Rosa Mª Calaf advierte de la tendencia mediática de priorizar el "impacto emocional" sobre la búsqueda de "reflexión"

Actualizado: martes, 3 octubre 2017 17:43

Participa junto con el psicólogo José Luis Rodríguez-Arias Palomo en una jornada sobre tratamiento informativo de casos de sufrimiento humano

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 3 Oct. (EUROPA PRESS) -

La periodista Rosa María Calaf ha advertido del modelo que parece marcar la evolución del periodismo, en el que cada vez gana mayor peso la búsqueda del "impacto emocional" y priorizar la inmediatez frente a la reflexión del lector o espectador, sin sopesar adecuadamente las consecuencias del tratamiento informativo.

La búsqueda de la puesta en escena, la apariencia, el espectáculo y el impacto emocional, inmediato y puntual, son algunos de los "grandes males" que, para la periodista, marcan el día a día de los medios de comunicación. Todo ello alimenta la llamada "sociedad de la emoción" frente a la generación de opinión, la contextualización y el rigor, lo que considera "tremendamente peligroso".

Así lo ha abordado durante su intervención en las jornadas 'Información e Sufrimento Humano', celebradas en la Facultade de Ciencias da Comunicación de Santiago. En ellas se han presentado dos documentos elaborados por grupos de trabajo del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia y del Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia que abordan recomendaciones prácticas para el tratamiento informativo de situaciones de violencia machista, suicidios, menores o catástrofes, entre otros.

Uno de los puntos apuntados por la periodista es el papel que juegan las nuevas tecnologías y las redes sociales, plataformas que pueden ayudar tanto "a mejorar como a empeorar las cosas", como "cualquier otro instrumento", y que algunos ciudadanos utilizan para diseminar desde "mensajes de odio" a rechazo.

Por ello, "es importante" que el individuo y sobre todo el profesional sepa "discriminar" esta cantidad "enorme de información" que le llega cada día y aprenda a "detectar" cuando se está "intoxicando" y cuando se está aportando valor, contextualización y datos que permitan al receptor formarse una opinión.

INFORMACIÓN "SUPEDITADA A LA TECNOLOGÍA"

Ante todo, ha añadido, el periodista debe tener "muy claro" que las nuevas tecnologías son herramientas a su disposición para "mejorar el contenido". "Y eso no se está haciendo", ha advertido, apuntando a la tendencia de que las informaciones están cada vez más "supeditadas a la tecnología".

Esto lleva a que las empresas comunicativas busquen convertir la información en un discurso casi "cinematográfico" y en "espectáculo", donde "no se verifica" ni se contextualiza lo suficiente y donde se pone por encima el impacto "puntual" en el espectador.

"Debes hacer que se hagan preguntas proporcionando rigor, pluralidad y honestidad", ha señalado, con el objetivo último de que el receptor "pueda formarse una opinión".

Esta saturación de información emocional conduce "a la insensibilidad" del espectador, lo que llaman "el síndrome de la piedad cansada", dado que la persona "no puede asumir constantemente impactos emocionales" sin posibilidad análisis.

LA IMPORTANCIA DE LOS "VALORES"

En esta línea, Rosa María Calaf ha destacado la importancia de que el periodista cuente con "valores incorporados" a su dinámica, que le permitan reaccionar de forma natural para asegurar el correcto tratamiento informativo ante temas de especial sensibilidad, como una catástrofe.

Puso el ejemplo de la cobertura de un terremoto en Indonesia tras el tsunami de 2004, que provocó 350.000 muertos. Allí se desplazó con un equipo y se encontró con el dilema de llegar a la zona mediante uno de dos helicópteros que se encontraban en ese momento trabajando, para trasladar 300 kilos de carga de emergencia para atender a las víctimas y a la población, o utilizar una alternativa que retrasaría su llegada unas 24 horas.

Posteriormente, se comunicó con su empresa para informar de la situación, a la que su interlocutor reaccionó diciendo "y si alguien llega antes?". Es en estas situaciones, ha insistido, en las que el profesional debe recordar que el objetivo de su información es "proteger y ayudar" a las víctimas, aunque ha reconocido que "no siempre es fácil" combinar la actitud del redactor con la sensibilidad de la empresa para la que trabaja.

La periodista ha señalado que, si en ese momento se cree que se hace "algo que no se debe" o "se prioriza llegar antes por encima del valor real" de la información, el trabajador debe preguntarse la razón por la que ha entrado en el periodismo.

Se trata, a juicio de Calaf, de un panorama de "libertinaje informativo", que "nada tiene que ver con las libertades de prensa y de expresión" ni "los derechos universales de la ciudadanía". En este sentido, ha considerado que, aunque el objetivo es "contar lo que se quiere callar" o "ocultar", no siempre hay respuestas "absolutas" y "a veces hay cosas que no hay que contar", aunque casi siempre "hay intereses" detrás de los hechos que no buscan el bien común, "sino el de determinados grupos".

En este panorama, ha insistido, los medios juegan un papel "paradójico" en el que, a pesar de que su papel es informar del origen de los sucesos, a veces se contribuye a diseminar mensajes "que hacen posible" la construcción de ese modelo economicista en el que las personas están fuera del centro de atención y se deterioran los valores.

CONFLICTO INTIMIDAD-INFORMACIÓN

En esta misma jornada ha intervenido el psicólogo José Luis Rodríguez-Arias Palomo, que ha apuntado la necesidad de los códigos deontológicos tanto en la práctica médica como en la comunicativa, donde a veces entran en conflicto el derecho a la intimidad y el de la información.

Así, ha señalado el caso de que cuando se informa sobre la víctima de un conflicto armado o de una catástrofe, el periodista está hablando y abarcando implícitamente "a todos los demás", y es cuando resulta importante sopesar las consecuencias de esa información, los beneficios o el "daño" que pueda producir.

Rodríguez-Arias ha ilustrado su argumento con el caso del piloto de German Wings que hizo estrellar un avión de pasajeros, destacando que el autor "había sufrido depresión". "Y también sarampión", ha ironizado el psicólogo.

Sobre este aspecto, ha considerado que al abordar la depresión como "un cáncer" o un bolígrafo, se está transmitiendo "una idea incorrecta" de un tema tan sensible y complejo como la salud mental, que se define por "un conjunto de comportamientos" y no se trata de una entidad palpable y física.

Por ello, cree importante tener en cuenta el punto de vista a la hora de elaborar una información o a la hora de abordar temas que afectan a colectivos sensibles, como es el caso de los menores y cuestiones como las nuevas tecnologías, el 'sexting' o incluso el botellón.

En este caso, ha señalado que la realidad "está mediatizada" por un punto de vista del adulto en el que se excluye a los actores implicados (los adolescentes o menores), por lo que ha abogado por ser "cuidadosos" en el tratamiento informativo de estas cuestiones de especial sensibilidad, además de en casos de violencia machista o suicidios.

COMERCIALIZACIÓN DEL SUFRIMIENTO

Estas ideas van en la línea de los temas abordados en los documentos que han presentado los colegios profesionales implicados. Uno de los moderadores de la jornada, Xabier Macias, ha señalado que a los profesionales que han participado en los grupos de trabajo les preocupa "la comercialización del sufrimiento humano", y el incorrecto tratamiento de las emociones, la ansiedad y el miedo.

Frente a ello, reivindican "rigor" y que el profesional (tanto médico como periodista) sea consciente de las "consecuencias" de su trabajo y de la importancia de lo que se describe al receptor. Una tarea para la que resultan útiles los códigos deontológicos.