Edificios destruidos en Kembong (Camerún)
REUTERS / STRINGER .
Publicado: jueves, 8 febrero 2018 20:32


YAUNDÉ 8 (Reuters/EP)

Los residentes en la región anglófona de Camerún, escenario de una insurgencia separatista, han relatado situaciones de "guerra" atribuidas en algunos casos a las fuerzas del Gobierno de Paul Biya, que sin embargo niega haber atacado a los civiles en el marco de la represión.

Daniel vivió uno de estos episodios el 2 de febrero en la localidad de Bole, en la zona suroeste de Camerún. Lo que comenzó como un tiroteo y una conmoción general, derivó en la quema de su vivienda, pero incluso entre las llamas tenía miedo a salir a la calle.

Fuera, decenas de militares llegados a bordo de camiones habían abierto fuego contra civiles y prendido fuego a casas, según Daniel. Su hermano, Ekoda, ha asegurado que vio fuera de la vivienda al menos siete cadáveres.

Un portavoz del Ejército, Didier Badjeck, ha tachado de "totalmente falsas" estas acusaciones y ha negado, en declaraciones a Reuters, que los militares hayan atacado a los civiles, tanto en Bole como en otras localidades. "Estamos seguros de que los soldados respetan los Derechos Humanos. Si no, seríamos muy tontos", ha añadido, argumentando que para que una operación de este calado tenga éxito el Ejército necesita tener "a la población de su lado".

La redada de Bole, que también ha sido corroborada con otros testimonios, se asemejaría a otras llevadas a cabo en la región anglófona y que ponen en cuestión las tácticas utilizadas por las fuerzas del Gobierno para contener la violencia separatista, responsable a su vez del asesinato de 22 militares y policías.

Las entrevistas con más de una decena de vecinos y milicianos revelan también que la contundencia represiva está aumentando el apoyo para los grupos armados que abogan por la secesión. "Luchan contra nosotros porque no quieren que nos separemos de ellos, pero ya hemos tomado una decisión", ha dicho Daniel, desde la cama del hospital en el que se recupera de graves quemaduras.

Camerún cuenta con una población total de 24 millones de habitantes, de los cuales alrededor de cinco millones hablan inglés en lugar de francés. El Gobierno central ha prometido trabajar a favor de la igualdad entre todas las comunidades, pero ha pagado caro la dura represión lanzada en octubre de 2017 contra manifestaciones y que concluyó con más de 20 muertos, según Amnistía Internacional.

VIDAS DESTRUIDAS

Más de 40.000 personas han escapado de la violencia y se han refugiado en Nigeria, según los datos de la ONU. La mayoría de ellos huyen de situaciones como la vivida en Kembong el 18 de diciembre --"el día del infortunio"--, cuando las tropas del Gobierno llegaron en busca de rebeldes.

James Oben Ndi, de 81 años, se vio obligado a irse después de que su vivienda fuese incendiada. "Todos mis bienes estaban en esa casa. Estaba la máquina de coser de mi hija, sus ropas. Toda nuestra vida estaba en esa casa", ha relatado desde una localidad cercana a Kembong.

El 14 de enero, los soldados irrumpieron en KwaKwa, a unos pocos kilómetros de Bole, en busca de información para esclarecer la muerte de un militar. Los vecinos comenzaron a huir cuando los uniformados abrieron fuego, lo que supuestamente se tradujo también en casas quemadas y cuerpos sin vida en las calles.

Alex ayudó a enterrar más de diez cadáveres tras una vivienda destruida, algo que han corroborado también otros dos testigos. "Las cosas no van bien. Estamos en guerra", ha sentenciado.

LA VIOLENCIA SE DISPARA

Los llamamientos a favor de la secesión de Ambazonia surgieron con la independencia de Camerún de Reino Unido en el año 1961, pero fue a mediados de 2017 cuando muchos de quienes antes abogaban por el federalismo optaron directamente por reclamar la ruptura, aunque para ello fuese necesario recurrir a las armas.

"En 2016, la gente abogaba por la no violencia y fue así durante gran parte de 2017. En 2018, sin embargo, ya no se cree la retórica. Tienen que defenderse", ha explicado el activista anglófono Tapang Ivo Tanku, que vive en Estados Unidos.

El auge de este movimiento se estaría traduciendo también en un mayor flujo de fondos a la amalgama de grupos que abogan por la secesión y que, según un responsable financiero, Ambe Simon, suman ahora a "cientos" de miembros. El objetivo, ha añadido, es llegar a los 2.000 e incluso 3.000 efectivos y "comenzar a atacar a lo grande".

"Recibimos dinero de todas partes del mundo. Ahora tenemos 50.000 dólares. Vamos a conseguir armas en el mercado negro", ha reconocido Simon en una entrevista telefónica.

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