Huracán Katrina
Foto: RICK WILKING / REUTERS
Actualizado: lunes, 27 agosto 2018 10:21

Nueva Orleans conmemora el décimo aniversario de una de las mayores catástrofes naturales de la historia del país

MADRID, 27 Ago. (EDIZIONES) -  

   A lo largo de esta semana, Estados Unidos conmemora trece años del paso del huracán Katrina por Luisiana, el desastre natural más costoso en la historia del país, uno de los cinco huracanes más letales en Estados Unidos y, por encima de todo, un símbolo tanto del fracaso institucional a la hora de impedir una tragedia humana que dejó más de 1.800 muertos -- con un efecto particularmente devastador en la comunidad negra -- como del espíritu de reconstrucción en una ciudad, Nueva Orleans, que diez años después todavía pugna por recobrarse de los efectos de la tormenta.

   En términos muy generales, y siempre tomando a Nueva Orleans como referente, hay marcados indicios de recuperación económica y demográfica: la ciudad alberga hoy a 385.000 personas, entre un 80 y 85 por ciento de los niveles previos a la tormenta. De igual modo también han subido los ingresos por impuestos.

   Sin embargo, un vistazo más cercano revela que la ciudad todavía está lejos de recuperar la normalidad, algo que se aprecia claramente en el aumento del coste general de la vida. Por ejemplo, el alquiler medio ha aumentado casi 300 dólares en una década -- de 698 dólares en 2004 a 925 en 2013 --, según el Data Center, en parte debido a que todavía hay 25.000 viviendas menos de las existentes en 2000. A ello se suman otros costes adicionales como el del seguro por inundaciones.

   La ciudad ha experimentado una concentración poblacional a juzgar por un medidor bastante fiable como es la recepción regular del correo. En comparación con 2005, la mitad de Nueva Orleans se encuentra un 25% más vacía mientras que una cuarta parte -- en los distritos habitualmente más turísticos, como el Lower Ninth Ward-- se encuentra un 25 por ciento más llena de gente.

   El humor oficial es, de todas maneras, exultante. El actual alcalde, Mitch Landrieu, no dudó en declarar el pasado mes de mayo que la ciudad "ni ya está recuperándose, ni ya está en reconstrucción". Para el presidente de la ONG para el desarrollo económico de la ciudad Greater New Orleans, Michael Hetch, se trata de "una de las mayores recuperaciones urbanas de nuestras vidas", hizo saber al 'NYT'.

CUANDO SE ROMPIERON LOS DIQUES

   Un vistazo a la cronología de respuesta al 'Katrina' no parece evidenciar lentitud de respuesta: la gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco, declaró el estado de emergencia el 26 de agosto -- tres días antes de que 'Katrina', que siquiera había alcanzado la categoría 3, tocara tierra -- y solicitó al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, la declaración de emegencia federal, cosa que sucedió un día después.

   Nada hacía presagiar la situación en la que se iba a encontrar la ciudad el 1 de septiembre, en mitad de un estado de anarquía, con el alcalde Ray Nagin lanzando un "SOS desesperado" y miles de evacuados "muriéndose" en el estadio Superdome. Parte de las respuestas se encuentran en un devastador informe de la entonces republicana Cámara de Representantes emitido en 2006, que sentencia el 'Katrina' como "un fracaso nacional, una abdicación de la más solemne obligación de responder al bien común a todos los niveles --individual, corporativo, filantrópico y gubernamental--".

   El informe señala la ruptura de los diques de contención del río Mississipi y el lago Pontchartrain como causa fundamental de la fallida respuesta de emergencia al 'Katrina'. Los primeros indicios comenzaron a aparecer durante la mañana del 28 de agosto. La ruptura fue confirmada por los especialistas ese día por la tarde, ocho horas después de que el alcalde Nagin ordenara la evacuación inmediata de la ciudad.

