Varias mujeres mauritanas en Nuakchot, la capital del país.
JOE PENNEY / REUTERS
Actualizado: lunes, 27 febrero 2017 17:31

NUAKCHOT, 27 Feb. (Thomson Reuters Foundation/EP) -

La violencia doméstica en Mauritania constituye una práctica socialmente aceptada entre los miembros de grupos étnicos como los soninké o fulani, que la consideran una tradición socialmente aceptada y una muestra de amor y orgullo para las mujeres.

"Eres la hija de una mujer cuyo marido le rompió las manos. Las piernas de tu abuela fueron fracturadas por su marido. Esto significa que eres amada", ha indicado Salimata, de 19 años, repitiendo las palabras de su madre.

"Me sentía como un animal que debía ser disciplinado. Mientras pasaba el tiempo, empecé a pensar que los golpes que me propiciaba mi marido estaban relacionados con su amor hacia mí", ha aseverado Salimata, que pertenece a la etnia soninké.

A pesar de que este tipo de violencia no se encuentra aceptada entre los descendientes bereberes y árabes en la región, ésta supone motivo de orgullo entre algunas poblaciones del país.

En Mauritania, un país de mayoría musulmana, cada grupo étnico establece sus propias normas sobre el matrimonio. El divorcio, que está aceptado entre los moros, supone una cuestión impensable entre las etnias soninké y fulani.

TRADICIÓN

"En el pasado, las niñas se casaban a los ocho años de edad, normalmente con sus primos", ha señalado Aichetou Samba, una mujer de 60 años que reside en Nuakchot, la capital del país. Las autoridades de Mauritania han dejado la puerta abierta a la posibilidad de que las menores se casen a edades tempranas con el consentimiento de sus padres.

"Una mujer fulani siempre considera un orgullo ser golpeada por su marido", ha asegurado Samba, que ha manifestado que las mujeres comparten estas experiencias para demostrar cuánto amor reciben. "Es una de nuestras tradiciones", ha añadido.

"Vemos la violencia doméstica como una práctica común y normal, la cual incluye en ocasiones el hecho de verter agua fría sobre la mujer", ha afirmado Samba.

EXCEPCIONES

Mariem Jallo, una mujer fulani de 25 años, lleva cinco años divorciada. "Mi marido me pegaba continuamente. Me quería apasionadamente, pero esto no impedía que me golpeara por los motivos más triviales", ha aseverado Jallo.

"Quiero a mi mujer y no puedo vivir sin ella, pero hemos heredado esto de nuestros antecesores, es parte de nuestra tradición. Además, es una buena forma de resolver las disputas familiares", ha indicado Alyoun Idi, que ha insistido en que pegar a su mujer nunca ha afectado a su relación.

JURISDICCIÓN

La violencia contra las mujeres es un delito en Mauritania desde 2001 y puede suponer una pena de hasta cinco años de cárcel. El abogado Ahmed Bezeid Ould Almamy, que trabaja con un grupo de defensa de los Derechos Humanos, ha informado de que recibe una media de cinco denuncias mensuales de mujeres víctimas de la violencia doméstica.

Sin embargo, éstas suelen retirar los cargos contra sus maridos por miedo a que estos acaben en prisión o decidan divorciarse. La asociación Household Women ha registrado más de 2.000 denuncias durante los primeros meses de enero, 300 más que en 2014.

"La nueva legislación obstaculizará la retirada de las demandas contra estas personas para proteger el interés público y castigar a todos aquellos que se vean involucrados en cubrir los crímenes contra las mujeres", ha manifestado Haimouda Ramdhane, un alto cargo del Ministerio de Justicia.

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