El Instituto Castellanoleonés de la Lengua edita un facsimil del Sinodal de Aguilafuente que se presenta hoy

Actualizado: sábado, 9 agosto 2003 11:28


VALLADOLID, 9 Ago. (EUROPA PRESS) -

La Iglesia de Santa María de Aguilafuente (Segovia), lugar en el

que se celebró el Sínodo en el año 1472, acoge hoy la presentación

del libro conocido como el "Sinodal de Aguilafuente", considerado el

primer libro impreso en España.

La edición facsímil del "Sinodal de Aguilafuente" ha sido

publicada por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, con el

patrocinio de la Diputación de Segovia, después de haber permanecido

guardado en la catedral segoviana durante años, coincidiendo con la

celebración este año de la exposición "Las Edades del Hombre".

En esta oportunidad el acto de presentación ha sido promovido por

el ayuntamiento y la iglesia de esta localidad segoviana que han

querido llevar el libro a su lugar de origen, dado que Aguilafuente y

específicamente la Iglesia de Santa María fue el lugar elegido para

la celebración del Sínodo, auspiciado por el obispo Juan Arias

Dávila.

Está previsto que en el acto intervengan el director del Instituto

Castellano y Leonés de la Lengua, Gonzalo Santonja, el autor del

estudio sobre el libro, Fermín de los Reyes, el catedrático de Moral

de la Universidad Pontificia de Salamanca Ángel Galindo y el cronista

de la villa de Aguilafuente, Juan Jesús Díez.

La obra consta de 48 hojas impresas con un tipo romano y no tienen

colofón, si bien fue terminada por el tipógrafo alemán Juan Parix de

Heidelberg, impresor alemán que llegó a Segovia desde Roma, invitado

por el obispo reformador Juan Arias Dávila. Este humanista quiso

completar la actividad universitaria desempeñada por el Estudio de

Gramática, Lógica y Filosofía Moral, establecido en Segovia, con la

introducción de la imprenta, que supuso un gran adelanto en la

comunicación escrita.

La historia del "Sinodal" es la historia de la Iglesia Española de

la Baja Edad Media. Juan Arias Dávila, obispo de Segovia entre 1461 y

1497, convocó un sínodo de carácter reformista, para encauzar,

robustecer y reformar las costumbres de los clérigos, protagonistas a

veces de un espectáculo mundano, chusco y hasta procaz, que casaba

mal con la espiritualidad de la Iglesia Católica. La suntuosidad de

sus formas, su innegable manejo de la liturgia, necesitaban

reafirmarse.

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(EUROPA PRESS)

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