Trabajo juvenil
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Actualizado: lunes, 31 julio 2017 11:59

   MADRID, 30 Jul. (EDIZIONES) -

   Los contratos de formación, en prácticas y las becas constituyen las principales vías de entrada para los jóvenes al mercado laboral. Ya hemos definido en otra ocasión en qué consisten estos modelos de contratación y cuáles son las diferencias entre ellos, pero ¿cómo ha evolucionado su uso en los años de la crisis?

   Para conocer las tendencias que han experimentado este tipo de contratación, en Mercado Financiero hemos analizado con ayuda de expertos los datos que ofrece el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) en sus estadísticas de contratos, así como los datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

   En el caso de los contratos de formación, la serie histórica desde 2008 muestra una tendencia a la baja en este tipo de acuerdos laborales hasta 2012, cuando se produce un cambio y comienza un aumento sostenido hasta 2015. Según explica el doctor en Economía, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y colaborador de Fedea, Marcel Jansen, este aumento se debe a la reforma realizada por el Gobierno en noviembre de 2012, que alargó el periodo máximo del contrato a tres años, redujo el tiempo mínimo de formación y suprimía la posibilidad de obtener la ESO para aquellos jóvenes que no la tuviesen.

   "La reforma no se queda ahí, sino que se incluye una transposición transitoria que, de facto, suprime por un periodo limitado la necesidad de que la formación sea certificada. Esta situación se prorroga hasta diciembre de 2015", lo que explica, en parte, el desplome en los nuevos contratos de formación y aprendizaje que se firmaron en 2016.

   La segunda causa que justifica la caída del 73% entre 2015 y 2016 de estos contratos es que la Garantía Juvenil permitía el aumento de la bonificación de la formación hasta mediados de 2016. Jansen aclara que, en caso de firmar un contrato con un joven que tiene derecho a la Garantía Juvenil, las empresas reciben una bonificación por las horas de formación, un 50% en el primer año y un 25% en el segundo y tercer año. "Esto es atractivo, hace más barato la formación y además fomenta la formación". Sin embargo, estas bonificaciones se suprimen en verano de 2016.

 Si se echa un vistazo mayor a los datos proporcionados por el SEPE, obtenemos otras características de este tipo de contratos: Entre 2008 y 2017, este tipo de contratos ha pasado de ser más común en los jóvenes con edades comprendidas entre los 16 a los 19 años para convertirse en un contrato más habitual entre los jovénes de 20 a 29 años.

   

   Este cambio en el perfil de los contratados es considerada por CCOO como uno de los "abusos" que se han producido tras las reformas que se han hecho en este contrato. Además, la mayoría se firman en pequeñas empresas (con menos de 25 trabajadores), con un 78% de los contratos, "donde hay más dificultades de garantizar que se que se respetan los derechos".

¿QUÉ ESTÁ HACIENDO AHORA EL GOBIERNO AL RESPECTO?

   Las nuevas propuestas del Gobierno para revertir la tendencia negativa en los contratos de formación pasa por dar un complemento salarial de 430 a los jóvenes que firman este contrato. "En vez de bonificar la formación, se paga un subsidio directamente al joven", alerta Jansen. De hecho, esta misma semana, CCOO rechazaba los planes del Ministerio de Empleo por considerar que "precarizan aún más" esta modalidad de contratación.

   Por el lado de la patronal, el director de Relaciones Laborales de CEOE, Jordi García Viña, afirmaba el pasado martes que los programas de creación de empleo e inserción laboral de los últimos 10 años, como el contrato de formación, han servido para salir de la crisis pero "no están creando empleo" y "no tienen suficiente relevancia", por lo que pedía eliminar los obstáculos al empleo de algunas regulaciones e implementar medidas de creación de empleo.

¿MAYOR O MENOR FLEXIBILIZACIÓN?

   Garcia Viña lamentaba que el contrato de formación no haya sido más flexible y que, por el contrario, ha hecho que los empresarios hayan decidido en buena medida decantarse por contratos temporales en lugar de esta modalidad. De esta forma, el representante de CEOE abogaba por establecer un nuevo contrato tras analizar que las medidas en materia de formación sean "eficientes" y "útiles".

   En cambio, Marcel Jansen sostiene que una mayor flexibilización puede conllevar una mayor precarización de este contrato. "Ya se permite que el mínimo a pagar se corresponda con el mínimo que estipule el convenio o el SMI prorrateado por las horas de trabajo, por tanto, se resta la formación. Si ahora, más allá de esto, se flexibiliza cada vez más las condiciones para la formación y , además, permites que estos trabajadores entren en trabajos de turnos o que incluso hagan horas extras, va a ser un simple contrato muy barato, con poco control de formación", sostiene el experto.

CONTRATO DE PRÁCTICAS

   Los contratos de prácticas han experimentado una evolución más estables y, tal y como se muestra en el siguiente gráfico, su uso se ha intensificado en los últimos años. Jansen afirma que estos contratos son baratos y se utilizan como un contrato estándar. "Se debería emplar como un contrato de primera experiencia, con un contenido formativo y que diera pie a un contrato indefinido".

   En este caso, también se está transformando el perfil de jóvenes que firman un contrato con estas características: han aumentado las personas de 25 a 29 años que firman este acuerdo laboral, mientras que las empresas que los utilizan son pequeñas sociedades (de 1 a 25 trabajadores).

   

   

   El economista considera importante hacer que la contratación de jóvenes sea atractiva, "pero la solución no puede ser condenarlos a más precariedad y peor calidad del empleo de lo que había antes. Y sobre todo, que los jóvenes encadenen contratos sin tener ninguna perspectiva de obtener un contrato indefinido".

¿HAY DATOS SOBRE LOS JÓVENES BECARIOS?

   Y, ¿qué pasa con los famosos becarios? ¿Hay algún registro que los contabilice? En cierto modo, sí: desde 2013, la Seguridad Social cuenta con datos de aquellos becarios remunerados que proceden tanto de estudios universitarios como de grados medios y superiores de Formación Profesional. Estos datos han sido obtenidos a través de una petición de información al Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

   Hasta mayo de 2017, cotizaron un total de 79.031 becarios, un 5% más con respecto al mismo mes de 2016. De hecho, los datos muestran que el número de becarios ha ido en aumento desde 2013, cuando se estableció la obligación de cotizar por las becas.

   

   Jansen ve "razonable" que el contrato estipule una baja remuneración "porque son personas que están estudiando". Esta compensación "sirve para cubrir los gastos de transporte y representación que tenga el alumno".

   Sin embargo, según señala CCOO, que al no tratarse de un contrato laboral, durante el periodo de prácticas el trabajador no cuenta con derechos como el de cobertura por desempleo o la aplicación del convenio laboral correspondiente. Además, recuerda que "hay prácticas no laborales sin ayudas, de éstas no hay registro alguno".

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