La sequía provoca que el embalse de Portomarín descubra el antiguo pueblo
EP/CEDIDA
Actualizado: domingo, 24 septiembre 2017 9:45

   Ganaderos afrontarán un invierno "inviable" con un tercio del forraje de otros años y la producción apícola cae entre un 60% y 70% en Ourense

   SANTIAGO DE COMPOSTELA, 24 Sep. (EUROPA PRESS) -

   Entre cuatro y seis zonas de la cuenca Galicia-Costa tienen un riesgo "real" de pasar de prealerta a alerta por sequía a partir de octubre, debido al déficit acumulado de lluvias que afecta a la comunidad desde la primavera de 2016.

   Así lo revela, en una entrevista con Europa Press, el director xeral de Augas de Galicia, Roberto Rodríguez, quien explica que, de tomarse esta decisión, para la que existe una "posibilidad real", se adoptará en la mesa de la sequía.

   Este órgano, que aglutina a técnicos de todos los departamentos de la Xunta con competencias en la materia, se reunirá probablemente el lunes 2 de octubre --el 30 de septiembre acaba el año hidrológico, pero ese día todavía no estarán cerrados los datos--.

   Y el director xeral subraya que "existe la posibilidad cierta" de convertir la prealerta, decretada a comienzos de año, en alerta en "algunos sistemas" de los 18 que tiene la cuenca Galicia-Costa.

   Estos sistemas son como "minicuencas" y se ubican en distintas áreas de toda la comunidad, desde el norte hasta el sur, aunque este último es el más afectado.

UN TERCIO DE LOS RÍOS, CON MENOS DE LA MITAD DEL AGUA

   No en vano, una tercera parte de los principales ríos de esta demarcación --la otra es la de Miño-Sil-- llevan un caudal inferior al 50% a lo que sería habitual en esta época del año. Es decir, "menos de la mitad del agua que en teoría debían llevar", destaca Rodríguez.

   Se trata de ríos como el Mandeo, con un 31% de su caudal medio para la época; el Anllóns, en torno al 50%; algún tramo del Xallas y del Ulla, el Furelos, el Lérez, el Oitavén, el Lagares y el Groba.

   En cualquier caso, Augas descarta tener que decretar el estado de alerta en toda la demarcación: el riesgo se da en aquellos sistemas que ya vienen teniendo una situación "más delicada" durante los últimos meses, pues su situación está "más alejada" de su condición "normal".

   De lo que se habla es de una sequía hidrológica, según recuerda el responsable del organismo, para mandar un mensaje de tranquilidad al destacar que esto "no hay que identificarlo con que pueda haber escasez en los recursos".

   Así, si bien la Xunta está "preocupada" tras nueve meses de déficit de precipitaciones, valora que agosto "resistió mejor de lo que se esperaba", y que por delante hay un otoño que, si es normal en cuanto a lluvias, hará que la situación tienda, precisamente, hacia la normalidad.

LAS CONSECUENCIAS DE LA ALERTA

   Las consecuencias de que se declare la alerta en algunas zonas no tendría "efecto inmediato" sobre la ciudadanía, según indica Roberto Rodríguez.

   Así, medidas como hacer obligatorias las restricciones en determinados usos o en baldeos de calles --actualmente son recomendaciones-- no se contemplan "en un primer momento", sino que habría que ir analizando las circunstancias particulares de cada lugar.

   Sí repercutiría la alerta por sequía, de manera más inminente, en una intensificación de los seguimientos, que pasarían a ser semanales en los embalses, en los aforos y en la calidad de las aguas.

   Otra actuación prevista es la de variar las normas de explotación de los embalses, así como el régimen de caudales ecológicos, para garantizar los aportes suficientes.

   Sea como fuere, el director de Augas de Galicia remarca que el abastecimiento está garantizado. Solo tres ayuntamientos trasladaron incidencias al organismo desde mayo --cuando se hicieron llegar las recomendaciones--: los de Aranga (A Coruña), Valadouro (Lugo) y Portas (Pontevedra), que pidieron permiso para captar agua en otro punto.

   "Agua hay. Lo que tenemos es que adoptar medidas para protegerla, para preservar los recursos, mediante su uso adecuado", apunta Rodríguez.

