Crítica | La llegada: Sobran las palabras

Amy Adams en Arrival (La llegada)
SONY
Actualizado: jueves, 22 diciembre 2016 14:05

MADRID, 18 Nov. (EUROPA PRESS - Israel Arias) -

Cuando los extraterrestres lleguen a nuestro mundo, si es que lo hacen, el primer reto no solo será comunicarse con ellos, sino además ponernos de acuerdo en cómo hacerlo. Este es, a grandes y torpes rasgos el punto de partida de La llegada (Arrival), la nueva e imprescindible película dirigida por Denis Villeneuve protagonizada por una siempre cumplidora, y en este caso sobresaliente, Amy Adams.

En su primera incursión en la ciencia ficción, género en el que por suerte para el buen nombre de Blade Runner, su lenguaje cinematográfico encaja a la perfección, este 'hacedor de atmósferas' director de cintas tan notables como Prisioneros, Sicario, Incendies o la laberíntica Enemy opta, también en perfecta consonancia con su trayectoria, por armar una cinta sobria y contenida de corte intimista y ánimo filosófico.

Basada en el premiado relato de Ted Chiang -de título demasiado revelador como para ser reproducido en estas líneas- La llegada hace bajar a los alienígenas del cielo en doce mastodónticas, austeras y monolíticas naves y después les relega a un papel instrumental, empleando el hito que supone su presencia para escarbar en la psique terrícola, en el alma del colectivo y del individuo.

Y es que una de las dos grandes virtudes de esa enorme película que es La llegada, más allá de su singular propuesta conceptual, su brillante ejecución y su valiente resolución, es su capacidad para generar en nosotros, ingenuos terrícolas, un halo de veracidad que nos hace creer casi a pies juntillas que si habitantes de otros planetas llegaran a la Tierra lo que ocurriría no distaría mucho de lo que se muestra en pantalla. Esa es la clave para que las arriesgadas y, sí, por qué no decirlo, pretenciosas reflexiones que Villeneuve pone encima de la mesa vayan calando como lluvia fina en la mañana de un día gris.

Evidente. Es mucho más difícil invitar a filosofar sobre conceptos tan densos como la pérdida, la incomunicación, el tiempo y su percepción, el amor, la arquitectura cerebral o el sentido de la vida mientras se ve, por ejemplo, Campo de batalla la Tierra que cuando se está ante Encuentros en la tercera Fase, Contact o Interstellar.

La otra gran virtud tiene nombre y apellido: Amy Adams. No hay que decir más.