Inmigrantes en un bote en el Mediterráneo
REUTERS/YANNIS BEHRAKIS
Actualizado: viernes, 3 febrero 2017 8:29

Mientras el mundo habla del muro que quiere construir Trump la UE estudia cerrar la ruta desde Libia

MADRID, 3 Feb. (Por Paula San Pedro, responsable de incidencia humanitaria en Oxfam Intermón) -

El mundo mira atónito las últimas decisiones del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, vetando la entrada a refugiados e inmigrantes. Una decisión que lejos de cumplir con su objetivo, frenar el terrorismo islámico, solo insta al miedo, al odio, al racismo y a la xenofobia.

Es difícil prever las consecuencias de esta decisión de seguir adelante, pero no parece poco probable que empiecen a estallar brotes de violencia, especialmente en los siete países directamente afectados. Tampoco parece imposible que caigamos en generalidades habituales pero altamente peligrosas, del tipo: "todos los musulmanes son terroristas y son una amenaza", o "todos los estadounidenses son unos racistas". Eso sería poner las semillas de un futuro aterrador.

Mientras esto sucede, la Unión Europea sigue sigilosamente custodiando sus fronteras. Las maneras son claramente más elegantes y sutiles, pero el mismo fin: frenar la llegada de refugiados y migrantes al viejo continente. Ya lo hicieron con el acuerdo de la UE y Turquía logrando su objetivo con una drástica caída del 98 por ciento.

Ahora pretenden hacer lo mismo con la ruta del Mediterráneo central que es la que concentra actualmente el mayor flujo. Según declaraciones del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y del primer ministro de Malta, Joseph Muscat, que ocupa ahora la Presidencia de turno de la UE, la ruta con Libia "debe cerrarse antes del verano". Justifican que de no hacerlo "los valores europeos estarán en peligro".

¿De qué valores están exactamente hablando? Los valores de la igualdad, la dignidad humana, la libertad, la democracia, la justicia y los Derechos Humanos que son el fundamento de las instituciones europeas exigen justamente otro tipo de políticas.

Ya sabemos que cerrar fronteras es poner puertas al mar. La gente seguirá tratando de alcanzar suelo seguro y pondrá su vida en riesgo si es necesario. Así es que el cierre de rutas está favoreciendo directamente el aumento de las mafias, el tráfico de personas, el trato inhumano y la violación de derechos básicos.

Frenando a la gente en Libia para que no alcancen suelo europeo solo les condenará a la amenaza de la detención, los abusos, la esclavitud e incluso la muerte. Es una vergüenza que utilicen al argumento de los valores.

Una política que respondiese realmente a los valores europeos aseguraría ante todo los derechos y dignidad de las personas en movimiento, promovería vías legales y seguras para la llegada de refugiados, un sistema migratorio basado en los derechos y un esquema de migración circular.

Los jefes de Estado de la UE se reúnen este viernes en Malta para discutir las medidas que tomarán para cerrar la frontera de Libia.
Así es que mientras que la opinión pública mundial centra su atención en lo que está pasando en suelo estadounidense, la Unión Europea sigue cumpliendo con su objetivo: amurallar Europa.

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