Actualizado 10/02/2016 17:35

"El mejor estándar de Responsabilidad Social es el mejor Gobierno Corporativo". Por Paloma del Val, de EJE&CON

Bolsa de Madrid, Ibex 35, parqué
EUROPA PRESS

Leí recientemente una entrevista en la prensa latinoamericana a un conocido director de una cadena hotelera que despertó mi interés. A la pregunta de qué estándares de responsabilidad social aplicaba su empresa, el entrevistado contestaba con aplomo: "seguir un buen gobierno corporativo".

   Tal afirmación podría llevar a pensar que el entrevistado, hombre de éxito, conocía su negocio, pero no distinguía ambos conceptos. Sin embargo, voy a intentar explicar que dicha afirmación, lejos de demostrar cierta confusión, tiene mucho sentido para un buen gestor empresarial.

   La entrevista que motiva este artículo pretende delimitar el papel de las Buena Gobernanza y el de la Responsabilidad Social en las empresas.

   En sus orígenes el Gobierno Corportivo se configuró a través e normas y códigos de recomendaciones, centrados exclusivamente en la gestión de los órganos de gobierno de las empresas, en los modelos de información y en una supervisión limitada a la protección de los accionistas.

La crisis derivada del escándalo de Enron en 2001 y más tarde, la de Lehman Brothers en 2008, pusieron respectivamente el foco del Gobierno Corporativo en la calidad de las auditorías y en el valor de las calificadoras de rating. Desde entonces, hemos asistido a una ingente proliferación de códigos, directrices y normas, desde todo tipo de instituciones que continúa en Occidente y se extiende como una mancha de aceite a los países en desarrrollo.

 Esta evolución del Gobierno Corporativo ha consistido en pasar de una perspectiva centrada en la protección de los, "accionistas" (shareholders) a otra orientada a proteger a los "grupos de interés" (stakeholders), bajo el prisma de la ética, la transparencia corporativa, la sostenibilidad a largo plazo y el compromiso con la sociedad.

   Se evidencia que las normas de gobernanza han cedido terreno en favor de una arquitectura de relaciones con todos los actores que cooperan en la actividad de las empresas: mercados, financiadores, reguladores, empleados, proveedores, clientes, ecologistas, comunidades, etc., frente a la protección de los accionistas.

   La buena Gobernanza se configura mediante tres capas de relación que van desde el exterior hacia el interior de las organizaciones. Los tres niveles son igualmente importantes, se complementan, interactúan y se influyen mutuamente. Estos son: la regulación externa y los mercados, el Consejo de Administración y la Infraestructura de Gobierno Corporativo de la empresa.

   La regulación externa y los mercados influyen, con carácter general, en el modelo de gobierno de las corporaciones, para proteger a los grupos de interés directos e indirectos de las empresas. En este nivel se encuentra, la Administración Pública que emite normativa que impacta en la industria y el sector; los Reguladores y los Supervisores, que velan por el funcionamiento eficiente del mercado; los regímenes legales que demandan legalidad y justicia de las decisiones empresariales; los mercados y las agencias de rating, que requieren transparencia y estimulan la competencia; y  por último, la auditoria externa, esencial para validar la calidad del "performance de la compañía".

   La segunda capa del Gobierno Corporativo corresponde al Consejo de Administración de las empresas. Es el órgano que salvaguarda la orientación estratégica de la compañía. Su modelo de relación y el grado de impacto de sus decisiones difiere entre las distintas unidades funcionales de la empresa.

   El conjunto de todas las unidades afectadas más directamente por las decisiones del Consejo, conforman el tercer nivel de la gobernanza, lo que denominaremos la Infraestructura de Gobierno Corporativo de las empresas. Su principal función es actuar en el seno de la organización mitigando los riesgos que genera la actividad corporativa mediante la aportación de recursos, el posicionamiento de los ejecutivos clave, y  la generación de reputación a través del "performance" financiero, pero también  no financiero, como son los riesgos operativos, tecnológicos, legales, sociales, medioambientales, etc.

   El Gobierno Corporativo desde la perspectiva de los "stakeholders" requiere que compañías escuchen su entorno y generen compromisos que den respuesta a los cambios socioeconómicos y a las expectativas que la sociedad demande de ellas. Para ello, el Consejo de Administración y la Infraestructura de Gobierno, deben invertir, especialmente en actividades que generen confianza y construyan capacidades distintivas por la vía de la reputación y de la arquitectura óptima de relaciones con sus grupos de interés concurrentes.

