Emilio Saracho durante la junta de accionistas de Popular
MAXIMO GARCIA DE LA PAZ
Actualizado: viernes, 19 mayo 2017 18:06

MADRID, 11 Abr. (EDIZIONES) -

Banco Popular comienza una nueva etapa en la que ha de luchar para conseguir salir adelante en un entorno de exigente regulación y de bajos tipos de interés que dificultan la actividad bancaria, un reto que afronta a contrarreloj y con un nuevo equipo gestor al frente encabezado por Emilio Saracho.

La entidad, que llegó a ser ejemplo de banco rentable en el pasado, no atraviesa su mejor momento después de presentar una pérdidas de 3.485 millones de euros a cierre de 2016, tener que corregir cuatro aspectos de sus cuentas, sufrir rebajas de rating y ver cómo su acción se desploma hasta marcar mínimos históricos.

Pero ¿cómo ha llegado Popular hasta aquí?

Tradicionalmente el banco ha centrado su actividad en el segmento de pymes, un negocio rentable que le ha permitido alcanzar una cuota de mercado del 18% y generar un margen de explotación antes de provisiones superior a 1.200 millones de euros en 2016. Sus márgenes de nueva producción están por encima de la media del sector, manteniendo la cuota de crédito contratado.

Si embargo, la entidad tiene un punto débil: su gran negocio inmobiliario compuesto en su mayoría por activos adjudicados y préstamos dudosos con garantía inmobiliaria. El importe bruto de estos activos es de 36.000 millones de euros, de los que se han provisionado el 46%. Con estas cifras, el banco se ve obligado a desinvertir en los próximos años, por lo que estará sujeto a la volatilidad de los precios del mercado.

NUEVO EQUIPO

Para intentar salir a flote, Popular cuenta con un nuevo equipo directivo compuesto por Emilio Saracho en la presidencia, Ignacio Sánchez-Asiaín como consejero delegado y Miguel Escrig como director financiero.

Los nuevos directivos cuentan con una amplia trayectoria profesional: Saracho procedía de JP Morgan Chase, Sánchez-Asiaín de Oliver Wyman & Co y Escrig había ocupado durante 17 años el cargo de director financiero en el Grupo Telefónica. Sustituyen a Ángel Ron, a Pedro Larena y a Javier Moreno respectivamente.

PRINCIPALES CIFRAS

La entidad cerró 2016 con unas pérdidas históricas de 3.485 millones de euros, frente al beneficio de 105,4 millones de euros que obtuvo el ejercicio anterior, unos 'números rojos' que se verán incrementados en al menos 129 millones de euros después de que el banco haya anunciado que tendrá que corregir sus cuentas en cuatro aspectos concretos.

A pesar de las deficiencias detectadas en la auditoría interna, la entidad cumple con los requerimientos mínimos de capital regulatorio tanto a cierre del ejercicio como a 1 de enero de 2017, fecha en la que se produjo un incremento de la exigencia de ratios, y a cierre del pasado mes de marzo.

No obstante, estos cambios van a provocar que la ratio de capital total a 31 de marzo se sitúe entre el 11,70% y el 11,85%, siendo el requerimiento aplicable al grupo por todos los conceptos, del 11,375%. Este nivel es inferior a la ratio de capital total del banco a cierre de 2016, que fue del 13,14%.

¿QUÉ OPCIONES DE FUTURO TIENE EL BANCO?

Para afrontar su situación, lo primero que hará Popular será ampliar capital.

En mayo de 2016 el banco, que entonces presidía Ángel Ron, lanzó una ampliación de capital por 2.500 millones de euros con la que pretendía reforzar su balance y que fue suscrita con una sobredemanda del 35,75%.

Pero no fue suficiente y ahora la nueva dirección del banco es consciente de que el banco está abocado a aumentar capital otra vez para poder continuar hacia adelante. Esta operación, de la que no se conocen los términos ni cuándo se llevará a cabo, será la cuarta en menos de cinco años.

"Una nueva ampliación de capital solo puede realizarse sobre un sustrato de alta confianza", manifestó el presidente del banco ante los accionistas, a los que explicó que, antes de llevar a cabo la operación, Popular tendrá que definir las necesidades que pretende cubrir y las perspectivas de negocio que la sustentarán.

Para salir de la precaria situación en la que se encuentra actualmente el banco, Saracho podría optar por la venta de negocios en los que la entidad no tiene suficiente capacidad para competir. Entre ellos se encuentran Totalbank, la filial estadounidense de Popular, o WiZink, el negocio de tarjetas cuyo capital comparte el banco con Värde.

Otra de las opciones de Saracho para reflotar Popular podría ser participar en una operación corporativa. La dirección de la entidad defiende que "la independencia es un valor hasta que es una carga", por lo que el banco valorará "en su momento" todas "las alternativas creíbles" que se le presenten. Eso sí, la posible fusión es solo "una posibilidad entre otras".

EL PRECIO DE LA ACCIÓN

Los comentarios de analistas sobre la deriva del banco, los rebajas de su calificación crediticia, los cambios en su consejo de administración y la falta de concreción en los planes de futuro han provocado que las acciones de Popular hayan perdido gran parte de su valor en Bolsa.

De hecho, los títulos han caído significativamente en el último año, hasta valer a día de hoy un 69,5% menos que hace doce meses. Las acciones de Popular tenían un precio de 2,178 euros el 11 de abril del pasado año, cuando hoy han cerrado a 0,66 euros.

En este periodo, el valor ha sufrido diferentes embites, como el resultado favorable del referéndum sobre el 'Brexit', el reconocimiento de deficiencias en sus cuentas de 2016 o los diferentes cambios en la dirección del banco, especialmente los referidos al presidente y el consejero delegado.

A día de hoy el futuro de Popular es incierto, pero el banco puede aprovechar el repunte del mercado de la vivienda y su fortaleza en el segmento de pymes para intentar mejorar su situación, algo a lo que sin duda contribuirá la nueva ampliación de capital y los planes que Saracho esconde bajo la manga.

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