Actualizado 18/12/2015 18:31

Los niños "capaces" de Camerún

   MADRID, 18 Dic. (EUROPA PRESS) -

   La ONG Mirando por África nació hace cuatro años de la mano de una camerunesa que cruzó la mitad del continente africano para llegar a España en busca de una vida mejor para su hija con discapacidad intelectual. Ahora, esta ONG ha comenzado los trámites para abrir aulas especiales en varios colegios públicos de la capital de Camerún, donde no existe la educación especial para niños con discapacidad psíquica.

   "En África no hay ninguna escuela pública de educación especial, no se contempla para nada la discapacidad, es un lastre, un castigo divino que se tiene que esconder", afirma la presidenta de Mirando por África, Alima Ngoutme, que salió de su país hace once años.

   Hacía unos meses que Ngoutme había dado a luz a Lamina, una niña con autismo y discapacidad intelectual y no podía sacarla adelante. Aún estaba amamantándola cuando decidió coger la mochila y emprender el viaje a España. Había visto un reportaje sobre los niños con discapacidad en Europa y supo que ese era el futuro que quería para su hija.

   Nigeria, Benín, Mali y el desierto, fueron las siguientes paradas de Ngoutme. Ella era la única mujer en un grupo que comenzó en 60 y fue menguando a lo largo de la travesía. "Muchos murieron en el camino", recuerda. Y al llegar a Marruecos, después de días caminando sin comida ni agua, cuando ya solo estaban a un salto de Ceuta, la lanzaron al agua.

   "Había varias maneras de llegar, en patera, nadando o saltando la valla. Yo preferí nadar. Me ataron un salvavidas. Iba con un guía árabe. Me lanzaron al agua como un submarino a las 22,00 horas y me recuperó la Guardia Civil a las 7,00 horas. Estuve nadando casi 10 horas", relata. Pero no duda cuando dice que mereció la pena arriesgar su vida pues en 2004 logró traer a Lamina a España y ahora, a sus 13 años, ha progresado muchísimo.

   Ngoutme quiere ofrecer las mismas oportunidades a los niños discapacitados de África, como Etziga Antoine Esperance, hijo de Ngo Ngue Francoise, al que el neuropaludismo le dejó en coma once días.

   Por niños como Etziga Antoine, en 2011, Ngoutme se embarcó en un proyecto con su amiga Pilar Aventín, a la que conoció en España. Las dos crearon Mirando por África, una organización no gubernamental sin ánimo de lucro e inscrita en el registro de asociaciones del Ministerio del Interior, en la que colaboran un grupo de españoles y cameruneses para dar una educación especial a los niños con discapacidad intelectual de Camerún.

   En septiembre de 2014 y tras recaudar fondos --los primeros 1.000 euros llegaron de un club de ancianos de Leganés--, el equipo pudo viajar a Camerún para poner en marcha el proyecto. Hasta entonces, Ngoutme había contactado con Fedeme, un centro privado para niños con discapacidad. "Ya teníamos un sitio de donde partir", cuenta la vicepresidenta, Pilar Aventín.

NEURÓLOGOS, FISIOTERAPEUTAS Y EDUCADORES

   En estos momentos, el objetivo a corto plazo es que tres colegios públicos de la capital les cedan un aula para llevar a cabo su programa educativo con los niños de al menos 30 familias. Además, la idea es que siempre haya voluntarios de Mirando por África allí para trabajar con los menores. Entre los colaboradores tienen profesores, psicólogos, fisioterapeutas, educadores especiales y necesitan más, entre ellos, un neurólogo, pues en Camerún la consulta a este especialista cuesta 20.000 francos, un precio muy alto para estas familias.

   A largo plazo, el objetivo de Ngoutme y de Aventín se vuelve mucho más ambicioso: crear un centro para niños con necesidades especiales en Camerún. Y no solo eso, sino también expandir su proyecto por otros países de África como Nigeria o Gabón, donde existe el mismo problema. "La discapacidad está oculta", apunta la vicepresidenta de la ONG.

   Por el momento, las buenas noticias llegan desde el continente africano pues la fundación de la primera dama de Camerún, Chantal Biya, se ha interesado por el proyecto de la organización. "Fuimos a la fundación para ver si a través de ella el Gobierno hacía un poco de caso y darles las herramientas si quieren implicarse. A ellos les pareció muy bien porque no sabían cómo tratar esto y se estaban dando cuenta de que era un problema", explica Aventín.

   Mientras tanto, Ngoutme se indigna al pensar que once años después de salir de su país la situación sigue igual. "No hay ningún aula para estos niños, incluso ves a alguno atado a un árbol. No puede ser que estemos en este siglo. La educación es lo de menos. No hay datos para los niños especiales, los estamos contabilizando nosotros, y son los más vulnerables. ¿Por qué hay que esconderlos? ¡Son seres humanos!", exclama.

Leer más acerca de: