Familias de refugiados en Grecia
PABLO TOSCO/OXFAM INTERMÓN
Actualizado: martes, 20 junio 2017 11:39

 

MADRID, 20 Jun. (Por José María Vera, director de Oxfam Intermón) -

Seguro que usted tiene a su familia entre lo más importante de su vida. La cuida y le cuidan. Imagínese un tiempo terrible en su historia, algo similar a estar en medio de la violencia brutal del conflicto sirio o perseguido en Afganistán o bajo las bombas de Mosul. Huye en cuanto puede, claro, pero tiene un hijo estudiando en otra ciudad y unos padres mayores en el campo. Arrastrando a sus hijos pequeños llega a las fronteras de la civilizada Europa. En el camino uno de sus hijos pequeños se pierde. Nada raro dado que la Europa fortaleza le obliga a transitar por las vías más inseguras y arrojarse en manos de las peores mafias.

Logró salir del infierno, transitando por el infierno, para acabar en el infierno. Uno de sus hijos menores está sin compañía en la Grecia continental, usted con parte de su familia en Lesbos, sus padres a duras penas en Turquía, su hijo mayor, quién sabe, tal vez ya en otro país europeo. Su hija pequeña llora.

¿Puede usted por un minuto pensarse y sentirse en esa situación? Si le ocurriera, esperemos que no, ¿qué esperaría de la humanidad? De alguien, de las autoridades de otros países en paz, de Naciones Unidas, de Europa, de quien sea. Es su familia que huye de la muerte, por Dios. Pues bien, todo lo más que encuentra es la solidaridad de la población griega y de los equipos de las organizaciones internacionales.

Oxfam Intermón ha presentado esta semana un informe sobre reagrupación familiar. Un recorrido por la indiferencia y por la burocracia inepta, esa que esconde la inhumanidad en forma de voluntad política precisa para trabar la reagrupación de las familias.

REAGRUPACIÓN FAMILIAR

La legislación internacional protege a los menores y a la familia, su unidad y su reagrupamiento en caso de persecución y huída del conflicto. Sin embargo, docenas de entrevistas realizadas por Oxfam en Grecia confirman que las políticas de control migratorio en Europa favorecen primero la separación familiar e impiden después que éstas se vuelvan a juntar.

En 2015, último año del que hay datos, llegó a Europa un millón de personas de países en conflicto. Apenas se concedieron 70.000 visados por razones familiares diversas cuando al menos el 44 por ciento de los sirios inició el peligroso camino de huída solo con el objetivo de reunirse con sus familias.

La consideración de familia es limitada en extremo. Hay menores que son registrados como adultos, o que incluso llegan a los 18 años esperando. La población que está en las islas griegas no puede salir de ellas hacia la Grecia continental. No hay oficinas ni personal preparado para atender los procedimientos que cambian con frecuencia.

La información solo fluye a través de las organizaciones, la oficial es confusa, con frecuencia inexistente. Y siempre está el miedo de ser retornados forzosamente a Turquía sin atender a su situación familiar. Buena parte de los estados miembro de la UE también ponen serias dificultades para el reagrupamiento familiar en su suelo.

INSOLIDARIDAD DE ESPAÑA

De España mejor no hablar. La brutal insolidaridad de este Gobierno hacia la población que busca asilo y refugio es ya una terrible seña de identidad, acuñada tras años de indiferencia y bloqueo. También hacia las familias que el PP tanto se jacta de defender, desde unos valores que machaca en su acción precisamente hacia las familias que más sufren.

Por no dar, ni siquiera aporta información fiable sobre solicitudes recibidas y concedidas. El último dato fiable es de 327 personas que llegaron en 2015 por mecanismos de extensión familiar, una de las escasas vías legales y seguras que existen. Una gota de agua en el mar de la desesperación de millones de familias que huyen.

Si se ha puesto usted en situación puedo imaginarme que, como a mí, la angustia le rondará. Imagínese el ahogo de millones de familias enfrentadas a la espera interminable, los trámites cambiantes, el miedo y la incertidumbre por saber de los suyos. Hermanos separados, parejas rotas, padres abandonados.

No podemos parar de exigir un cambio radical de esta política inhumana. Y mientras, no dejaremos de proteger y prestar asistencia legal a estas familias abandonadas.