Actualizado 29/04/2013 16:34

Un total de 3.500 mujeres de India se benefician del programa de formación en DDHH de 'Streevani'

Manifestación por la chica violada en India
Foto: ADNAN ABIDI / REUTERS

MADRID, 29 Abr. (EUROPA PRESS) -

   Un total de 3.500 mujeres de La India se benefician del programa de la organización 'Streevani. La voz de las mujeres' --apoyada por Manos Unidas-- para la formación en derechos humanos y cuestiones legales en asuntos relacionados con las disputas matrimoniales, la violencia doméstica y el derecho a la propiedad.

   Concretamente, las actividades de la organización, que nació en la ciudad de Pune hace tres décadas, están encaminadas a la integración de la mujer en "una sociedad patriarcal que las discrimina" y se centran, principalmente, en ofrecer apoyo legal a las mujeres que se ganan la vida en el servicio doméstico y que sufren de los abusos de sus empleadores.

   Además, las mujeres también están recibiendo formación en asuntos sanitarios y reproductivos, conocimientos sobre actividades empresariales para que puedan poner en marcha iniciativas para generar otros ingresos, y se está haciendo hincapié en materia de violencia de género para que aprendan a combatirla. Para ello, la hermana Julie cuenta con un equipo de religiosas que se han reunido en el forum de Mujeres Religiosas Abogadas.

   Manos Unidas recoge la historia de Nita, una mujer india de 35 años que se casó hace más de veinte con un hombre al que no conocía y que resultó ser un alcohólico. Las joyas de oro que Nita aportó como dote se convirtieron en botellas de alcohol. Su marido era violento y los suegros de Nita hicieron que se mudasen a un apartamento separado del resto de las habitaciones de la familia porque no querían convivir con esa vergüenza.

   Después, los médicos le diagnosticaron el sida a su marido y, mientras ella no se separó de su lado, cuenta que la familia de él no hizo nada ni durante su enfermedad ni el día que murió, cinco años después de la boda.

   Con veinte años se vio sola, viuda y rodeada de personas que no la querían. Además, aunque como viuda le correspondían, por herencia, una serie de propiedades familiares, recuerda que sus suegros, que tenían una posición económica desahogada, la despojaron de todo aquello que por ley debía ser suyo --la renta por el alquiler de habitaciones, el rickshaw, la pequeña tienda que le daba sustento, el reparto de tierras--.

   "Mi primo hermano y mi padre  fueron mi sustento. Como viuda, y encima de un afectado por el sida, no tenía más opción que mendigar por las calles para no morir de hambre", relata.

   No obstante, Nita no se rindió y conoció Streevani, a la hermana Julie y a su equipo de abogadas y trabajadoras sociales. Participó en sus grupos de mujeres y allí le "abrieron los ojos" a otras realidades. "Gracias a ellas, pude acudir a los tribunales. Gracias a ellas, los jueces fallaron a mi favor. Gracias a ellas, hoy poseo la parte de la herencia de mi marido que me correspondía. Gracias a ellas, a su apoyo y a su valentía, pude creer en la justicia y en la verdad", afirma.