Crítica | Zootróplis: Así son las fábulas del siglo XXI

Zootrópolis
DISNEY
Actualizado: lunes, 23 enero 2017 10:27

MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -

   ¿Y si todas las especies, presas y depredadores fueran capaces de convivir en paz y armonía en un mismo lugar? La utopía animal se hace película en Zootrópolis, el nuevo largometraje de Walt Disney Animation Studios. Una aventura que derrocha imaginación, humor y corazón, y que, como toda fábula que se precie, deja una gran moraleja: lucha por tus sueños sin dejarte encasillar y sin dejar que te limiten los prejuicios.

   La pequeña pero valiente conejita Judy Hops es la protagonista de esta historia ambientada casi en su totalidad en esa ciudad maravilla que es Zootrópolis. Una urbe en la que hay espacio para todo... y para todos: comadrejas floristas, gacelas estrellas del pop, funcionarios perezosos (Flash se merece sin duda su propio spin-off), osos sicarios y roedores mafiosos.

   Pero para lo que no estaban preparados muchos en Zootrópolis es para la primera conejo policía. Y esa no es otra que Judy, nuestra Judy, que deberá trabajar duro para demostrar su valía a sus colosales y desconfiados compañeros del cuerpo.

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   Ansiosa por probar sus capacidades, Judy no duda en desoír las órdenes de sus superiores y seguir la pista de las misteriosas desapariciones que están ocurriendo en la ciudad durante las últimas semanas. Sus pesquisas la llevarán hasta Nick, un zorro charlatán y estafador. Y aunque Judy es consciente de que conejos y zorros no son precisamente aliados naturales, no duda en acudir a él porque... ni todos los conejos son presa fácil ni todos los zorros traicioneros.

   Y mientras Judy y Nick, esa extraña pareja, resuelven el misterio de las desapariciones en Zootrópolis, la factoría Disney nos regala una entretenidísima historia que dista mucho de ser otra ñoña película de animalitos. Un derroche de imaginación visual, con un acertadísimo diseño de personajes y un guión bastante convencional en su desarrollo pero muy eficaz que adornado con ingeniosos golpes de humor y varios guiños a títulos icónicos de la pequeña y gran pantalla como El Padrino o Breaking Bad funciona mejor que bien. Un vehículo ideal para que la moraleja cale mientras durante más de hora y media nuestros labios no dejan de dibujar una sonrisa que no pocas veces deviene en carcajada.

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    Y es que, entre las variopintas calles de Zootrópolis se esconde un poderoso mensaje contra la estigmatización, el racismo y la criminalización de colectivos que se antoja más necesario que nunca en estos años de terror globalizado que nos ha tocado vivir. Esa es una de las grandes moralejas que nos regala esta genial fábula del siglo XXI. La otra es que todos podemos ser lo que queramos ser. Y Zootrópolis eligó ser una gran película.

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