Una mujer indígena, galardonada por su lucha contra una represa en Honduras

Honduras, el país más peligroso para ser ecologista
REUTERS
Actualizado: martes, 21 abril 2015 2:44

TEGUCIGALPA, 21 Abr. (Reuters/EP) -

Una mujer de la etnia Lenca fue galardonada el lunes con el prestigioso premio ambiental 'Goldman' por su lucha para evitar la construcción de una represa que amenaza con desplazar a cientos de indígenas, un reconocimiento celebrado por organizaciones de Derechos Humanos en el país más violento del planeta.

Desde 2013, Berta Cáceres, una maestra de 42 años, se convirtió en el vivo rostro de la oposición a una planta hidroeléctrica en el río Guacelcargue, considerado sagrado por los pobladores nativos del oeste del país centroamericano.

El anuncio se dio a conocer el mismo día en que la organización Global Witness, en un amplio informe sobre activismo ambiental, calificó a Honduras como el país más peligroso del mundo para luchar por los derechos de la naturaleza.

"Me siguen. Me amenazan con matarme, con secuestrarme, amenazan a mi familia. Esto es a lo que nos enfrentamos", dijo Cáceres, madre de cuatro hijos, en el citado informe, donde se asegura que al menos tres de sus compañeros fueron asesinados desde 2013 por oponerse a la obra.

El premio, entregado en San Francisco (Estados Unidos), fue aplaudido por las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos en el país centroamericano, donde Cáceres es elogiada por su combativo trabajo con las bases.

"Es una mujer dedicada a la defensa de su pueblo y su tierra poniendo en riesgo su vida por los grupos económicos que promueven estos proyectos hidroeléctricos y mineros", ha explicado a Reuters la presidenta del local Comité de Familiares Desaparecidos en Honduras (COFADEH), Berta Oliva.

La obra, de unos 50 millones de dólares, fue subcontratada por una empresa local al gigante chino Sinohydro y está temporalmente paralizada por las protestas lideradas por Cáceres al frente del Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH).

La represa, en la región de Río Blanco, afectaría a los indígenas que habitan en sus márgenes y que utilizan sus aguas para el consumo, el riego de cultivos y pesca artesanal de la etnia Lenca.

Por su parte, los defensores del proyecto aseguran que la planta, con una capacidad de 22 megavatios (MW), forma parte de un plan para asegurar el abastecimiento eléctrico renovable en uno de los países más pobres de la región.

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