Publicado 18/02/2015 17:09

La Audiencia Provincial condena a 23 años de cárcel al joven que mató a su expareja en El Cabanyal (Valencia)


VALENCIA, 18 Feb. (EUROPA PRESS) -

La sección quinta de la Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a un joven a 23 años y nueve meses de cárcel por matar a su expareja en plena calle, en el barrio valenciano de El Cabanyal, en noviembre de 2013, tras asestarle 20 puñaladas en la cara, cuello, tórax y espalda. La víctima no quería retomar la relación.

El tribunal ha condenado a este hombre, quien fue declarado culpable por un jurado popular, por un delito de asesinato alevoso con ensañamiento, con la circunstancia agravante de parentesco. Junto a la pena de prisión, también se le ha condenado a indemnizar a los padres de la víctima con 200.000 euros.

El condenado reconoció los hechos durante el juicio pero dijo que fue en un momento "de locura", de "pérdida de autocontrol". Indicó en todo momento que lo que hizo no tenía "justificación ninguna": "No tuve ninguna conversación previa con ella. Directamente la maté", declaró ante el jurado popular que le juzgó.

Los hechos se remontan a noviembre del año 2013, cuando el joven mató a su expareja tras asestarle un total de 20 puñaladas en la cara, cuello, tórax y espalda. El joven había intentado volver con ella en distintas ocasiones desde que le dejó en agosto de ese año tras unos siete años de noviazgo. En el momento del asesinato la víctima mantenía una relación con otra persona.

El joven explicó que la ruptura con su pareja no se lo tomó bien, y menos aún cuando se enteró de que ésta había rehecho su vida y estaba saliendo con una nueva persona. Tras dejarlo en agosto, en octubre regresó a Valencia, puesto que se había marchado el verano a Cieza (Murcia) con su familia, y se puso a compartir piso con otras personas en Mislata.

Desde entonces ambos fueron teniendo contacto por correo electrónico y por whatssapps, hasta que la relación se deterioró del todo y se encontró "destrozado anímicamente", dijo. En ese momento, "al no poder con ese dolor y sin estar totalmente en mis cabales, fui andando por la las calles y llegué a una tienda de chinos y compré un cuchillo". Esto fue dos días antes del crimen, el 25 de noviembre.

Así mismo, llamó al instituto de la joven para averiguar su horario. Tras conseguirlo, el día 27 se dirigió hacia allí con el cuchillo y se escondió entre unos coches aparcados en un descampado.

Cuando la joven se dirigía al centro, el condenado la abordó y, guiado por el ánimo de acabar con su vida, sacó repentinamente el cuchillo que llevaba y agarrándola para asegurarse que no se pudiera escapar, empezó a acuchillarla. En total, le causó 26 lesiones, de las cuales 20 fueron provocadas por las cuchilladas.

Con estas cuchilladas "innecesarias" para causar la muerte de la joven, el condenado solo pretendía provocar en ella un mayor sufrimiento, según consta en la sentencia. Esto sucedió sin que la joven se lo esperara ni tuviera la más mínima posibilidad de defensa, ya que solo tenía sus manos y brazos "frente a aquel ataque sorpresivo con el cuchillo".

La víctima, de 26 años, falleció en cuestión de minutos por una hemorragia aguda, y el condenado, tras agredirla, salió corriendo y tiró el cuchillo por el camino. Fue perseguido en su carrera por un vecino que bajó a la calle y consiguió inmovilizarlo, entregándolo seguidamente a la policía.

El tribunal considera que el joven decidió matar a la víctima porque tras haber mantenido una relación sentimental estable de pareja, no aceptaba la ruptura. También señala que éste no padece ninguna enfermedad mental y "decidió matar a Empar, trazó su plan y lo ejecutó, sabiendo lo que hacía y pudiéndolo haber evitado".