MADRID, 5 Nov. (EUROPA PRESS) -
Las fuerzas de seguridad iraquíes han logrado avanzar este viernes a través del río Tigris hacia el norte, en dirección a Mosul, alcanzando la última gran ciudad al sur de la ciudad, según ha informado un comandante de la Policía.
El general mayor Thamer al Husseini ha asegurado en declaraciones a la televisión iraquí que las fuerzas policiales han entrado en el distrito de Hammam al Alil, a unos 20 kilómetros al sur del principal bastión del autodenominado Estado Islámico, contra el que el Ejército iraquí lanzó una gran ofensiva hace más de dos semanas.
Al Husseini ha asegurado que las unidades de las fuerzas iraquíes han entrado en el distrito de Salahiya, de Hammam al Alil. "Hemos cubierto la ciudad desde más de un lado, y creemos que en horas podríamos anunciar al pueblo iraquí la conquista de la ciudad entera y las áreas que la rodean", ha señalado.
Según han podido confirmar a la agencia de noticias Reuters varios residentes, los combatientes del grupo yihadista, ubicados en el norte de Mosul, han obligado a miles de personas a viajar con ellos para poder utilizarlos como escudos humanos ante los ataques aéreos de la coalición internacional.
El portavoz del Ministerio del Interior de Irak, Saad Maan, ya indicó este miércoles que las operaciones contra el grupo yihadista Estado Islámico en Mosul "están yendo más rápido de lo planeado".
En sus declaraciones, Maan señaló que la toma de Mosul "no llevará mucho tiempo", apuntando a la entrada de las fuerzas especiales en un barrio del este de la ciudad y los avances en otros frentes.
"Tenemos desafíos. Tenemos que proteger la infraestructura, y antes que nada la vida de la gente", manifestó, si bien ya subrayó entonces que desde el punto de vista militar, Bagdad "está seguro" del éxito de la operación.
El primer ministro de Irak, Haider al Abadi, anunció el 17 de octubre el inicio de la operación en Mosul. El grupo yihadista controla la ciudad desde verano de 2014 y la ha convertido en la capital iraquí de su proclamado califato.
Con cerca de dos millones de personas antes de que comenzaran los enfrentamientos, la ciudad constituye una zona de vital importancia para los milicianos en Irak. No obstante, el Gobierno teme que el asalto a la urbe provoque un éxodo masivo de civiles.
