Quique González desempolva canciones en Galileo, su segunda casa

Quique González en Galileo
Foto: EUROPA PRESS
Actualizado: viernes, 29 mayo 2015 13:01

MADRID, 29 May. (EUROPA PRESS - Daniel Calvo) -

   Como en el salón de su casa. Así se presento Quique González en el escenario de la sala Galileo. Una chimenea, tres guitarras, una silla de madera y un piano conformaban su banda, todos los ingredientes para reproducir el calor del hogar, un hogar que es Galileo, donde el madrileño ha tocado tantas y tantas noches. Así llegaba a Madrid con su gira 'Carta Blanca', un formato íntimo donde el público se siente libre y parte del espectáculo.

   Sin preámbulos, al abrigo de su chimenea comenzó pescando en 'Daiquiri blues', su primera creación cocinada en Nashville, concretamente con 'Anoche estuvo aquí'. Ésta fue elección de Quique González, la segunda 'Pájaros mojados', ya fue una petición expresa del público.

   Y es que ésta es la magia de la gira, un menú a la carta cada noche confeccionado por los que pagan una entrada para verlo. La primera parte fue un toma y daca entre artista y público, una tu y otra yo. Como Dylan, armónica en mano, siguió con 'Clase media', un tema grabado en medio de la gira de presentación de "Delantera mítica".

   La segunda elección del público fue 'Pequeño rock and roll', donde empezaron los coros, una canción que Quique hizo mucho más melancólica al piano. Sin ningún inciso, siguió con 'Avería y redención', un disco al que el cantante hace un especial homenaje en esta gira, ya que en sus palabras lo consideró en su momento un trabajo experimental que no volvió a desempolvar en ningún directo.

   Una chica gritó 'La fábrica' y sonó al instante su último disco. Seguida por 'Doble fila' a la que precedió 'El día de Año Nuevo' -la cara B del vinilo de 'Clase Media'-, 'Avión en Tierra' y 'Rompeolas', que esta noche parecía estar escrita para la ocasión.

   Continuó con un clásico como 'Y los conserjes de la noche' al que siguió minutos más tarde el tema que compuso para el fallecido Enrique Urquijo basado en un poema homónimo de Luis García Montero, 'Aunque tú no lo sepas'.

   El único problema hasta el momento, era el mar de gritos al unísono del público, entre el cual Quique no era capaz de discernir ninguna petición. Por lo demás el madrileño se encontraba literalmente como en el salón de su casa.

  'Días de feria', 'Polvo en el aire' o 'Salitre' no podían faltar en este primer acto de cerca de hora y media, que cerró 'Ayer quemé mi casa', con su pequeño homenaje a los discos de Bob Dylan.

   Volvió al escenario un Quique González visiblemente emocionado recordando a su padre recientemente fallecido, el cual tenía un cariño especial a la sala Galileo. No dudó en dedicarle 'Su día libre'.

   El éxtasis llegó con 'La luna debajo del brazo' para después declararse fan absoluto de los Golden State Warriors de Stephen Curry y la NBA y aprovechar para interpretar 'Dallas-Memphis' antes de volver a abandonar el escenario.

   Reapareció en ese improvisado salón para interpretar al piano 'Backliners', a la que siguió 'Calles de Madrid'. Sabía que jugaba en casa y no se la podía dejar en el tintero. La noche llegaba a su fin, se palpaba en el ambiente.

   Entonces el cantante se colgó su guitarra acústica y se acercó al público, desprovisto de micros y amplificadores, para acercar 'Vidas cruzadas' a un público que andaba mordiéndose la lengua para no cantarla y poder escuchar la voz del artista. Un broche de oro para una noche redonda de conexión total con el público.

  "Son diecisiete los pasos que separan el camerino del escenario", dijo al comienzo del show el madrileño. Y es que jugaba como local en un césped que había pisado tantas y tantas veces, y eso se notó en cada acorde, en cada respiración acompañada de un respetuoso silencio. Una noche mágica que confirma a Quique González que volver a tocar en Galileo, es volver a tocar en el salón de casa.