Refugiados sirios en Líbano
ROCÍO MARTÍNEZ / EUROPA PRESS
Actualizado: jueves, 10 septiembre 2015 20:59

"La primera medida es animar a la gente a que vuelva a Siria, no forzarlos"

BEIRUT, 10 Sep. (Reuters/EP) -

El ministro de Exteriores libanés, Gebran Bassil, ha afirmado este jueves que los países árabes deberían compartir la carga en el apoyo y la acogida de refugiados, subrayando la presión de una creciente crisis en los Estados fronterizos con Siria.

"Los países en la región pueden ayudar en el asunto de los refugiados, pueden recibirlos", ha asegurado Bassil. "El que los sirios vayan a un país árabe cercano en la región facilita la vuelta del refugiado (a Siria)", ha añadido.

"Todo el mundo, bien sea un país europeo, occidental, o árabe, que haya tomado parte en el conflicto de Siria, tiene la responsabilidad de compartir la carga, no solo financieramente", ha señalado. "Todos los países árabes son responsables de compartir la carga", ha reiterado, sin nombrar a ninguno de estos estados.

Bassil es líder del partido cristiano Movimiento Patriótico Libre de Michel Aoun, quien forma parte de una amplia alianza que incluye la milicia chií Hezbolá, apoyada por Irán, conocido enemigo de las monarquías del golfo Pérsico.

El ministro también ha explicado que Líbano debe animar a los sirios a que vuelvan a las "zonas seguras" de Siria, lo que muestra su preocupación por la tensión que se vive en su país. Sin embargo, la comunidad internacional ha pedido prudencia en declarar cualquier zona dentro de Siria "segura".

Bassil ha aclarado que lo primero que hay que hacer es disuadir a los sirios de que emigren a Líbano o a Europa. "Aquí es donde deberíamos permitir que el Gobierno sirio se responsabilice. ¿Por qué deberíamos hacerlo nosotros?", ha criticado. "La primera medida es animar a la gente a que vuelva a Siria, no forzarlos", ha destacado. "No se trata de forzar a que vuelvan. Se trata de dejar de animarlo para que vengan a Líbano", ha puntualizado.

EMPEORAMIENTO DE LAS CONDICIONES

Las condiciones de los refugiados sirios en Líbano y en la región han empeorado considerablemente en 2015. La insuficiente financiación ha obligado a las agencia de la ONU a que disminuyan la ayuda, como el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que ha reducido a la mitad su ayuda alimentaria, lo que afectará a cientos de miles de refugiados.

La falta de recursos en Líbano, donde una de cada cuatro personas son refugiados, lo que ha provocado tensiones, entre las que se incluyen ataques físicos a los sirios. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha advertido este jueves de que llevará a cabo la mayor distribución de alimentos en Líbano desde el comienzo de la guerra siria hace cuatro años.

"Las comunidades de acogida ya vivían en situación de pobreza antes de la crisis. Ahora están compartiendo la carga con un gran número de refugiados que buscan seguridad", ha alertado el coordinado de la distribución de alimentos de CICR, Jeroen Carrin, en un comunicado.

Bajo la presión, Líbano ha impedido desde mayo que el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) registre a más refugiados. La propuesta ha empezado a disuadirlos de que vaya al país vecino, ha asegurado una fuente de ACNUR. No obstante, Bassil ha alertado de que habrá más fricciones en un futuro cercano. "La gente va a enfrentarse por la falta de recursos", ha concluido.

LA MAYORÍA, EN PAÍSES VECINOS

La mayoría de los 4,4 millones de refugiados sirios están refugiados en los países vecinos, entre ellos 1,1 millones en Líbano, pero a medida que las condiciones empeoran y la ayuda humanitaria se estira, un número récord de inmigrantes se han dirigido hacia Europa.

La crisis ha provocado que algunos líderes europeos anuncien una mayor acogida de refugiados. Alemania es el país de la UE que acoge a más personas, se espera que 800.000 personas lleguen en 2015.

En Oriente Próximo, Turquía, Líbano y Jordania se han llevado la peor parte de la crisis de refugiados sirios, pero los países del golfo Pérsico no han aceptado ninguno.

La brutal guerra de Siria ha terminado con la vida de unas 250.000 personas y ha provocado que más de 11 millones, casi la mitad de la población, abandone sus hogares.

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