Publicado 17/12/2017 12:19

Rumiñahui, la asociación que ha visto crecer de 4.000 a medio millón la comunidad ecuatoriana en España, cumple 20 años

VLADIMIR PASPUEL, PRESIDENTE DE RUMIÑAHUI
RUMIÑAHUI

   MADRID, 17 Dic. (EUROPA PRESS) -

   Rumiñahui es una de las pocas asociaciones decanas de la inmigración en España que siguen en pie. Nacida hace ahora 20 años, ha sido testigo del crecimiento exponencial que ha vivido esta población, que sumaba algo menos de 4.000 residentes en aquel momento y que ha llegado a rondar el medio millón durante los años fuertes de inmigración latinoamericana a España, tal y como explica su presidente, Vladimir Paspuel, en una entrevista con Europa Press con motivo del Día Internacional del Migrante.

   Según cuenta, a finales de los años 90 el colectivo ecuatoriano que residía en España estaba compuesto fundamentalmente por hombres de alta cualificación que habían huido de la dictadura en los 70 y encontrado en España refugio y una oportunidad para desarrollar sus carreras profesionales. Ya fuera por la vía del asilo político o mediante la obtención de permisos de trabajo, se integraron con relativa facilidad. De acuerdo a los datos recopilados por el Colectivo Ioé, en 1997 constaban 3.972 empadronados.

   Este perfil se fue transformando a mediados de los 90, cuando comenzaron a llegar profesionales en busca de mejores oportunidades de trabajo ante "una crisis económica muy difícil y bastante dura" tras el conflicto entre Perú y Ecuador, donde regiones enteras se sumieron en el desempleo y la pobreza alcanzó al 71% de la población.

   Médicos, enfermeras y profesores fueron la avanzadilla de lo que vendría después, un movimiento de carácter más numeroso y protagonizado por perfiles eminentemente femeninos --según el Colectivo Ioè en los primeros años el 65% eran mujeres--, que acabarían por ocupar, como se decía entonces, "los trabajos que los españoles no querían".

"LOS TRABAJOS MÁS DUROS, LOS MÁS DIFÍCILES"

   "Sobre todo vinieron mujeres para el servicio doméstico y toda una variedad enorme de personas, desde gente con pocos o casi ninguna formación académica hasta gente con muy alto nivel. Venían al campo, a la construcción, a los servicios. Trabajos más duros, difíciles, con horarios más amplios y salarios más bajos. Esta gente con estas características es la que se ha estancado", ha comentado.

   Los flujos comenzaron a incrementarse y Rumiñahui abrió una oficina en Quito, capital de Ecuador, para asesorar a quienes querían marcharse, en el año 2000. En "la mayoría" de los casos, estas personas llegaban con visados de turista y se quedaban trabajando en situación irregular. La defensa de los derechos de estos ecuatorianos fue uno de los grandes caballos de batalla de la asociación durante la década pasada, pues como recuerda Paspuel, a estas personas les iba "la vida" en los papeles.

   De hecho, así fue en el caso de 12 ecuatorianos cuya furgoneta fue arrollada por un tren de cercanías en enero de 2001, en Lorca (Murcia) desatando toda una ola de protestas en las que participó activamente Rumiñahui sobre la situación de indefensión en que se encontraban los trabajadores inmigrantes sin permiso de residencia y desencadenando un proceso de regularización y ayuda al retorno voluntario para ecuatorianos, nacionalidad con una elevada tasa de irregularidad en aquel momento.

DE 4.000 A MEDIO MILLÓN EN UNA DÉCADA

   En total, la población ecuatoriana en España pasó de esos casi 4.000 de 1997 a 461.310 en 2005, de los que se estimaba que 104.245 estaban en situación irregular porque no constaban como titulares de un permiso de residencia. No obstante, la organización siempre sostuvo que eran más los que no tenían los papeles ya que muchos ni siquiera llegaban a inscribirse en el Padrón, único registro que permitía medir el volumen real de la población de cada municipio.

