Actualizado 15/12/2015 12:29

El Papa reclama la abolición de la deuda externa de los más pobres

El Papa pide que niños no sean reclutados por grupos armados
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   Hace balance un año 2015 en el que se vive "una tercera guerra mundial por partes" y pide no perder la esperanza

   ROMA, 15 Dic. (EUROPA PRESS) -

 

   El Papa ha denunciado políticas económicas “deplorables” que tienen como objetivo “conquistar o mantener el poder y la riqueza, incluso a costa de pisotear los derechos y las exigencias fundamentales de los otros” y ha reclamado la abolición o gestión “de manera sostenible de la deuda internacional de los Estados más pobres”.

   Francisco ha hecho estas reflexiones en su tercer mensaje para la 49 Jornada Mundial de la Paz, que se celebrará el próximo 1 de enero de 2016 bajo el lema 'Vence la indiferencia y conquista la paz' que ha sido adelantado este martes 15 de diciembre por el Vaticano.

   “Cuando las poblaciones se ven privadas de sus derechos elementares, como el alimento, el agua, la asistencia sanitaria o el trabajo, se sienten tentadas a tomárselos por la fuerza”, ha subrayado el pontífice.

   En el documento de 8 páginas, Francisco ha reflexionado sobre la indiferencia en distintos ámbitos. Del plano institucional, ha criticado que fomenta políticas “premonitoras de injusticias, divisiones y violencias, con vistas a conseguir el bienestar propio o el de la nación” y, por tanto, “favorece, y a veces justifica, actuaciones y políticas que terminan por constituir amenazas a la paz”.

   Asimismo, ha evidenciado que la indiferencia respecto al medio ambiente, favorece “la deforestación, la contaminación y las catástrofes naturales que desarraigan comunidades enteras de su ambiente de vida, forzándolas a la precariedad y a la inseguridad, crea nuevas pobrezas, nuevas situaciones de injusticia de consecuencias a menudo nefastas en términos de seguridad y de paz social”. “¿Cuántas guerras ha habido y cuántas se combatirán aún a causa de la falta de recursos o para satisfacer a la insaciable demanda de recursos naturales?”, ha inquirido.

   El Papa ha exigido a los políticos que hagan “gestos concretos” en favor de los que sufren “por la falta de trabajo, tierra y techo”. “Pienso en la creación de puestos de trabajo digno para afrontar la herida social de la desocupación, que afecta a un gran número de familias y de jóvenes y tiene consecuencias gravísimas sobre toda la sociedad”, ha señalado. Así ha reiterado que la falta de trabajo “incide gravemente en el sentido de dignidad y en la esperanza, y puede ser compensada sólo parcialmente por los subsidios, si bien necesarios, destinados a los desempleados y a sus familias”.

   También ha reclamado de los gobernantes “una atención especial a las mujeres” que “son todavía discriminadas en el campo del trabajo— y a algunas categorías de trabajadores, cuyas condiciones son precarias o peligrosas y cuyas retribuciones no son adecuadas a la importancia de su misión social”.

   Además, les ha pedido “acciones eficaces para mejorar las condiciones de vida de los enfermos, garantizando a todos el acceso a los tratamientos médicos y a los medicamentos indispensables para la vida, incluida la posibilidad de atención domiciliaria”.

   “Los responsables de los Estados, dirigiendo la mirada más allá de las propias fronteras, también están llamados e invitados a renovar sus relaciones con otros pueblos, permitiendo a todos una efectiva participación e inclusión en la vida de la comunidad internacional, para que se llegue a la fraternidad también dentro de la familia de las naciones”, ha exhortado.

ABOLICIÓN DE LA PENA DE MUERTE

   El Papa ha renovado su llamamiento a las autoridades estatales para abolir “la pena de muerte allí donde está todavía en vigor, y considerar la posibilidad de una amnistía”. Sobre los presos, también ha dicho que es “urgente que se adopten medidas concretas para mejorar las condiciones de vida en las cárceles, con una atención especial para quienes están detenidos en espera de juicio, teniendo en cuenta la finalidad reeducativa de la sanción penal y evaluando la posibilidad de introducir en las legislaciones nacionales penas alternativas a la prisión”.

