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MADRID, 1 Sep. (EUROPA PRESS) -
El juez Eduardo López Palop, titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, se ha dejado ver esta mañana por los Juzgados ordinarios de Plaza de Castilla, a pesar de empezar hoy mismo sus vacaciones estivales, poco después de que el auto que concluye la causa del Madrid Arena fuera notificado a las partes personadas tras dos años de pesquisas.
"Estoy muy satisfecho con la instrucción". Éstas son las únicas palabras que ha querido pronunciar el magistrado delante de las cámaras mientras cruzaba unos de los pasos de peatones próximos a las dependencias judiciales.
La satisfacción del magistrado se produce al terminar en un tiempo récord el procedimiento al durar la instrucción algo más de un año y medio, según fuentes próximas al juzgado. Los abogados de las acusaciones particulares han mostrado su satisfacción ante el trabajo desarrollado por Palop.
Durante este tiempo, el instructor ha contado con la ayuda de un juez de apoyo dotado por el Ministerio de Justicia ante la sobrecarga de trabajo que suponía instruir la causa del Madrid Arena.
Tras estos meses, el magistrado ha cerrado la investigación con un total de 16 acusados, entre ellos el organizador de la fiesta de Halloween que se celebró la madrugada del 1 de noviembre de 2012, Miguel Ángel Flores, y el jefe de la Policía Municipal de Madrid, Emilio Monteagudo.
La imputación de Monteagudo contradice la posición de la Fiscalía de Madrid, cuyo máximo representante, Manuel Moix, manifestó en una rueda de prensa que el jefe policial no estaba en su lista de procesados definitivos. Fuentes fiscales han señalado a Europa Press que ahora valorarán el auto y lo analizarán para decidir si lo impugnan.
Para Palop, el macrobotellón que se produjo en el exterior del recinto sí influyó en el trágico final. "La Policía municipal ni evitó, ni palió ni aminoró (el botellón) sino que tuvo una actitud que benévolamente puede ser calificada de contemplativa", afirma el juez en el auto fechado el pasado 29 de agosto.
Monteagudo es acusado de delitos de homicidio por imprudencia grave y lesiones como máximo responsable de la actuación del cuerpo policial a su mando durante el botellón, que tuvo "una importancia decisiva como desencadenante de la tragedia que posteriormente habría de producirse".
