Cangrejo rojo de río, especie invasora
CSIC
Actualizado: sábado, 25 noviembre 2017 11:06

   Sube el coste de potabilizar el agua y provoca un repunte "exponencial" de algas en embalses, algunas tóxicas y otras que generan malos sabores

   SANTIAGO DE COMPOSTELA, 25 Nov. (EUROPA PRESS) -

   La sequía que desde hace meses afronta la comunidad gallega, que continúa pese a las lluvias de los últimos días, favorece la propagación de especies invasoras como el cangrejo americano y la maleza acuática brasileña (la planta Egeria densa). Mientras, insectos e invertebrados acuáticos, así como animales cuyas zonas de reproducción se sitúan aguas arriba, padecen esta disminución de los caudales de los ríos y de los embalses gallegos.

   Así lo advierte, en declaraciones a Europa Press, el profesor de zoología y antropología física de la Universidade de Santiago de Compostela Fernando Cobo, director de la estación de hidrobiología del 'Encoro do Con', en Vilagarcía de Arousa (Pontevedra).

   Cobo explica, además, que la escasez de lluvias y la consecuente merma del nivel de las aguas afecta a la calidad de las mismas, lo que, a su vez, hace que aumenten los costes de potabilización para que el agua que llega a las casas a través de los grifos cumpla con los estándares de calidad.

   "Cada planta tiene un procedimiento, y tendrá que clorar más si tiene cloro, ozonizar más si tiene ozono, si tiene filtros tendrá que renovarlos, intensificar el tratamiento de ultravioleta, usar más energía...", enumera.

   Otra implicación de la sequía, que también puede o no llegar al usuario final, es el repunte "exponencial" en los últimos años de la presencia de algas en aguas embalsadas, algunas tóxicas y otras que generan malos sabores, a tierra, a pescado... "muy difíciles de quitar" durante la potabilización.

   Por otra parte, la reducción del agua en pozos de particulares implicará necesariamente un empeoramiento de la calidad, ya que, al haber menos cantidad se produce también menos dilución, y el hecho de que las sustancias estén más concentradas "va a cambiar los procesos físicos y químicos del agua".

   Al respecto, Cobo llama la atención sobre que "no todos" los pozos tienen un control "constante" de su calidad, "por no decir casi ninguno", y algunos, por ejemplo en zonas agrícolas, pueden sufrir una concentración de nitratos e incluso la aparición de nitritos.

"REAJUSTE" DE ESPECIES

   Entre otras cuestiones, la sequía provoca un aumento de las temperaturas, menor capacidad de autodepuración, menos oxígeno disuelto y hasta cambios en el 'pH' del agua, según expone este experto.

   "Afecta a todos los organismos que viven en los ríos y en los embalses, que responden cada uno de acuerdo con sus características ecológicas: algunos desaparecen o ven muy reducido el número de individuos, lo que hace que la competencia con otras especies desaparezca, y esas poblaciones, más resistentes, pueden proliferar", destaca.

   Este "reajuste" de especies atañe a peces como los salmones y las truchas, porque se les dificulta el acceso a sus zonas de reproducción. "Hay obstáculos, pequeñas presas, que cuando había agua no pasaba nada, pero que con poca se convierten en barreras infranqueables", resalta este profesor.

   "El problema es que la sequía se da en sistemas que ya están intervenidos por la acción humana", constata, haciendo referencia a unos sistemas que están "al filo de la navaja", es decir, en el "límite de su capacidad". Si en este contexto "reduces mucho el agua como está sucediendo, entonces los comprometes mucho más", sentencia.

   También están "padeciendo estas circunstancias", según avisa el profesor Cobo, insectos e invertebrados acuáticos "que tienen un valor de conservación muy alto", porque son especies propias del cuadrante noroccidental de la península "y no las hay en ningún otro sitio del mundo".

   Del lado opuesto, especies exóticas se multiplican: es el caso del cangrejo americano, pero también el de la Egeria densa, una planta acuática que invade la mayor parte del lecho del río, y cuya estampa es ya "muy llamativa" en el río Umia y en la parte inferior del Miño.

   Para gestionar estas especies invasoras, la Consellería de Medio Ambiente desarrolla actuaciones en diversos planos: evaluación previa y planificación, prevención, detección temprana y respuesta rápida, erradicación y control, seguimiento y extracción de conclusiones.

EMBALSES CON PROBLEMAS

   El director de la estación de hidrobiología del 'Encoro do Con', que precisa que este centro está dedicado a la investigación y no a la "vigilancia", ha detectado un incremento "exponencial" en los últimos 20 años de los embalses con problemas por proliferación de cianobacterias.

   Estas algas, de tamaño microscópico, en ocasiones son tóxicas y otras veces únicamente generan sabores en el agua. "De tener dos o tres episodios hemos pasado a 26-27 embalses con estos problemas", alerta, apuntando a supuestos concretos en la cuenca del Miño-Sil y también en la de Galicia-Costa.

   Estos fenómenos se originan fundamentalmente a finales de verano, y la falta de precipitaciones abundantes y con una cierta constancia permite que "se mantengan más". "Cada vez son más frecuentes", llama la atención Fernando Cobo.

LA HUELLA HÍDRICA

   De todos modos, subraya que el agua en los hogares gallegos es "muy buena", y no recomienda comprar agua natural embotellada, puesto que "ni se gana en calidad, ni se ahorra en agua".

   Bien al contrario, apunta a la elevada huella hídrica de embotellar un litro de agua, al ser precisos muchos más litros en el proceso de fabricación. Y cifra en "300 veces más" el coste del agua embotellada. "Cosa distinta son las agua minero medicinales, que tienen otras cualidades y propiedades", señala.

   Por último, reflexiona sobre periodos de sequía similares al actual en el pasado reciente de Galicia, aunque este "puede ser un poquito más severo" en la provincia de Ourense y en zonas como la cuenca del río Lérez, en Pontevedra.

   "En general, hasta este momento, esta imagen se ha producido antes; si se prolonga, otra cosa sería", comenta, sin dejar de tener la vista puesta en la relevancia de fijarse en los impactos ecológicos de una pérdida de calidad del agua por la sequía.

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