Tabaré Vázquez, un estadista controvertido

Tabare Vazquez, candidato del Frente Amplio a la Presidencia
Foto: ANDRES STAPFF / REUTERS
Actualizado: sábado, 28 febrero 2015 10:28

MADRID, 28 Feb. (EDIZIONES) -

   Tabaré Vázquez vuelve este domingo a la Presidencia de Uruguay, una pequeña nación suramericana que ya dirigió entre 2005 y 2010, cuando entregó la vara de mando a José Mujica, de quien hoy, paradójicamente vuelve a recogerla.

   Aunque con el paso de los años se ha difuminado, Vázquez tiene un marcado perfil popular. Nacido en el seno de una familia humilde y numerosa estudió en escuelas públicas, aunque con importantes paréntesis que se vio obligado a hacer trabajando de cualquier cosa para garantizar el sustento de los suyos.

   Además, su carrera política ha estado ligada desde sus inicios a los proyectos sociales. Con 18 años fundó el club social 'El Arbolito' en La Teja, un barrio humilde de Montevideo, que se convirtió en centro de peregrinaje de jóvenes y mayores para satisfacer todo tipo de necesidades, desde deportivas hasta médicas.

   Una de las caras más amables de Vázquez es la que le muestra estrechamente vinculado al deporte. Aunque en su infancia solo pudo jugar con pelotas de trapo, tal y como él mismo ha relatado, presidió el Club Atlético Progreso y le lanzó hasta la primera división del fútbol uruguayo.

   Sin embargo, este origen humilde no le impidió convertirse en un hombre cultivado. A pesar de su tardía entrada en la universidad, a los 23 años, Vázquez consiguió acabar sus estudios de Medicina como oncólogo, llegando a alcanzar puestos de responsabilidad en las instituciones sanitarias de Uruguay y cursando estudios en Europa.

EL ROMPEHIELOS DE LA IZQUIERDA

   Esta rara combinación de hombre del pueblo y de ciencia, hasta entonces impensable en un pequeño país deprimido por la dictadura militar, catapultó a Vázquez hasta la Alcaldía de Montevideo, siendo el primer político de izquierda en ocupar el Gobierno capitalino, lo que le consolidó como referente en el Frente Amplio (FA).

   Vázquez fue escalando posiciones hasta liderar la coalición izquierdista intentando hasta en dos ocasiones llegar al Palacio de Suárez y Reyes, aunque sin éxito. Precisamente, fue su último periodo en la oposición lo que le colocó en el sillón de mando, gracias al diálogo constante que mantuvo con el Gobierno de Jorge Batlle para superar la crisis bancaria de 2002.

   Ya en 2005, convertido en el primer presidente uruguayo de izquierda, Vázquez atrajo la atención internacional por sentar en el banquillo a los líderes de la dictadura militar sin derogar la llamada Ley de Caducidad, que garantiza la impunidad, gracias a un artificio jurídico que consistió en excluir determinados casos de desapariciones y torturas del ámbito de influencia de esta norma jurídica.

IDEAS POLÉMICAS

   Su mandato se caracterizó por las políticas sociales, con las que señaló el camino para reducir la pobreza y el analfabetismo en Uruguay y para conseguir que todos los ciudadanos tuvieran una cobertura sanitaria básica garantizada por el Estado.

   Pero también protagonizó fuertes debates, incluso en el seno del FA, por su ley contra el tabaco, pionera en prohibir la publicidad incitando al consumo de cigarrillos y en declarar libres de humo los espacios cerrados.

   Otra de las grandes polémicas de su primer Gobierno fue su veto a la ley para despenalizar el aborto aprobada por el Congreso. Mujica retomó esta iniciativa legislativa y consiguió convertirla en una norma jurídica que, a pesar de sus convicciones morales, Vázquez se ha comprometido a respetar.

SEGUNDA OPORTUNIDAD

   Aunque Vázquez logró imponerse al candidato de la derecha, Luis Lacalle Pou, en las últimas elecciones presidenciales, parte con la desventaja de que la sociedad uruguaya, especialmente los jóvenes, confiaban en un cambio.

   De 74 años de edad, Vázquez es uno viejo conocido que, según los  más críticos, ya no tiene nada que aportar a la política uruguaya, por lo que su segundo mandato solo supondrá el acomodamiento de la izquierda en el poder.

   Así las cosas, este político templado tiene por delante el reto de sustituir a un Mujica inolvidable y rematar las políticas que el ex guerrillero tupamaro ha dejado pendientes para imprimir su propia huella en los próximos cinco años.

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