos más en la zona oriental de Andorra y las comarcas galas.

EL EXTERMINIO HUMANO

El autor calcula que, en base a los registros de las primas que se pagaron entre 1520 y 1964 para los cazadores de osos, cerca de 3.000 plantígrados fueron abatidos en la zona francesa del Pirineo en poco más de tres siglos.

La progresiva humanización de los valles y la extensión de las armas de fuego contribuyeron al declive exponencial de una especie que quedó relegada a sectores aislados, como sucedió entre las colonias de la Cordillera Cantábrica y los Pirineos a partir del siglo XVIII.

Elosegui, que condiciona el futuro de la especie a una mayor pedagogía, destaca el papel del oso en la dispersión de semillas a través de sus excrementos, el mantenimiento de los ecosistemas, o en su profundo arraigo en las tradiciones culturales. "No hemos sido capaces de superar el conflicto de intereses entre esta especie y los humanos", lamenta.

El odio hacia el oso se fundamenta en sus ataques a ganado y colmenas, aunque en realidad no es un animal tan dañino como el lobo, y únicamente entre el 6 y el 8% de su dieta está compuesta por carne de animales domésticos.

Entre 1996 y 2008, en Catalunya se produjeron 208 ataques a ovejas por parte de osos, unos 16 al año. La indemnización a los pastores por estos ataques supuso para las administraciones unos 5.600 euros al año. El pago por cabezas de ganado desaparecidas, vigente en la Val d'Aran hasta 2006, representó por su parte un gasto de 150.000 euros.