William Ospina, autor de 'El año del verano que nunca llegó': "La decisión de escribir nace de una obsesión"

William Ospina, autor de 'El año del verano que nunca llegó'
PENGUIN RANDOM HOUSE
Actualizado: miércoles, 10 junio 2015 12:33

MADRID, 10 Jun. (EUROPA PRESS) -

El colombiano William Ospina acaba de publicar 'El año del verano que nunca llegó' (Literatura Random House), una novela ambientada en el encuentro que mantuvieron Lord Byron, Mary Shelley, John Polidori y el poeta Percy Bysshe Shelley, entre otros, en la mansión de Villa Diodati -en los márgenes del Lago de Ginebra- en 1816. Este tema siempre ha fascinado al autor, para quien "la decisión de escribir un libro nace de una obsesión".

"El romanticismo es siempre un movimiento apasionante, un tema muy vivo para los escritores contemporáneos", detalla Ospina en una entrevista a Europa Press, al tiempo que recuerda que "buena parte" de lo que actualmente se vive en términos literarios y estéticos "tiene una deuda muy grande con el romanticismo o es una prolongación del movimiento".

De ahí "la decisión consciente" de abordar esta temática que dio fruto al ensayo 'Es tarde para el hombre' aunque, a su juicio, "la decisión de escribir un libro no nace de una reflexión consciente sino que nace de una obsesión, de algo más oscuro que uno no se explica por qué lo hace sino que lo obedece".

Por ello, preguntado sobre el cambio de temática que supone su nueva novela, alejada de la trilogía sobre la conquista del Amazonas en el siglo XVI --compuesta por 'Ursúa', 'El país de la canela' y 'La serpiente sin ojos'-- Ospina defiende que, en su caso, es "el regreso a algunos temas que siempre" le han interesado.

"Byron, la era romántica... Ya escribí sobre esto antes de empezar mis novelas de modo que me siento bien volviendo a estos temas queridos y siento que hay una continuidad en la búsqueda puramente literaria y estética. Hay un esfuerzo por continuar otros tonos, otros ritmos, con una voz distinta", precisa.

En cualquier caso, añade que su "principal interés" no era hacer "algo distinto, sino vivir personalmente esta historia" y responderse a sí mismo "por qué" le obsesionaba tanto. "Y más a medida que descubría lo que se había escrito en torno a este episodio y cuánto ha generado esta historia", explica, en una "búsqueda personal" que "era distinta" y en la que tenía "que ser fiel a ella".

Así, fue descubriendo "un tejido de historia y personajes llenos de matices y aristas" por lo que ve "justificada" su obsesión por estos temas. "Es licito sumarse a esta muchedumbre que estaba rastreando la historia, sobre todo porque cada vez que leía algo, veía que no era eso lo que quería contar", indica.

En cualquier caso, el autor señala que "no quería inventar nada porque lo que había que inventar ya lo inventaron los románticos, que era básicamente la historia de Frankenstein y la del vampiro, seres reales que han escapado de su condición de personajes literarios y se han convertido en sombras que acechan detrás de las puertas y en los sótanos, a todo el mundo, en todas partes".

"No son criaturas de la imaginación sino miedos vivientes que andan por ahí", apostilla Ospina, para quien "lo importante era contar cosas que ocurrieron y atar cabos". Así, describe su nueva obra "no como una novela de invención sino de descifrar enigmas, cosas secretas y armar un rompecabezas en el que los monstruos son pequeñas piezas porque el cuadro incluye volcanes, poetas o enciclopedias".

Por ello, optó por contar "el conjunto de la historia y no detenerse en uno de los personajes o episodios", una investigación en la que no sólo aparecen personajes históricos sino también personas y amigos que le ayudaron a buscar en un proceso en que reconoce que disfrutó "mucho". "Es más una búsqueda que una declaración, en la que no dejé de vivir asombros y sorpresas que aún sigo viviendo", avanza.

En este punto, indica que intercambia "impresiones" con lectores y amigos, por ejemplo, con una amiga española que vivió en Ginebra y que tiene revelaciones sobre un personaje de los que menos cosas descubrió. "Es grato ver que el libro sigue vivo aunque esté cerrado y que el diálogo con los lectores forma parte de otro momento del libro", asevera.

En cualquier caso, descarta una segunda parte "no porque no haya nada que contar sino porque hay obsesiones de las que uno quiera deshacerse y avanzar en otra dirección". "Pero vamos a ver qué fuerza tiene y si consigue perseguirme", bromea.

"JUGAR A DISOLVER FRONTERAS ENTRE LOS GENEROS"

Por otro lado, en cuanto al origen de 'El año del verano que nunca llegó', el autor revela que "la novela fue naciendo al ritmo de los viajes" ya que se le ocurrió en Buenos Aires y vivió en Ginebra, Roma, Londres, París, Bogotá, Egipto... "Por todas partes iba encontrando pedazos del monstruo y mi aventura literaria se parecía a la de Frankenstein, armando con fragmentos un ser y tratando de darle vida en el lenguaje", asegura.

Con una dilatada experiencia literaria, sobre todo en ensayo y poesía, Ospina afirma haber descubierto que la novela "brinda el placer de que uno puede hacer coexistir en ella a todos los géneros". "La novela es hoy lo suficientemente hospitalaria y abierta para recibir en equilibrio a los distintos géneros y dejarlos convivir sin conflicto", precisa.

El autor reconoce que "prefiere jugar a disolver fronteras entre los géneros y no persistir en la idea de que los géneros son lenguajes cerrados" pues, como subraya, "la literatura contemporánea admite muchos juegos y un libro está más vivo en sus distintos mensajes".

Ospina, que abandonó la carrera de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Santiago de Cali para dedicarse al periodismo y a la literatura, añade que "el periodismo sí que ha tenido aventuras literarias en los últimos tiempos" por lo que la relación entre ambos géneros es muy cercana.

En cualquier caso, cree que "no se han acotado las posibilidades de hacer literatura a partir de la pura actualidad" pues, "en el fondo, toda gran literatura fue a menudo un diálogo con hechos actuales para tratar de arrebatarlos a la ligereza de la novedad y darles un contenido más duradero".