 

   El director del Departamento de Seguridad Nacional, Michael Chertoff, confesó que tardó dos días en recibir confirmación de la ruptura de los diques. Sucedió a mediodía del 30 de agosto, un día después de que el 'Katrina', convertido en un huracán de categoría 5, tocara tierra en una ciudad que estaba inundada ya en un 80 por ciento, con todos los sistemas de bombeo anulados por la falta de corriente eléctrica.

   La ruptura de los diques desató el caos organizativo en la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA), que de por sí carecía completamente de la preparación necesaria para afrontar un desastre organizativo de tal envergadura, comenzando por su entonces director, Michael Brown, quien presentó su dimisión el 12 de septiembre, solo diez días después de que Bush le felicitara por su trabajo con la infame frase: "Estás haciendo un gran trabajo, Brownie".

   El informe interno del FEMA, publicado en abril de 2006, encontró las críticas irreprochables. "Los oficiales de la agencia tardaron tres días en comprender la magnitud de la destrucción. Un tiempo de respuesta de 72 horas no responde a las expectativas del público", según el documento.

   El texto critica además la figura de los "gestores de emergencia", un cargo "pobremente diseñado e incompleto", enlaces con una "estructura de mando local" que "nunca consiguió crear un centro de control unificado" a lo largo de la crisis y que desembocó en numerosos despilfarros económicos que rara vez beneficiaron a quienes necesitaban la ayuda más inmediata de una agencia "mal preparada para iniciar operaciones de búsqueda y rescate".

APUÑALAMIENTO POLÍTICO

   "En aquél entonces no teníamos ni idea de lo absolutamente incapaz que (Brown) iba a ser a la hora de liderar la respuesta federal al 'Katrina'", recuerda Robert Mann, el entonces asesor de la gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco. "Su último trabajo había sido la dirección de la Asociación Internacional del Caballo Árabe. No lo sabíamos, pero en ese momento estábamos solos", lamenta Mann en declaraciones a Vox.

   Mann narra una pesadilla con tintes políticos. "El periodista James Carville me llamó dos días después de que la tormenta tocara tierra para decirme que la Casa Blanca iba a echarnos la culpa", indicó. Mann recuerda como medios como el 'Washington Post' o el 'NYT' informaron de que la gobernadora Blanco tardó en declarar el estado de emergencia. "Lo hizo tres días antes de la llegada de la tormenta", precisó.

   El asesor recuerda los duros términos en los que se dirigió al entonces líder de la minoría republicana en la Cámara de Representantes, Tom DeLay. "Me lo llevé a un lado y le dije: 'Mire, estamos haciendo lo posible para lidiar con un desastre de proporciones épicas, y nuestro trabajo es mucho más difícil si nos apuñalan por la espalda'. "DeLay se quedó mirándome como diciendo '¿Quién es este idiota y qué le hace pensar que no vamos a destruir a sus jefes demócratas si tenemos la oportunidad?", lamentó Mann.

   En una entrevista concedida en 2010, el ya ex presidente Bush recordó amargamente la frase que le dedicó el rapero Kanye West durante una retrasmisión televisada de un maratón de recaudación de fondos. "A George W. Bush no le importan los negros", proclamó West ante el gesto de sorpresa del actor canadiense Mike Myers, que se encontraba a su lado. Bush lo recuerda como "uno de los momentos más repugnantes" de su presidencia.

   "Usted no está diciendo que lo que más le afectó fue ver la miseria en Luisiana", replicó el entrevistador Matt Lauer. "Fue que alguien le insultara por ello". Bush contestó inmediatamente: "En absoluto. Quiero dejar claro que la miseria de Luisiana me afectó igualmente". El presidente se defendió así de las quejas por su supuesta falta de compromiso a la hora de coordinar las operaciones de rescate y de los reportajes fotográficos, meramente simbólicos, que emprendió tras el paso del huracán.

   Obama visitará Luisiana el jueves, con diques nuevos -- a un coste de 14.000 millones de dólares-- y la promesa de no repetir los errores del pasado. Sea como fuere, quedan sangre, sudor y lágrimas. "Trabajamos durísimo durante el día y lloramos por la noche", recuerda Mann. "Era posible seguir actuando, sin tener que fingir que todo estaba bien".

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