Publicado 08/01/2018 10:08

"Mensajeros de la Paz: 55 años al servicio de los más desfavorecidos". Por el padre Ángel García

El padre Ángel, presidente de Mensajeros de la Paz
MENSAJEROS DE LA PAZ/TWITTER

   Yo desde niño quería ser cura, porque en mi pueblo había un sacerdote que se llamaba Don Dimas y que era muy bueno, ayudaba a los más pobres y yo quería ser como él. Por eso me hice cura, pero un cura cercano a la gente, a los más desfavorecidos.

   Así comenzó Mensajeros de la Paz hace 55 años en Asturias. Nacimos para sacar a los niños de los orfanatos, aquellos lugares tan tristes y con tantas carencias, sobre todo, afectivas. Queríamos crear algo que fuera lo más parecido a una familia, normalizar, en la medida de lo posible, su situación. Así empezaron los hogares funcionales, primero en Asturias y después se fueron extendiendo por toda España y, más adelante, fuera de nuestras fronteras.

   Los comienzos fueron duros, había resistencia a estos cambios y muy pocos medios. Tuvimos que ganar la confianza de la gente, de las administraciones, para ir consiguiendo ayudas que nos permitieran montar esos hogares. Trabajamos mucho y duro pero valió la pena.

   Fuimos ampliando el ámbito de actuación a personas mayores, que sufren de mucha soledad, una de las peores "enfermedades", personas con discapacidad, mujeres víctimas de violencia de género... Desde que estalló la crisis en España hemos creado una serie de proyectos encaminados a paliar los efectos de la misma para ayudar a las familias que se han visto gravemente afectadas por ella. Nunca pensé que volvería a ver colas acudiendo a los comedores sociales o a bancos de alimentos. No se puede negar que en pleno siglo veintiuno existe el hambre en nuestro país y que tenemos que defender el derecho a comer de todas las personas.

   Nuestra labor creció más allá de nuestras fronteras, llegando a estar presentes en 50 países. Cuando en 2015 estalló la crisis de los refugiados y comenzó el éxodo hacia Europa, Mensajeros de la Paz se hizo presente y continúa trabajando en diferentes campos de Grecia y Serbia. Los refugiados están en nuestras puertas, mirando esas cuchillas que llamamos concertinas, reclamando vivir. La pregunta es si somos refugio o somos muro, si vamos a defender el derecho a la vida, al desplazamiento y a la esperanza, o si vamos a quedarnos en nuestra casa frente a la pantalla.

   En todo este tiempo he visto grandes cambios, vivimos mejor que entonces, tenemos más medios y, sobre todo, hay una gran solidaridad. La sociedad está mucho más comprometida que hace 50 años, la solidaridad no es patrimonio de nadie, ni de los curas ni de las monjas, es patrimonio de todos, de hombres y mujeres. Y la solidaridad está aflorando en estos últimos años. Nuestros padres y abuelos eran buenos pero nosotros somos mucho más solidarios y nuestros hijos y nietos aún más.

   La solidaridad parece una utopía en este mundo tan de luchas. Pero yo creo que un mundo mejor está a nuestro alcance si miramos a los demás y nos damos cuenta de su necesidad, su necesidad frente a nuestro bienestar y sería una vergüenza si no lo hiciéramos.

   Mensajeros de la Paz ('www.mensajerosdelapaz.com').

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