Protestas en Mukalla
REUTERS
Actualizado: sábado, 28 mayo 2016 8:21

La red terrorista satisface los deseos históricos de atención de la población del sur del país y colabora con los contrabandistas locales

DUBAI/LONDRES/EL CAIRO, 28 May. (Reuters/EP) -

Un mes después de la expulsión de Al Qaeda de la ciudad yemení de Mukalla (su bastión en el sur del país y uno de los grandes puertos nacionales), cabe preguntarse por qué el grupo terrorista suní consiguió controlar sin oposición no solo la ciudad entera sino la práctica totalidad de la costa yemení. El motivo principal ha sido el consentimiento de la población y los grupos armados locales: Al Qaeda ha probado en Yemen un modelo de Gobierno que ha buscado satisfacer históricos deseos del pueblo yemení. Y, hasta su puesta en fuga, ha funcionado.

En realidad, la ofensiva militar contra el puerto simplemente puso en fuga temporalmente a las milicias, que ya se han reconcentrado en la vecina provincia de Shabwa. Allí, la red terrorista se ha sumado con gran éxito a otros grupos armados que imponen cuantiosas tasas sobre el combustible que transportan de manera ilegal a remotas playas de la costa del mar de Arabia.

Se da la circunstancia de que Shabwa alberga el proyecto industrial más grande del país: una planta de gas natural cerca de la ciudad de Belhaf. La planta está cerrada y así seguirá durante mucho tiempo, dado que la provincia se encuentra completamente dividida ente Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) y sus aliados; los militares yemeníes leales al Gobierno del presidente, Abd Rabbu Mansur Hadi; los rebeldes huthi al frente de la capital, Saná, desde hace más de un año; y otros grupos armados.

"Solo en la periferia de Shabwa, entre Bir Alí y Ataq, hay cinco puntos de control antes de llegar al interior controlado por los huthi. Uno del Ejército, otro de una milicia tribal, otro de las fuerzas del gobernador en funciones y dos de Al Qaeda en Azzan", según una fuente local.

Es en Azzan donde supuestamente se encuentra, según el comandante yemení Faraj al Bushani, "el centro de distribución de Al Qaeda para comerciar los productos de crudo que proceden desde zonas como Belhab". "No paramos de escuchar esa misma historia, una y otra vez", remacha el comandante Al Bushani, uno de los principales coordinadores de la operación que expulsó a Al Qaeda de Mukalla.

Las autoridades de Shabwa se han resignado a permitir el paso ilegal del crudo porque carecen absolutamente de cualquier tipo de apoyo externo para impedir este tránsito. "Estamos funcionando al límite mínimo de los recursos básicos", reprocha el portavoz provincial, Mushin al Haj. "Solo tenemos dos coches de seguridad para cubrir 42.000 kilómetros cuadrados de provincia. Y esos coches ni siquiera van armados", aseveró.

Grupos de ayuda humanitaria en Yemen lamentan que solo reciben un 10 por ciento de las más de 500.000 toneladas mensuales de combustible que necesitan. No solo se debe a la acción de los insurgentes: la gran parte de los puertos del país han sido objeto de un "cuasibloqueo" de la coalición saudí que, en su afán para impedir la llegada de armas a los rebelde huthi, ha restringido el paso al armamento y a todo lo demás.

UN AÑO BAJO AL QAEDA

La "resurrección" de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP) es una consecuencia imprevista de la intervención saudí en marzo de 2015 contra los rebeldes huthi, aliados del gran enemigo regional del reino, Irán. Durante el año que han controlado sin oposición la ciudad de Mukalla, el grupo ha recaudado unos 2 millones de dólares al día solo gracias a los impuestos cobrados por la entrada de cargamento.

A primera vista, parece que el grupo simplemente se ha limitado a secuestrar la infraestructura oficial para repartir el crudo. Sin embargo, sorprende el hecho de que durante un año entero la provincia ha registrado los índices de violencia más bajos en el país. Y el motivo por el que AQAP ha llegado a controlar 600 kilómetros de costa sin oposición alguna durante doce meses ha sido gracias a la connivencia de la población.

La gran jugada maestra de Al Qaeda ha consistido en dar voz y dinero procedente de la extorsión y el comercio de petróleo a las gentes del sur costero de Yemen, que antes de la guerra habían denunciado su marginación contra un Gobierno central que simplemente les empleaba como estación de paso de crudo.

De hecho, cuando Al Qaeda se retiró de Mukalla tras la ofensiva del pasado 26 de abril, esgrimió como principal motivo la seguridad de la población. Algunos residentes han confesado a posteriori a la agencia Reuters que preferían vivir bajo la estabilidad de Al Qaeda antes de caer al abismo de la guerra.

Para la red terrorista, Mukalla parece haber supuesto un punto de inflexión en Yemen tras largos años de violencia en el país -- como los atentados perpetrados en la ahora abandonada Embajada de Estados Unidos en la capital, Saná, o los atentados terroristas contra la revista satírica 'Charlie Hebdo' en París, en enero del año pasado.

No obstante, las milicias de Al Qaeda se han mostrado despiadadas con sus enemigos. En junio del año pasado, un supuesto espía saudí fue asesinado y su cadáver colgado de un puente como advertencia contra posibles infiltrados.

De hecho, fuentes de tribus del interior del país han informado de que las milicias de Al Qaeda no solo han acordado que no se inmiscuirán en el lucrativo negocio del contrabando que dominan estos grupos locales, sino que ellos mismos han comenzado a trabajar para estas redes.

"Al Qaeda se lleva su parte del contrabando de crudo. Pero el acuerdo más importante es el de la paz: milicias y tribus han prometido que no se pondrán la zancadilla", ha hecho saber una de las fuentes locales consultadas.

La experta en política e historia de Yemen en la Universidad de Oxford, Elisabeth Kendall, advierte de que esta nueva aproximación del grupo a la realidad de Yemen hará mucho más difícil su derrota. "Primero, siempre van a esfumarse cuando les ataquen a gran escala. Segundo: ahora tienen mucho dinero, y ahora pueden usarlo para ganarse los corazones y las mentes de la gente. Ahora pueden llegar a lugares a los que el Gobierno no puede y ni podrá alcanzar impacto alguno", ha declarado.

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