   La parte sur de Ourense es la más afectada, pero las incidencias en esta área afectan, mayoritariamente, a núcleos rurales y traídas vecinales a las que se ha garantizado el suministro con cisternas, según señala Rodríguez. Y es que, de hecho, los primeros efectos se notan en pozos y acuíferos.

   Imágenes como las ruinas del antiguo pueblo a la vista en el embalse de Portomarín, o las de Belesar, son "llamativas", según admite el director xeral, pero aclara que estos no son de abastecimiento.

   Desde 2012, Galicia cuenta con un protocolo de sequía que prevé todos los escenarios posibles --normalidad, prealerta, alerta y emergencia--, y Augas centra toda su atención ahora en el otoño, aunque reconoce que volver a la normalidad "va a llevar tiempo" y "no es cosa de un día para otro".

   Por último, resalta que el plan hidrológico tiene un apartado dedicado a lograr la resiliencia ante el cambio climático, que como ha avisado la directora xeral de Calidade Ambiental esta semana, "ha venido para quedarse", y afecta a ecosistemas y a la propia actividad humana, en ámbitos como el ganadero y el agrícola.

SITUACIÓN "INVIABLE" EN EL CAMPO GALLEGO

   Esta sequía afecta de forma generalizada al campo gallego, pero en especial al Macizo Central de Ourense, en donde "se están usando ya las reservas de forraje que se tenían para el invierno", ya que se ha recogido un 70% menos de lo normal, según explica a Europa Press María Páez, productora y responsable de Unións Agrarias en Viana do Bolo.

   "Se recoge un tercio del forraje sobre lo normal, se está gastando en el verano, y en invierno ¿qué hacemos?", clama esta ganadera, que cree que la llegada del invierno hará "inviable" mantener muchas explotaciones en la montaña oriental ourensana.

   Por este motivo, Páez reclama "ayudas directas ya" para poder "seguir dándoles de comer" a vacas y ovejas. "No me vale de nada un crédito a interés cero de 3.000 euros si cuando tenga que pagarlo no voy a tener los 3.000 euros", se queja.

   "No vamos a poder sobrevivir en invierno con lo que tenemos si no nos ayudan ahora", avisa María Páez. "Y si no nos quiere dar dinero que nos den comida con unos camiones de forraje", apostilla.

   Junto a esto, la líder del Sindicato Labrego, Isabel Vilalba, echa en falta que, pese a que se prevé que estos episodios de sequía sean cada vez más frecuente, "no hay ningún grupo de trabajo serio" de cómo abordar la situación en Galicia en el que se fomente la investigación, con cuestiones sobre cómo almacenar agua en invierno o tener seguros útiles.

LA PRODUCCIÓN APÍCOLA CAE ENTRE EL 60% Y 70% EN OURENSE

   Otro de los sectores afectados es el de la apicultura, con caídas de la producción "de entre el 60% y el 70%" en la provincia de Ourense, en donde se encuentran los productores comerciales, según informa a Europa Press el portavoz de la Asociación Galega de Apicultura, Xesús Asorey.

   Estima que en la provincia ourensana hay unas 60.000 colmenas que producían un promedio de 30 kilos, pero este año "andan por 10 kilos". Esta situación ha provocado "altas pérdidas", en un año que "es malo en toda Europa por la sequía y el cambio climático". En el resto de Galicia, se prevé "una cosecha mediana", aunque "buena" en áreas de eucalipto.

   Asorey indica que a nivel comercial la sequía provoca que las abejas "no hayan juntado ni siquiera lo necesario para pasar el año", pues las flores "no segregan néctar porque no hay humedad". Por ello, los apicultores le dan un complemento de alimento --a base de agua y azúcar-- que "se parece al néctar que sacan de las flores", el cual "vale para el sustento de ellas, no para hacer miel".

   El kilo de productores ourensanos se estaban vendiendo a 4 euros el kilo y ahora sube a 4,60 el kilo, pero este alza no compensa la caída de la producción y "solo se piensa en cubrir gastos".

   "Galicia era un paraíso para las abejas, no había práctica ni de alimentar ni de trashumancia (cambio de colmenas de zonas cálidas a más húmedas)", pero se "están haciendo ya necesarias y obligatorias".

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