Las muertes en la industria minera sudafricana aumentan tras años de mejora

Mineros en Sudáfrica
REUTERS
Actualizado: sábado, 3 septiembre 2016 9:12

PHUTHADITJHABA (SUDÁFRICA), 3 Sep. (Reuters/EP) -

Pakiso Matsemela aún recuerda el día que perdió la capacidad de andar, sumándose a la larga lista de víctimas de la industria minera sudafricana, cuya tasa de accidentes ha aumentado de nuevo tras años de mejoría.

"Oí un ruido fuerte y de repente una roca me golpeó en la espalda. Sentí como una ola de calor", cuenta Matsemela al recordar el accidente que le partió la columna mientras trabajaba en una mina de Northam Platinum.

Con una geología implacable, en Sudáfrica se encuentran las minas más profundas del mundo, donde los trabajadores tienen que desempeñar sus labores hasta a cuatro kilómetros bajo la superficie. A pesar de ello, la industria ha sabido hacer frente a los riesgos y las muertes de mineros han descendido durante ocho años consecutivos, hasta ahora.

Hay mucho en juego con las empresas mineras, que son los mayores empleadores en una economía con una tasa de paro del 25 por ciento y reciben la presión del Gobierno para mejorar la seguridad. También entran en juego cuestiones políticas cuando se dice que parece que importan más los beneficios de las empresas que la vida de los trabajadores negros.

Hoy en día esos beneficios son mínimos ya que, por ejemplo, los precios de minerales como el platino descienden considerablemente, algo que afecta a la seguridad porque las medidas para garantizar un entorno laboral seguro tienen un coste.

Los riesgos y los precios llevan a grupos mineros como BHP a retirar sus operaciones de Sudáfrica. "Creemos que todas las fatalidades son evitables. El platino no se puede extraer con seguridad. Está en minas muy profundas, con pasadizos muy concurridos y geológicamente inestables", comenta el portavoz de BHP, Ruban Yogarajah.

El Gobierno ha aumentado las inspecciones de seguridad pero se ha denunciado que los inspectores a veces ordenan que se pare el trabajo de manera arbitraria, provocando perdidas cuantiosas así como poniendo en peligro las tareas.

Para el Ministerio de Minería sudafricano, el aumento de las muertes de trabajadores demuestra la necesidad de los paros en algunas minas. Además, ha prometido que aumentará la seguridad: en julio se contrataron 38 inspectores más.

En 1993, un año antes de que Nelson Mandela se convirtiera en el primer presidente negro del país, murieron 615 mineros en los tajos. En 2009, cuando Matsemela sufrió su accidente, la cifra anual había descendido a 167 y siguió cayendo hasta 77 en 2015.

Pero este año, la tasa de muertes ha aumentado a 59 frente a los 48 que murieron en 2015. Los sindicatos apuntan a que puede que los trabajadores, por miedo a perder su trabajo, hayan estado asumiendo riesgos mayores para producir más.

"Esto pone presión sobre los trabajadores. Hay una creciente obsesión por la producción y eso provoca que se asuman mayores riesgos", declara el responsable de seguridad del sindicato minero Solidaridad, Paul Mardon.

REDES Y PIEDRAS

El índice de frecuencia de mortalidad de Sudáfrica, que calcula la proporción de muertes respecto al millón de horas trabajadas, bajó a 0,08 en 2015 frente al 0,3 de 2003, una media que aún así sigue siendo más alta que en otros sitios mineros como Australia.

El descenso de las muertes continuó en 2010, cuando cayeron un 24 por ciento a 127. Este descenso se dio cuando los productores sudafricanos empezaron a usar redes de seguridad en las minas. Las redes evitan que si se cae una roca golpee a quien está debajo, que hasta el momento era una de las principales causas de muerte.

Teniendo en cuenta la profundidad de las minas, el que se caiga el suelo es algo inevitable, lo cual pone de relieve la necesidad de minimizar las consecuencias de esos incidentes, que habitualmente suceden en las zonas de perforación.

Los resultados son alentadores. En 2003, las caídas de suelo representaron 131 de 267 muertes en las minas de Sudáfrica, mientras que en el año 2015, esas cifras descendieron a 22 del total de 77.

"Las redes de seguridad han demostrado su valía. Han atrapado rocas que podrían haber matado", asegura Agust Lamos, ingeniero de minas de la Universidad de Witwatersrand.

DAÑO CERO, LÍMITES TÉCNICOS

Tanto Gobierno como industria buscan una situación de "daño cero", pero Lamos asegura que la tecnología tiene sus límites. "No puede haber un año en la minería sudafricana en el que no haya una muerte", añade.

La mecanización de los trabajos, es decir, sustituir el trabajo humano por el de las máquinas, ya ha sido un paso en muchas minas pero en el caso de las de oro y platino los túneles son demasiado estrechos como para que quepan las máquinas.

Por otro lado, la tecnología no puede poner fin al error humano, que es lo que buscan sancionar los inspectores. Los ejecutivos de las empresas defienden que la mayor parte de las veces los paros dictaminados por los inspectores están justificados pero que provocan grandes gastos al frenarse la producción y tener que pagar a los mineros.

Un sondeo realizado por Reuters descubrió que siete empresas mineras aumentaron los paros en los siete primeros meses de este año y otras cuatro mostraron un descenso en los paros. Hay un caso de una compañía que, a pesar de mostrar un descenso, aún tuvo más de 100 paros.

Recuentos de media docena de productores muestran que la pérdida de producción por los paros de seguridad en lo que va de 2016 es de 2.000 millones de rand (123.000 millones de euros), y esto está lejos de ser el total de la industria.