MADRID, 25 May. (CHANCE) -
Madrid y Barcelona están de enhorabuena. Estos días, las dos ciudades españolas han recibido a grandes iconos de la música internacional para deleite de todos sus fans.
El primero fue Bruce Springsteen en el estadio Santiago Bernabéu. El Boss demostró porqué es uno de los artistas norteamericanos más queridos fuera de su país. Bruce llevó hasta el éxtasis a todos sus fans que disfrutaron como nadie de sus más de dos horas de espectáculo donde la música fue la única protagonista.
Pero además de cumplir con sus compromisos profesionales, Bruce demostró que es un artista fuera de los escenarios. Y es que pudimos verle este pasado fin de semana en la hípica, disfrutando junto a su mujer del 106 Concurso de Saltos Internacional en el Club de Campo Villa de la capital donde participaba su hija Jessica.
El norteamericano saludó respetuosa y cariñosamente a la prensa que se encontraba allí y no dudó en atender a los curiosos y fans que se acercaban a saludarle. Además, durante estos días ha aprovechado para hacer un poco de turismo por la ciudad, llegando incluso a hacerse fotos con los reporteros gráficos. Una actitud que no pudimos ver en Adele.
La cantante mejor pagada de la industria musical parece no tener la misma atención con los medios. Con el dedo al aire pudimos verla al salir de una tienda en Barcelona, algo que puede llegar a entenderse al ir acompañada de su hijo pequeño; pero lo que no se comprende es el veto a las fotos y a los vídeos cuando abandonaba su hotel para dirigirse al Palau Sant Jordi.
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Una polémica que no termina ahí. Hace unos días el restaurante Mont Bar publicaba una fotografía de la cantante en su local, algo que provocó la reacción inmediata de su equipo para pedir que la retirasen de su cuenta de Instagram. Eso sí, como podemos leer en Los 40 Principales, la acción les vino bien pues otra estrella se dejó caer por el lugar, pero esta vez con foto permitida.
Dos formas de llevar la fama y la relación con los medios, en la que Adele escogió la cruz y Bruce la cara. Aún así, la artista se subió al escenario y olvidó los malos modos para entregarse de una forma incondicional a su público. Mañana llega Coldplay a la ciudad condal con dos conciertos que prometen ser apoteósicos... ¿cómo se comportarán ellos? Pronto lo sabremos.
