MADRID, 15 Mar. (CHANCE) -
La muerte prematura e inesperada de Alexander McQueen fue un mazazo para el mundo de la moda, que perdía a unos de sus genios con solo 40 años. Diseñador jefe de Givenchy sin haber cumplido los 30 años, el sexto hijo de un taxista del East End ganó en cuatro ocasiones los premios de la Moda Británica y logró fundar y llevar a lo más alto su propia marca.
Maestro en el corte y poseedor de una creatividad rompedora, McQueen se suicidó el 11 de febrero de 2010 en su domicilio londinense, 10 días después de la muerte de su madre. Una ausencia que le sumió en una profunda depresión. Cinco años después, sus creaciones siguen de tan actualidad como entonces y la compañía pisando fuerte en la competitiva industria de la mano de Sarah Burton.
Su ciudad le rinde homenaje desde el pasado viernes 14 de marzo en el museo Victoria & Alberto con una exposición, Savage Beauty, que reúne 240 de sus piezas. Nunca la moda había ocupado tanto espacio en la histórica galería, diez salas para repasar la trayectoria de McQueen desde que empezó en la sastrería de Savile Row hasta su trágico adiós.
Y como en su despedida en la Catedral de San Pablo, donde supermodelos compartieron bancos con actrices, personajes del arte o la aristocracia, la inauguración, un día antes de abrirse sus puertas al público, reunió a aquellos que presumieron de tenerle entre sus amigos. Naomi Campbell, Kate Moss y su marido Jamie Hince, Cressida Bonas, la princesa Beatriz de York, FKA Twigs, novia de Robert Pattinson, Salma Hayek y su marido, Françoise-Henri Pinault, Erin O'Connor y Mary McCartney fueron algunos de los que no quisieron perder el evento y su posterior fiesta.
Gran parte de la atención de los focos fue para David y Victoria Beckham. Aunque la polifacética diseñadora acertó de pleno con un vestido negro, palabra de honor con calados, una de las tendencias de esta temporada, desatinó por completo con el maquillaje. Las sombras y el perfilado de ojos, junto al maquillaje de labios, le daban un aspecto tétrico e, incluso, podríamos calificar de enfermizo. ¿Habrá sufrido el maquillador de Vicky el mismo lapsus que el de Uma Thurman?
