Marcus Cooper: "Desde que crucé la meta no he dejado de remar"

Marcus Cooper y Ruth Beitia en el Oktoberfest
PAULANER MADRID OKTOBERFEST
Actualizado: viernes, 23 septiembre 2016 13:59

MADRID, 23 Sep. (EUROPA PRESS) -

El palista español Marcus Cooper Walz disfruta el "cambio radical" en su vida desde que hace algo más de un mes se proclamara campeón olímpico de K1 1.000 metros en Río de Janeiro, período en el que no ha "dejado de remar" desde que cruzó la meta "reviviendo los momentos" que le hicieron entrar de golpe en la historia del deporte.

"Estoy muy bien, viviéndolo a tope. Aunque en teoría, mentalmente, he estado de vacaciones, era un poco de desconexión, la verdad es que no he desconectado nada. Desde que crucé la meta es como si no hubiese dejado de remar", afirma en una entrevista con Europa Press.

En el marco de la Paulaner Oktoberfest de Madrid que se celebra hasta el domingo, con el deportista balear como padrino de la mítica fiesta de la cerveza, Cooper reconoce disfrutar con cada homenaje rememorando esa final que le cambió la vida el pasado 16 de agosto. "Estoy reviviendo los momentos día a día", explica.

"Homenajes, recibimientos, entrevistas, pero viviéndolo a tope, muy contento, le digo que sí a todo, y viviendo el momento con toda la motivación. La verdad es que me ha cambiado la vida radicalmente, sobre todo a nivel deportivo, que se me conoce en toda España", añade.

Con 21 años, Cooper, nacido en Oxford y afincado en Palma, cumplió "el objetivo de una vida". "No hay nada mejor, en deporte no hay mejor resultado que campeón olímpico. Ya tenía resultados y medallas a nivel europeo y mundial, pero que no se acercan ni por asomo a lo que es una medalla olímpica", afirma.

"Pasas a ser de los mejores deportistas de la historia y es una pasada. Ya con 21 años, que en piragüismo es ser muy joven, ya he conseguido el objetivo de mi vida, no estaba preparado para ello. Es una pasada haber conseguido lo más grande del mundo. El objetivo en Tokio será doblar las medallas", añade.

En la conquista de ese oro, Cooper destaca dos aspectos. Primero, su estrategia y determinación. "Me acuerdo de cada metro y de cada sensación. Tengo que decir que me costó un poco más el primer día, las eliminatorias y la semifinal, y sólo una hora de diferencia entre ellas. Había que gestionar el esfuerzo", comparte.

"Me cansé un poco más de la cuenta para la semifinal, no sabía si iba a pasar. Hice la estrategia parecida a la final, de ser muy fuerte en los últimos metros. Ya al siguiente día estaba más recuperado y llegué en mi mejor estado de forma a la final, hice los mejores metros de mi vida, tal cual los había entrenado, siguiendo mi estrategia", añade.

El palista balear resalta además el hecho de llegar como auténtico tapado, con la plaza olímpica sobre la bocina y con suspense. "Eso impactó más que nada al resto de los competidores. Para nada esperaban tenerme ahí luchando con ellos en los últimos metros. Un poco impactó a todo el mundo, nadie se esperaba, ni siquiera yo, que consiguiera ese resultado", reconoce.

"Tuve menos presión. Yo en realidad partía como el peor palista, el que menos nivel y el que menos caña podía dar, pero el mérito en ese caso fue de mi mentalidad. Nunca me vine abajo en ningún momento, simplemente pensé en hacer mi trabajo, en hacer los mejores metros de mi vida", finaliza.