   "Nuestro trabajo sirvió y hoy por hoy tenemos un pequeño grupo de personas en la irregularidad lejos de las dimensiones que teníamos al inicio de la década, con 200.000 o 300.000 personas sin papeles. Todos caían en algún momento en la irregularidad porque venían con esa falsa autorización de turistas --hasta 2003 además, España no impuso visado-- y al final, la gran mayoría estaba irregular, pero se han ido regularizando sobre todo gracias a su trabajo", explica.

   Paspuel incide en la importancia de aquellos procesos de regularización y de mantener vías para que quien no tenga los papeles pueda conseguirlos. "Tenerlos permite mejor salario, más seguridad y no sentirse perseguido porque en las redadas había gente que ponía en peligro su vida. En eso hemos trabajado mucho y ha habido una sensibilidad muy importante de la sociedad española, que en los primeros años pedía que se normalizara la situación. Luego hubo una pésima política que acabó derivando en situaciones de considerar la inmigración como un problema", reflexiona Paspuel.

   Por el servicio de asesoría legal de la organización, que a día de hoy ya cuenta con sedes en Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia y Ferrol además de la delegación en Ecuador, han pasado miles de ecuatorianos en estos años. "Cuando recibíamos las carpetas con los documentos para las regularizaciones les decíamos 'tratad esto como algo sagrado, porque ahí dentro va la vida de esta gente'", recuerda.

   El ciclo migratorio prosiguió a lo largo de la década de los 2000. Muchas de las mujeres que llegaron reagruparon después a sus maridos y más tarde, a sus hijos, generando nuevos conflictos y nuevas necesidades. "La emigración es un acontecimiento que ha roto familias, que ha generado muchísimo dolor. Muchas veces han tenido que pasar a sistemas de trabajo muy duros para mantener a la familia allá y mantenerse ellos aquí. O han tenido hijos que no tenían problemas de rendimiento allí y que de la noche a la mañana fueron abruptamente reagrupados y han encontrado muchas dificultades", explica.

RETORNO E IRREGULARIDAD EN TIEMPOS DE CRISIS

   Con la llegada de la crisis económica los ciclos migratorios volvieron a cambiar. "Hubo mucha irregularidad sobrevenida", recuerda Paspuel, cuya organización peleó entonces para que se flexibilizaran los requisitos para mantener las tarjetas de residencia. También se produjo un trasvase a la población española: Sólo en los dos últimos años se han nacionalizado españoles cerca de 24.500 ecuatorianos.

   En paralelo, muchos emprendieron el retorno, asistido por organizaciones como la propia Rumiñahui, el Gobierno español, la OIM y el propio Ejecutivo ecuatoriano, aunque Paspuel afirma que aquello fue "la perfecta demagogia" y no cumplió las expectativas despertadas en la diáspora. Eso, junto a la recuperación económica en España, hace que de nuevo, los flujos se orienten hacia el país, integrados por familiares que se reagrupan y nacionalizados españoles que responden a la llamada de algún antiguo empleador. "Es un grupo muy importante", afirma.

   El INE contaba 461.310 ciudadanos nacidos en Ecuador residentes en España en 2005, que pasaron a ser 499.000 en 2009, el año con la mayor cifra de empadronados nacidos en aquel país (al margen de su nacionalidad). Después, el volumen fue descendiendo motivado en gran medida por el retorno y a 1 de enero de 2017 se contaban 408.187 nativos de Ecuador en el país. En junio del mismo año figuraban 161.004 titulares de un permiso de residencia con esta nacionalidad, que fue la tercera más numerosa en España y hoy ostenta la séptima plaza.

   En cuanto al futuro, Paspuel habla en clave de reto. Sus sedes en Madrid, Barcelona, Valencia, Ferrol y Murcia atienden ya a más de 16.000 personas cada año de distintas nacionalidades. "Es un gran desafío trabajar en la integración y la convivencia. El gran desafío está en los niños y la educación. Vemos con suma preocupación que no están llegando a la universidad y en esa línea nos vamos a enfocar, junto a la prevención de la violencia de género y fortalecer el codesarrollo", explica, en relación a los proyectos que con fondos de los migrantes desarrollan en las comunidades de origen más empobrecidas.

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