EDIZIONES, 25 Abr.
¿Puede un gato ser animal de compañía de un perro? La respuesta aunque obvia, resulta de lo más enternecedora en el caso de Bubba, un Pit-Bull de seis años rescatado de un refugio de Arizona que siempre ha estado obsesionado con los gatos.
El amor de Bubba por los felinos surgió cuando la compañera de piso de su dueña, Rebecca Pizzello, cuidaba de una camada de pequeños gatitos y Bubba conectó demasiado bien con ellos.
Rebecca no se había planteado tener más animales de compañía hasta que vio aquella escena y seis años después de aquello decidió sorprender a su perro de la mejor manera que podía.
Aprovechando su reciente mudanza a Nueva York, Pizzello se puso en contacto con Brooklyn Animal Action y tras varios días de espera ante la solicitud, Rue, una pequeña gata anaranjada, se convirtió en el nuevo miembro de la familia y el más preciado por Bubba.
Desde el primer momento Bubba ha cuidado y protegido a su nueva hermanita, a la que colma de atenciones y lametazos. Rue, por su parte, no tuvo quejas de su recibimiento y tras unas primeras horas de adaptación cayó rendida en el lomo de su compañero.
Desde entonces Rue y Bubba son inseparables amigos que comparten siestas, baños y diversión.