Luis Mateo Díez: "No me gustaría percibir dinero porque alguien leyera un libro mío en la biblioteca"

Luis Mateo Díez
EUROPA PRESS
Actualizado: sábado, 4 julio 2015 20:49

MADRID, 17 Sep. (EUROPA PRESS) -

"No me gustaría percibir dinero porque alguien leyera un libro mío en la biblioteca, es un lugar sagrado", ha manifestado este miércoles el escritor y académico Luis Mateo Díez, con motivo de la publicación de su nueva novela, 'La soledad de los perdidos' (Alfaguara).

El autor de relatos como 'La fuente de la edad' (1986), 'La ruina del cielo' (2000) o 'La cabeza en llamas' (2012) defiende que los creadores tienen derecho a ser respetados, pero afirma ser una persona "comprometida con el mundo bibliotecario" y admite que la tasa que las bibliotecas deben pagar en concepto de derechos de autor por el préstamo de libros repercutirá finalmente en el usuario, tal y como ha indicado durante una entrevista concedida a Europa Press.

El escritor publica este miércoles 'La soledad de los perdidos', en la que aborda la vida de Ambrosio Leda, un maestro que lleva tres lustros escondido debido a la aparición de su nombre en un Expediente de Depuración, un proceso llevado a cabo en la posguerra española con el que se trató de cambiar la docencia que se había ejercido durante la República.

Luis Mateo Díez siempre ha sentido una conexión cercana con sus personajes. En esta ocasión, a pesar de desarrollar una historia ubicada en una "atmósfera y tiempo lejanos de la realidad", cuenta que una vez puso en marcha el "artilugio" de su novela no pudo impedir que Ambrosio Leda, protagonista de este relato, se nutriera de sus emociones y de su "día a día".

Por ello, el tiempo de "posguerra", del que no aporta demasiados datos políticos e históricos y en el que se ambienta 'La soledad de los perdidos', es un "símbolo" con varios "elementos fantasmales" con el que sumerge al lector en una actualidad "llena de desconciertos, desanimada, en la que uno parece que camina con pasos que se van a hundir, y no se sabe hasta dónde".

Elementos como la "soledad, el "extravío" y los "sentimientos de orfandad" en los que vive el ciudadano "hoy en día", en los que "todo parece mentira y lleno de miseria", le llevaron a construir esta fábula que describe como una "historia nocturna y llena de niebla, donde un personaje furtivo que intentó cambiar su identidad vive en la desolación de ese mundo".

Luis Mateo Díez cree que "las posguerras encierran el secreto de sumario y se llenan de remordimientos y malestares y de culpas no asumidas", algo que afirma vivir en el mundo de hoy.

Si Ambrosio Leda viviera en la actualidad, el autor de esta novela cree que sería un "sonámbulo entre sonámbulos", que padecería "la orfandad y el desarraigo, la desilusión y algo de su interior lo conduciría al delirio".

NACIONALISMOS, "DELIRIO"

En esta novela, Luis Mateo Díez presenta a un personaje --"a través de sensaciones más que reflexiones"-- que percibe que ha llegado a su presente "a través de un agujero de Europa". "Hay que hacer un camino de regreso a cosas sustanciales, no sirve con superar la crisis que nos ha caído encima", opina en autor.

A su juicio, el siglo XXI está llenó de "inventos de comunicación", aunque también "contrapunteado en la cercanía por una caída de casi todo en lo que se creía y en la inmediatez con todas las destrucciones de las guerras, los odios tribales, los enfrentamientos y las identidades contrapuestas". "Somos unos auténticos perdedores y desgraciados que no sabemos donde agarrarnos", afirma.

En este sentido, y en referencia a los nacionalismos, el escritor afirma que entiende "mal" que haya problemas de identidad hoy en día y afirma que se trata de "una de las contradicciones más retardatarias" que se pueden vivir en el mundo desde la perspectiva de una conciencia europea.

"No creo que contribuyan a la felicidad de la gente, puede contribuir a la exaltación individual. Creí que esto estaba superado totalmente. Si se indaga sobre los orígenes del romanticismo uno se da cuenta de que todo eso pertenece a una especie de delirio y de simbología imaginativa, y eso es mal sustento para la realidad", ha afirmado.