Actualizado 08/05/2018 14:42

El Archivo Histórico Provincial dedica su Documento del Mes a la industria cervecera malagueña de los dos últimos siglos

Presentación del Archivo del mes
JUNTA

MÁLAGA, 8 May. (EUROPA PRESS) -

El Archivo Histórico Provincial, que gestiona la Delegación de Cultura de la Junta, dedica su Documento del Mes de mayo a la industria cervecera malagueña en los siglos XIX y XIX con una recopilación de documentos relativos a la misma, que se complementa con información general sobre la industria y la economía malagueña de la época.

La delegada territorial de Cultura, Monsalud Bautista, ha reseñado este martes, en la presentación de esta nueva actividad divulgativa de aspectos de la historia de Málaga a través del patrimonio documental que custodia el Archivo, que en esta ocasión, además, está vinculado a otro tipo de patrimonio de gran importancia para la ciudad y la provincia: su patrimonio industrial.

La industria cervecera está relacionada con la producción agrícola, con el diseño industrial, con la planificación urbanística y, desde luego con el consumo, por lo que a lo largo del tiempo han sido diversos los órganos administrativos que han producido documentos para regular todas estas cuestiones, documentos que posteriormente son conservados en el Archivo Histórico Provincial.

Además, según ha detallado en rueda de prensa, no se ha de olvidar que esta industria, desde finales del siglo XIX, ocupó una numerosa mano de obra.

En relación con las fábricas cerveceras en Málaga, han recordado que durante el siglo XIX hay constancia de la Fábrica de cerveza Antonio Luroth, situada en la calle Nuño Gómez, que se dedicaba, además, a la prensa de la uva, fábrica de aguardientes y almacén de vinos; la fábrica de cerveza José Sánchez Rico, situada en el Barrio de El Perchel, y la
fábrica de cerveza Enrique Hesindel.

De igual modo, a lo largo del siglo XX se crean las más conocidas fábricas de cerveza en la provincia, algunas de ellas han llegado hasta la actualidad. Entre ellas, se encuentran El Mediterráneo (1909), situada en la calle Canales; Franquelo S.A. Cerveza Victoria (1928), situada en origen en la calle Don Iñigo. Asimismo, han recordado que la fábrica de cerveza Victoria ha sido instalada de nuevo en Málaga en el año 2017; la Cerveza Costa del Sol S.A y Cerveza San Miguel. De igual modo, en la actualidad, han proliferado una serie de empresas dedicadas a la fabricación artesana de cerveza.

LA INDUSTRIA MALAGUEÑA

El desarrollo industrial alcanzado en Málaga durante el siglo XIX fue importante, tanto que hacia 1850 Málaga era la segunda ciudad industrial después de Barcelona. Los sectores siderúrgico y textil habían generado a su alrededor gran número de pequeñas industrias auxiliares, fábricas de jabón, de curtidos, de pintura, de cerveza, de salazones, serrerías de madera. Este desarrollo industrial favoreció la instalación de la red ferroviaria entre Córdoba y Málaga, entre otras infraestructuras.

A lo largo del primer tercio del siglo XX, la población malagueña crece. En cuanto a la economía, es esta una etapa de reajustes, cuyos resultados finales son: el afianzamiento y cierta expansión y mejora de la agricultura, que se consolida como el sector dominante; el progresivo desmantelamiento industrial y el fluctuante desenvolvimiento del comercio. Todo ello en el seno de una sociedad atrasada y escasamente alfabetizada, en la que una reducida oligarquía desempeña el papel hegemónico mediante el poder económico y político.

La depresión económica y los problemas sociales con que se cierra la historia malagueña del siglo XIX prosigue en los primeros años del XX. La neutralidad española durante la I Guerra Mundial abrió paso a una corta coyuntura de recuperación económica, pero se agudizó la conflictividad social e irrumpió una crisis de contenido revolucionario.

En la década de los años 20 se procuró enderezar la situación económica del país, fomentando la industrialización, mejorando la agricultura, impulsando el comercio exterior y desarrollando un amplio programa de obras públicas. Todo ello, al amparo de la próspera coyuntura de "los felices años 20".

Al final, el "crack" del 29, en el exterior, rompió la balanza económica y, en el interior, volvieron a aflorar los viejos males de la política y de la economía española. Tras la Guerra Civil y el periodo de Autarquía económica, en los años cincuenta se va afianzando una economía dual en el ámbito malagueño: un sector moderno y progresivo, el turismo, y otro tradicional y regresivo, la agricultura.

Por otro lado, han recordado que las condiciones de trabajo, en el siglo XIX y principios del XX en las fábricas eran peligrosas y causaban gran padecimiento: el ritmo de las máquinas, los frecuentes accidentes, a veces mortales, las largas jornadas, el frío y el calor asfixiante en verano, la total ausencia de medidas protectoras contra el polvo, los humos y las sustancias tóxicas, estas condiciones no eran casuales. Lo que se propiciaba era someter a los trabajadores e impedir la protesta, así como garantizar costes laborales lo más bajos posibles.

Las condiciones de vida de los trabajadores no mejoraron con la misma rapidez ni intensidad que lo hicieron los beneficios que dejaba su trabajo.

Así, mientras la riqueza y la ostentación de la nueva burguesía crecía, los trabajadores recién llegados a las ciudades tardarían más de un siglo en disponer de unas condiciones de vida dignas, como reflejan sus reivindicaciones. Si las condiciones de vida de los trabajadores eran pésimas, las de trabajo dentro de las empresas en cuanto a salarios, horas de trabajo, días de descanso, cobertura médica por accidente o vejez, fueron siempre por detrás de los avances tecnicos.

A lo largo del siglo fue creciendo la preocupación de los políticos por la situación de los trabajadores, o más bien por la creciente conflictividad (huelgas, paros, rotura de maquinaria, sabotajes) que esta situación provocaba.

El trabajo industrial no sólo era el que se realizaba dentro de las fábricas, una parte importante de las manufacturas industriales estaban producidas a domicilio y en pequeños talleres, muchas veces clandestinos, en el siglo XIX ésta era mucho mayor. Es muy difícil saber qué parte de la industria de bienes de consumo se manufacturaba en las casas de los trabajadores, pero todo indica que decenas miles de familias vivían de este trabajo, que improvisaba talleres en las casas obreras y convertía en trabajadores a mujeres, niños y hombres de todas las edades, sin horarios, sin derechos, sin reconocimiento alguno. En estos años surge el Barrio Obrero de Huelín y se consolidad los barrios de la Trinidad y El Perchel, han señalado.