Nueva Europa, nuevos narradores

Foto de familia del Consejo Europeo de marzo en Bruselas
Foto: CHRISTOS DOGAS/ CONSEJO DE LA UNIÓN EUROPEA 
Actualizado: domingo, 12 abril 2015 10:21

MADRID, 12 Abr. (Rubén Ruiz, especialista en asuntos europeos y miembro del grupo CC/ Europa) -

   Europa necesita motores. La realidad cambia más rápido que nunca y este continente está plagado de talento joven. Somos millones de personas dispuestas a poner en marcha una maquinaria que ya forma de nuestra realidad diaria. Por eso es necesario reflexionar sobre si los ciudadanos, y particularmente los jóvenes, estamos cumpliendo satisfactoriamente nuestro papel.

   Pese a las sucesivas reformas de los tratados los Estados miembros aún no han conseguido adoptar una Constitución europea. Ni siquiera hemos conseguido comunicar con una única narrativa europea. Claro, para eso se necesitan narradores. Y narradores europeos, además. Caras visibles que puedan y sepan, por su experiencia, explicar qué es Europa, cómo funciona y por qué no podemos prescindir de ella.

   Sin duda, estos nuevos narradores son los jóvenes europeístas y críticos, que no se conforman con todo lo que la Unión Europea ha avanzado en las últimas décadas y que piden una mejor Europa que sepa adaptarse a la nueva realidad en la que todos estamos inmersos.

    Hay cosas que ya sólo pertenecen a las facultades de Historia. La Europa de las fronteras, la Europa anterior al euro o la Europa sin libertad de movimiento de personas, bienes, servicios y capitales han pasado a mejor vida.  Hay una generación entera que ya no considera excepcional moverse por Europa para estudiar o trabajar, convivir con ciudadanos de cualquier rincón de nuestro continente o adquirir una identidad común -quizá inconsciente- que ayude a crear un demos europeo. Los jóvenes partimos hoy de una base europea, por ello pedimos que se nos hable con la voz que nos corresponde, la europea, y que se dirija a todos los europeos por igual. La UE necesita comunicar con una sola narrativa, no con veintiocho.

   Un Consejo Europeo, 28 ruedas de prensa. Cada Estado la suya. La conclusión es clara: ganan los Estados, pierde Europa. Es necesario, pues, más visibilidad y protagonismo de las autoridades europeas. Sólo así nos llegará el mismo mensaje a todos los europeos.

   Los Estados deben adaptarse mejor a la cada vez mayor presencia de Europa en el espacio nacional y a esta realidad que los jóvenes ya consideramos como nuestra. Hemos superado los límites del Estado-nación, por lo que nadie puede negar que la movilidad dentro del espacio europeo sea un hecho y un éxito. Por ello, hoy es necesaria una mejor articulación de la política europea en la escena nacional, debatiendo más sobre los asuntos europeos en los Estados miembros. La celebración de "debates sobre el estado de la Unión Europea" en los parlamentos nacionales sería una forma de llevar Europa también a la política nacional, y no sólo para informar acerca de los Consejos Europeos, como tiene lugar actualmente, sino también sobre las prioridades de la Comisión y de las medidas adoptadas en el Parlamento que afectan a más de 500 millones de ciudadanos.

Bandera de la Unión Europea

   Los euroescépticos promueven la "no Europa" a través de su propia narrativa. La suya es, de hecho, una narrativa europea unida aunque sea en la destrucción. Los mensajes proeuropeos, por el contrario, se presentan divididos, técnicos y sin atractivo. Los jóvenes europeístas debemos ser los que, actuando como narradores europeos, hagamos ver al resto de ciudadanos y a las instituciones que no sólo nos conviene confiar en Europa, sino que una mejor Europa supone para todos una necesidad.

   ¿Cómo conseguir esa narrativa única tan necesaria? Elegir a nuestros representantes europeos es un acto democrático que, si se europeizara, ayudaría a crear mensajes más cohesionados. Avanzar hacia la conversión de la circunscripción nacional en una europea daría a las elecciones europeas un cariz europeo del que carece en la actualidad. El Parlamento Europeo podría también aumentar su poder legislativo de forma que no resulte tan fácil para el Consejo detener una medida adoptada por la Eurocámara con el fin de que el interés general europeo se sitúe por delante de los intereses particulares nacionales.

   El consenso ha venido marcando la toma de decisiones entre los socios comunitarios, y un solo Estado no debería poder vetar una decisión que afecte a una gran mayoría. Por ello, si queremos evitar que un Estado pueda oponerse por motivos nacionales a una decisión, debería eliminarse el voto por unanimidad que sigue afectando, entre otros temas, a la política exterior, de seguridad y de defensa; a la adhesión de nuevos Estados a la UE; al presupuesto; a la protección social; o a la cooperación policial operativa.

   No es el momento de proponer una nueva Constitución europea. El escenario no es favorable ante la presencia considerable de euroescépticos, la complicada situación económica en Grecia, o la posibilidad de que el gobierno británico pueda convocar un referéndum que plantee la permanencia o no del Reino Unido en la Unión Europea. Sí se puede plantear, en cambio, reformar los tratados en favor de una mayor integración, por ejemplo, de la Eurozona. Los euroescépticos no proponen soluciones ante los problemas o las carencias de Europa, tan sólo se oponen al actual sistema sin querer escuchar cuál es el coste de la no Europa.

   En cambio, los jóvenes europeístas debemos ser críticos para mejorar lo que tenemos, para construir nuevas metas en este proyecto europeo, para seguir avanzando porque no nos conformamos y queremos más y mejor. Pero los jóvenes europeos no sólo queremos, sino que, sobre todo, debemos participar más en la vida pública europea, en el intercambio de ideas y en la toma de decisiones. Pedimos que se nos escuche más. Tenemos mucho que decir y hacer. Expliquemos cómo es la Europa que queremos y cómo conseguirla. Seamos narradores de la nueva Europa.