Crítica de La gran estafa americana: El timo de David O. Russell

 La Gran Estafa Americana (American Hustle)
La Gran Estafa Americana (American Hustle) - TRIPICTURES
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Actualizado: viernes, 31 enero 2014 13:33

MADRID, 31 Ene. (EUROPA PRESS - Israel Arias)

   Llega a los cines La gran estafa americana (American Hustle), la nueva y ya muy laureada cinta de David O. Russell. Un ruidoso despliegue de dantescos estilismos, peinados imposibles y escotes interminables tras el que se esconden unas excelentes interpretaciones y una historia decepcionante que hace honor a su título.

   Intrascendente, superficial, irregular... son algunos de los calificativos que le van como un guante a la nueva criatura de Russell, un cineasta cuyas últimas películas sufren un paradójico fenómeno: a medida que aumenta su cosecha de nominaciones a los Oscar, se van haciendo más prescindibles y vacías.

   Siete nominaciones consiguió en 2010 con la notable The Fighter y ocho se llevó el pasado año con la resultona y eficaz El lado bueno de las cosas. La decena amasada esta edición por La gran estafa americana -que incluye candidaturas a mejor película y mejor director- presume un nivel que no alcanza el que sin duda es el título más flojo de su "multinominada" trinidad cinematográfica.

   Su deslavazada trama y ritmo desigual hacen que, lejos aún de ser una mala película, La gran estafa americana deje una sensación de insatisfacción ante lo que pudo ser y no lo fue.

ESTAFADOS POR LA ESTAFA

   Este gran director de actores que es Russell lo fía todo a un elenco en estado de gracia convirtiendo una trama que sobre el papel aparentaba ser más que resultona en un mero accesorio. La estafa sí es americana... pero no es grande. No es más que el descuidado y bacheado carril por el cual caminan los esperpénticos y a ratos geniales personajes que encarnan Christian Bale, Amy Adams, Bradley Cooper, Jennifer Lawrence y Jeremy Renner. Enormes todos ellos.

   El espectacular trabajo del elenco, sus cuitas sentimentales, sus cara a cara y las pequeñas trampas que se van tendiendo unos a otros, resulta mucho más magnético y atractivo que esa desdibujada y diluida macroperación contra la corrupción y la mafia que -suponemos- se está llevando a cabo.

   Un producto correcto y rápidamente olvidable si no fuera por sus personajes, sus rutilantes estilismos y una contagiosa banda sonora compuesta por antológicos himnos setenteros. Fogonazos interpretativos y temazos chispeantes que no consiguen aderezar lo suficiente el gran (de casi 140 minutos, exactamente) timo del trilero David O. Russell.

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