Niña escribiendo su nombre en una escuela de Sierra Leona
PLAN INTERNATIONAL
 
Actualizado: martes, 22 diciembre 2015 10:55

MADRID, 22 Dic. (Por Carolina Herrero, gerente de Comunicación de Plan International España) -

   Hoy, muchos españoles se han levantado con la esperanza de que su décimo de lotería sea el agraciado con el 'gordo'. No muy lejos, en los países en desarrollo, muchos niños y niñas, amanecerán con el sueño de ver cumplidos sus derechos.

   Cada día, miles de niños y niñas ven coartados sus derechos más fundamentales. Ven impedido el acceso a la educación, un derecho que promueve la libertad, la autonomía, el desarrollo personal, es su pasaporte para salir del círculo de la pobreza.

   En el caso de las niñas, que sufren una doble discriminación, por edad y por género, sufren prácticas como el matrimonio infantil por el hecho de ser niñas o, por ser niñas, están expuestas a la mutilación genital femenina, o al trabajo infantil doméstico, el embarazo temprano, la violencia o la discriminación. El cumplimiento de los derechos de la infancia no puede quedar en manos del azar, no puede depender de dónde se nazca, del sexo de la persona, o de la cultura o costumbres de su país.

   Cada dos segundos una niña es forzada a casarse en algún lugar del mundo, lo que les obliga no sólo a abandonar la escuela, sino a madurar antes de tiempo, asumiendo responsabilidades propias de un adulto, como encargarse del cuidado de la familia y del hogar. Al forzarlas a dejar la escuela no sólo se les roba su infancia, también su porvenir. ¿Qué futuro le espera a esa niña obligada a contraer matrimonio? Sin educación se crea un sistema de dependencia con su cónyuge que difícilmente podrá romper y que le condena a la discriminación y a la pobreza.

   El informe 'Por ser Niña: El Estado Mundial de las Niñas 2015' de Plan International se hace eco de una encuesta realizada en 16 países ('Casarse muy joven. Terminar con el matrimonio infantil', UNFPA, Nueva York, 2012) que determinó que el 10% de las niñas entre 5 y 14 años realiza las tareas domésticas por 28 horas o más a la semana, lo que le impide estudiar). Conforme a una encuesta de 2011 ('Educación de las Niñas- Los Hechos'. UNESCO EPT GMR, 2013) el 11% de los niños entrevistados en Reino Unido, el 66% en Ruanda y el 74% en India estaban "totalmente de acuerdo" en señalar que "el papel más importante de la mujer es cuidar de la casa y cocinar para su familia".

INVERSIÓN DE FUTURO

   Las niñas tienen derecho a una educación primaria y secundaria básica, universal, gratuita, obligatoria y de calidad, y así lo defendemos desde Plan International. Propiciando su desarrollo personal, contribuimos a que se labren un futuro, lo que revertirá positivamente no sólo en su propio porvenir, sino en el de su familia, su comunidad y su país. Las mujeres reinvierten el 90% de sus salarios en la estabilidad del hogar, la salud, educación y nutrición de sus hijos, mientras que el varón sólo invierte entre el 30% y el 40% de su salario.

   Cada año de educación secundaria que recibe una niña se traduce en un aumento de entre un 10 y un 20% en sus ingresos cuando sea adulta.

La educación de las niñas tiene un impacto directo en el desarrollo de su país. Según el mismo informe 'Por ser Niña: El Estado Mundial de las Niñas 2015', una niña cuya madre sabe leer tiene el 50% más de probabilidades de vivir más allá de la edad de cinco años. Asimismo, este documento apunta que la educación en los últimos 40 años ha evitado la muerte de más de cuatro millones de niños y niñas, y que invertir en las niñas podría incrementar la producción agrícola en el África Sub-Sahariana en un 25%.

   Es vital garantizar el acceso equitativo a la educación, y posibilitar así que las niñas dispongan de más instrumentos para liberar su poder, para tener autonomía en sus decisiones, para optar a un futuro digno. En definitiva, para que sean dueñas de su porvenir.

PRIMARIA Y SECUNDARIA

   Aunque se ha avanzado en la paridad en la educación, todavía hay países en los que el acceso a la educación primaria de las niñas es inferior a la de los niños, lo que se agrava en el caso de la educación secundaria. Así lo pone de manifiesto el informe de 2015 de la UNESCO 'La Educación para Todos, 2000-2015: logros y desafíos'.

   Según este documento, la disparidad entre los sexos en la matrícula de la enseñanza primaria se ha reducido considerablemente desde 1999, pero no se ha eliminado. Entre los 161 países sobre los que se disponía de datos respecto de 1999 y 2012, el número de países con paridad  aumentó de 83 en 1999 a 104 en 2012.

   En la enseñanza secundaria la disparidad de género aumenta. En 2012, el 63% de los países sobre los que se disponía de datos aún no habían alcanzado la paridad entre los sexos en la matrícula de secundaria.

La situación varía según las regiones.

   En el África Subsahariana y en Asia Meridional y Occidental, las niñas siguen estando en condiciones de mayor desventaja por lo que respecta a la matrícula en secundaria. En el África Subsahariana, el promedio de niñas matriculadas en relación con los varones en 2012 era de 84 por cada 100 varones; en Asia Meridional y Occidental el promedio en ese año era de 93 niñas por cada 100 varones.

   Estas cifras ponen de relieve la necesidad de propiciar el acceso equitativo a la educación, tal y como recogen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados por 193 países. En Plan International trabajamos para que la educación de las niñas no sea cuestión de suerte, sino un derecho universal, que debe garantizarse con independencia de dónde se nazca, o de las normas, cultura o costumbres del país.

   Apostamos por el empoderamiento de las niñas, porque puedan participar en la toma de decisiones que les afectan y por el desarrollo de su potencial y habilidades para conseguir así la igualdad real de oportunidades, y para ello es fundamental acceder al sistema educativo.

Por eso, estamos convencidos de que el acceso a la educación no puede ser una lotería para la que se tengan más o menos papeletas en función del sexo o del lugar en el que se ha nacido. Es un derecho universal en el que la suerte no tiene cabida.

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