Actualizado 05/12/2016 13:38

"Acompañar, servir y defender: mi experiencia como voluntario en el CIE de Aluche"

   MADRID, 5 Dic. (EUROPA PRESS) -

   Me llamo Álvaro, tengo 32 años y hace dos años tuve la suerte de formar parte del equipo de voluntarios de Pueblos Unidos (Fundación San Juan del Castillo) que acompañan a personas internas en el CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) de Aluche, Madrid.

   Cuando comencé, sabía muy poco de estos centros. Hacía ya años me había marcado mucho la película de 'The Visitor', de Thomas McCarthy. Aquella historia del joven Tarek y la relación de amistad con Walter, esa "cárcel para sin papeles" donde metían al protagonista... y todo en una ciudad tan cosmopolita como Nueva York, fue algo que me conmovió. ¿De verdad sucedía aquello en el Siglo XXI, el de la Globalización? ¿Por qué Occidente se blindaba haciendo sufrir tanto a personas que el único delito que habían cometido era huir de un país que pasaba hambre, que vivía la guerra? ¿Cómo era posible que nosotros que nos habíamos desarrollado tanto con mano de obra extranjera, ahora les metiésemos en cárceles para luego expulsarles? Después de mi paso por el CIE de Aluche no he conseguido responder convincentemente ninguna de estas preguntas. Al revés, los interrogantes, las dudas y la mirada crítica a nuestras políticas migratorias crecieron exponencialmente.

   Mi voluntariado en el CIE se resumía en tres verbos que para mí son muy inspiradores y que espero que consigan transmitir lo que Pueblos Unidos trabaja con perseverancia cada día: Acompañar, Servir y Defender a las personas internas en el centro. Personas que durante un máximo de 60 días viven privadas de libertad, hacinadas, señaladas y asustadas. Personas que han venido a España huyendo y que se encuentran con una Europa hostil que en vez de acoger, encierra.

   Como voluntario traté de ACOMPAÑAR, visitando semanalmente a una persona que había pedido este acompañamiento y que en Pueblos Unidos me habían asignado. Intentando echar abajo ese cristal que nos separaba en cada visita, queriendo acercarme a la realidad que me iba contando. Escuchando, empatizando y respondiendo a lo que sabía responder. De alguna manera acariciando el sufrimiento del otro.

   Intenté SERVIR a esa persona desconcertada, que no sabía muy bien por qué estaba ahí, que no tenía mucha idea de cómo salir, que muchas veces no hablaba castellano y le era muy difícil comunicarse. Servir en lo que humildemente se pudiera: a veces contactando y orientando con su abogado de oficio, mensualmente formándome con personas expertas en el trabajo con personas migrantes y CIEs que me orientaban y acompañaban mucho. Y muchas veces, simplemente, compartiendo un paquete de tabaco o una baraja de cartas que le hiciera la estancia algo más llevadera.

   Y por último, y no sé si lo logré, quise DEFENDER al indefenso. Mi visita semanal tenía mucho de observar y velar. No debían darse situaciones que vulnerasen los derechos humanos de las personas internas en el CIE. A veces ocurría y yo lo ponía en conocimiento de mi coordinador para que, a su vez, manejara esa información como creyera conveniente: un informe anual con bastante repercusión, un diálogo periódico con el funcionario que dirigía el CIE, una llamada de atención al personal trabajador del centro... Esta defensa se expresaba de maneras diferentes.

   No sé cuánto logré Acompañar, Servir y Defender como voluntario de Pueblos Unidos en el CIE. Sí que sé lo que supuso para mí este querer darme a algunos de los que más sufren en mi ciudad. No es cuestión de lo que das porque al final, ¿qué das?, ¿qué consigues? Yo no logré evitar en 2 años que ninguno de los internos a los que acompañé no fueran expulsados de España. Lo que me tocó el corazón fue la manera en la que intenté darme, esa manera permeable y a corazón abierto en que traté de acompañar situaciones injustas. Porque ese cómo es ahora la manera en la que intento vivir. Y así no encerrar en una urna de cristal lo que hago como voluntario un rato a la semana, al mes o cada verano. Lograr así transformar mi actitud como voluntario en una forma de vida que sin distinción Acompaña, Sirve y Defiende a los demás, especialmente a los más vulnerables.

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