   Además, respecto a los emigrantes, ha invitado a “repensar las legislaciones” para que estén inspiradas en “la voluntad de acogida, en el respeto de los recíprocos deberes y responsabilidades, y puedan facilitar la integración de los emigrantes”.

   “En esta perspectiva, se debería prestar una atención especial a las condiciones de residencia de los emigrantes, recordando que la clandestinidad corre el riesgo de arrastrarles a la criminalidad”, ha señalado.

   Por otro lado, ha dirigido un triple llamamiento para que se evite “arrastrar a otros pueblos a conflictos o guerras que destruyen no sólo las riquezas materiales, culturales y sociales, sino también —y por mucho tiempo— la integridad moral y espiritual” y para que se adopten “políticas de cooperación” que, más que “doblegarse a las dictaduras de algunas ideologías, sean respetuosas de los valores de las poblaciones locales y que, en cualquier caso, no perjudiquen el derecho fundamental e inalienable de los niños por nacer”.

DIOS "NO ES INDIFERENTE"

   Ante la indiferencia que busca pretextos como “el cumplimiento de los preceptos rituales, la cantidad de cosas que hay que hacer, los antagonismos o los prejuicios” el Papa ha subrayado que “Dios no es indiferente”.

   El Papa ha alabado la labor de las organizaciones no gubernativas y asociaciones caritativas dentro de la Iglesia, y fuera de ella, “cuyos miembros, con ocasión de epidemias, calamidades o conflictos armados, afrontan fatigas y peligros para cuidar a los heridos y enfermos, como también para enterrar a los difuntos”. Además, ha agradecido a todas las personas y las asociaciones “que ayudan a los emigrantes que atraviesan desiertos y surcan los mares en busca de mejores condiciones de vida”.

   Francisco también ha recordado a las numerosas familias, que en medio de tantas dificultades laborales y sociales, se esfuerzan concretamente en educar a sus hijos contracorriente, con tantos sacrificios, en los valores de la solidaridad, la compasión y la fraternidad.

   También ha valorado el trabajo de periodistas y fotógrafos “que informan a la opinión pública” sobre las situaciones difíciles que interpelan las conciencias, y a los que se baten en defensa de los derechos humanos, sobre todo de las minorías étnicas y religiosas, de los pueblos indígenas, de las mujeres y de los niños, así como de todos aquellos que viven en condiciones de mayor vulnerabilidad. “Entre ellos hay también muchos sacerdotes y misioneros que, como buenos pastores, permanecen junto a sus fieles y los sostienen a pesar de los peligros y dificultades, de modo particular durante los conflictos armados”, ha añadido.

   Asimismo, el Papa ha agradecido a todas las personas, las familias, las parroquias, las comunidades religiosas, los monasterios y los santuarios, que han respondido rápidamente a su llamamiento a acoger una familia de refugiados.

    El Papa ha analizado lo ocurrido este año y ha señalado “las guerras y los atentados terroristas, con sus trágicas consecuencias, los secuestros de personas, las persecuciones por motivos étnicos o religiosos, las prevaricaciones", han marcado de hecho este año de principio a fin, "multiplicándose dolorosamente en muchas regiones del mundo, hasta asumir las formas de la que podría llamar una tercera guerra mundial en fases”.

   Sin embargo, ha exhortado a “no perder la esperanza en la capacidad del hombre de superar el mal, con la gracia de Dios, y a no caer en la resignación y en la indiferencia”.

   El Papa se ha mostrado confiado en que el hombre es capaz “de actuar con solidaridad, más allá de los intereses individualistas, de la apatía y de la indiferencia ante las situaciones críticas”. “No perdamos la esperanza de que 2016 nos encuentre a todos firmemente comprometidos, en realizar la justicia y trabajar por la paz en los diversos ámbitos”, concluye el mensaje.