Publicado 12/08/2015 12:52

"El vuelo del Fénix está en tí y en mí". Por Javier Expósito Lorenzo, de Fundación Banco Santander

Para aquellos que guardaban la impronta de una Cáceres árida, casi desértica, enclavada en una provincia de extrema sequedad como muchos consideran a Extremadura aún, el incendio de la Sierra de Gata será una anécdota que quizá les quite el buen sabor de boca del plato que comen mientras ven el telediario. Ocho mil hectáreas asoladas y casi dos mil vecinos que lo pierden todo. Puede que la carne les sepa algo chamuscada mientras mastican la noticia...

... Mas para los que viven o vivieron o alguna vez han andado por estos parajes y recorrido sus bosques o visto la riqueza de esas tierras que brotan chortales y manantiales en el albor de la primavera, este acto venido de la mano del hombre --como ocurre en casi un 90% de los casos-- es un asesinato, un crimen mayúsculo. Y es que mientras el ser humano no sienta un incendio como si se hubiera quemado su piel, mientras no sintamos cada árbol, sus raíces y su copa, como una prolongación de nuestro propio cuerpo y alma, a cada animal como a un miembro de nuestra propia familia, no tendremos conciencia de que somos lo mismo y que la Naturaleza está aquí para acompañarnos, para hacernos la vida más acogedora y recordarnos al contemplar su belleza que somos algo más que esta civilización que desea superar al hombre desde el hombre y que nos vende el transhumanismo como la futura panacea. Una más de tantas soberbias.

Para los lirios del campo y las aves del cielo la cosa es simple. Se afanan en el presente. Están conectados a quienes son. Son humildes. Y hacen lo que han venido a hacer. Por eso, mientras estemos desconectados interiormente de lo que somos --y somos la Tierra y sus frutos y la lluvia del cielo--, volcaremos esa misma desconexión hacia fuera, o sea, hacia la tierra misma y las alturas, de modo que devolveremos sólo esa aridez, esa sequedad, ese abandono que hace que todo el medio natural que nos rodea poco a poco se deseque o anegue.

Pasear por un bosque incendiado es sufrir la soledad más amarga y el silencio más desgarrador. Es masticar abandono. La responsabilidad del Ave Fénix que remonta empieza en ti y en mí. No miremos a otra parte. Está dentro. Porque el ser humano es un creador que proyecta su pensamientos y los hace manifestación externa en lo que le rodea.

Es hora ya de resurgir de las cenizas de estos incendios y aupar ese Ave Fénix. De ayudar cada uno en lo que pueda. Puedo decir con alegría que en la institución en que trabajo, la Fundación Banco Santander, piense uno lo que quiera de nuestra función y esfuerzos, mantenemos un programa único de Recuperación de Patrimonio Natural que lleva más de diez años en funcionamiento, y cuyo alma mater es Rafael Hurtado, uno de esos hombres que no descansa en la defensa de nuestro patrimonio natural, uno de esos sabios que se conoce al dedillo cada especie y cada legua de terreno que recuperamos, y que ha conseguido convertir nuestras actuaciones -y van más de quince- en un modelo sostenible que implica a administraciones públicas, ganaderos, agricultores, empresarios y oenegés de carácter ambiental en un único proyecto.

Esta es la manera. Integrar. La búsqueda de la unidad en todo lo que hacemos. Intentamos rellenar un mapa de recuperaciones que una todas las Comunidades Autónomas ('https://www.fundacionbancosantander.com/es/mapa'), y que pueda ser exportable como modelo de equilibrio sostenible y de recursos gastados de forma eficiente de unas a otras. El Centro Cites de Castilla-La Mancha con la ayuda de la Fundación para la Investigación en Etología y Biodiversidad con un emprendedor como Alejandro Fernández, o el próximo proyecto que presentaremos en noviembre para recuperar el águila imperial en Doñana con GREFA son el presente y futuro de esos pequeños pasos que podrán y deben ser mayores a medio y largo plazo.

Estas recuperaciones --turberas en Asturias, bosques de laurisilva en Canarias, praderas marinas y águilas pescadoras en Andalucía, bosques atlánticos y marismas en Cantabria, etc-- son un impulso para aupar el vuelo de este ave fénix que debe ser un ecosistema recuperado, un territorio devuelto a la vida y a su aspecto original, porque también se trata de respetar el medio y bendecirlo con su alfombra originaria. Lo hicimos en la reserva de la Trapa en Mallorca y no nos fuimos del lado del Grupo Ornitológico Balear que tutelan ese territorio cuando se incendió hace dos años. Allí estuvimos para ayudar al resurgir de las cenizas.

No podría escribir esto que escribo, no podría hablar de lo que hablo, si no hubiéramos recorrido con el corazón cada palmo de terreno en el que plantamos un esqueje de tejo, acebo o haya, se nos hubieran saltado las lágrimas de emoción ante el majestuoso y silencioso vuelo de un búho real al ser liberado, o después de haber olido la fragancia de la laurisilva cuando la niebla de la mañana la envuelve con un halo de magia.

Da igual quien haga al Ave Fénix resurgir de las cenizas. Todos estamos en lo mismo. Todos somos ese otro que ama oler el aire puro en las montañas o tocar el musgo húmedo de la piedra, ese que disfruta viendo a sus hijos jugar entre los pinos al lado del río. Somos responsables de este Edén que tiembla.

Javier Expósito Lorenzo es responsable de comunicación y literario de Fundación Banco Santander.