   Está cuantificado que desde 1970 hasta finales de 2010, los activos tangibles solo explican el 20% del valor de las empresas siendo el 80% restante representativo de los intangibles, esta transformación de los fundamentos de valor trae consigo la necesaria preocupación del Gobierno Corporativo por las cuestiones extrafinancieras.

   El Buen Gobierno preserva el 100% del valor de la compañía. En ese 80% de intangibles se encuentran las buenas prácticas: respecto de los trabajadores, (formación, diversidad de género, integración de la discapacidad, salud y bienestar), respecto de las cuestiones medioambientales, (uso eficiente de recursos, prevención de la contaminación); respecto de su gestión, (lucha contra el fraude y la corrupción), respecto de sus clientes, (transparencia), etc.

   La Unión Europea, en su Libro Verde, lanzó una primera definición de la Responsabilidad Social Empresarial, señalando que ésta no significa simplemente cumplir plenamente las obligaciones jurídicas, sino también ir más allá, invirtiendo en el capital humano, en el entorno y en las relaciones con los interlocutores.

   Se definía también la Responsabilidad Social Empresarial como  la integración voluntaria, por parte de las empresas, de soluciones a preocupaciones sociales y medioambientales y de modelos de relación éticos con sus clientes y proveedores, etc.

   Los desarrollos normativos más recientes, las recomendaciones institucionales, los mercados y en general los actores de la capa externa del Gobierno corporativo, han propiciado la integración de gran parte del contenido de la  Responsabilidad Social en los procesos habituales de la gestión empresarial. Integración de políticas de responsabilidad que, o bien han venido impuestas por la normativa, y o bien se han asumido por las empresas voluntariamente para generar reputación y el mayor valor intangible posible.

   Un tercer factor que ha favorecido esta integración de los modelos de Responsabilidad Social en los objetivos estratégicos de la organización, lo constituye la dificultad de encontrar métricas e indicadores que midan el impacto real de las políticas de Responsabilidad Social. Por ello las compañías, en muchos casos, han considerado que la forma más eficiente de capturar el valor que generan las actividades de RSE, es su incorporación a las políticas  de gestión empresarial.

   La creciente regulación empresarial, la presión mediática en torno al compromiso empresa-sociedad, así como las demandas de los mercados y de los inversores, han generado un statu quo desdibuja la paternidad de muchas actividades de impacto extrafinanciero. ¿Gobierno Corporativo o Responsabilidad Social?

   Esta absorción por parte del Buen Gobierno del contenido de la RSE, sigue en marcha y es de prever que continúe. La aprobación el pasado 29 de septiembre por parte del Consejo Europeo de la Directiva sobre Información no Financiera que afectará a todas las empresas que cuenten con más de 500 trabajadores, implica un paso más en esa dirección.

   La Directiva va a exigir que se incluya en el Informe Financiero Anual o en el específico de Responsabilidad Social, las políticas que tenga implantadas la empresa relacionadas con su impacto en el medio ambiente, las medidas adoptadas para asegurar el respeto a los Derechos Humanos, procedimientos contra la corrupción y el cohecho; modelos de gestión de los Recursos Humanos, igualdad de oportunidades, condiciones laborales etc. Además de explicitar herramientas e indicadores para medir su evolución.  Dedica un punto concreto a exigir que se incluya en esta información datos concretos sobre la política de la diversidad de género; edad, perfiles, distribución por unidades funcionales y geográficas, etc.

   Los reguladores, gobiernos, mercados y la sociedad en general son plenamente conscientes de que los resultados financieros no son suficientes para apoyar decisiones de inversión, otorgar reconocimiento a la marca, atraer talento y ser confiables en la generación de valor a largo plazo. La función del Consejo se extiende cada vez más, y especialmente, a orientar a la empresa en su función de transformador básico de la sociedad,  potenciando su importancia como modelo organizativo esencial para resolver los desafíos económicos, sociales y medio ambientales de nuestros días, así como para asegurar la regeneración del desarrollo económico inclusivo y equilibrado.

   ¿Gobierno Corporativo o Responsabilidad Social?

   Como decía en la entrevista el director de la cadena hotelera, el mejor estándar de Responsabilidad Social es el mejor Gobierno Corporativo.

   Paloma del Val es vicepresidenta de la Asociación Española de Ejecutivas y Consejeras (EJE&CON) y responsable del Comité de Gobierno Corporativo e Igualdad.