Publicado 19/09/2017 08:00

Cayetano González.- El daño ya está hecho

MADRID, 19 Sep. (OTR/PRESS) -

Casi todo el mundo político y mediático está ya situado mentalmente en el lunes 2 de octubre, es decir, en el día siguiente del anunciado referéndum ilegal por la independencia convocado por la Generalitat de Cataluña y que el Presidente del Gobierno asegura una y otra vez que no se llevará a cabo. Lo que nadie reconoce, al menos públicamente, es que el desprestigio institucional, el hastío ciudadano, la mala imagen que se está proyectando hacia el exterior con este pulso planteado al Estado por los independentistas catalanes ha causado ya un daño irreparable.

Un daño no solamente a Cataluña, sino también a España en su conjunto, porque fuera de nuestras fronteras se entiende muy mal que en pleno siglo XXI, haya una parte de un Estado europeo como es España, asimilable a cualquier País democrático de nuestro entorno, que quiera separarse del mismo y que para conseguirlo se salte a la torera la ley, el marco jurídico y se utilice la mentira como argumento al decir, por ejemplo, que el derecho de autodeterminación es un derecho universal aplicable a cualquier territorio, en este caso, a Cataluña. Los políticos catalanes que han impulsado este proceso secesionista -fundamentalmente Artur Mas, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras- tienen ya una responsabilidad histórica ante sus conciudadanos, por colocar a Cataluña al borde del precipicio y no estar dispuestos, al menos de momento, a dar marcha atrás. Esa responsabilidad también es extensible a todos aquellos que de una manera u otra lo han apoyado o no se han opuesto de forma clara y contundente. En este apartado, Podemos, en su versión nacional y en la catalana -el paradigma es la Alcaldesa de Barcelona, Ada Colau- también tienen su cuota importante de culpa. En estos días, el Gobierno de la Nación, con su Presidente al frente, están empeñados en algo que les viene obligado por el juramento o promesa que hicieron al tomar posesión de sus cargos: cumplir y hacer cumplir la ley. No les queda otra, más allá de que Rajoy, en el terreno personal y político, se juegue mucho en el envite planteado para el 1 de octubre. Si hay referéndum, el actual Presidente del Gobierno se debería ir esa misma noche a su casa por haber sido incapaz de impedir un golpe a la democracia. Y si no lo hay, a Rajoy le espera desde el día siguiente un auténtico calvario político, no sólo por lo que puedan seguir haciendo los independentistas catalanes, sino porque la izquierda española, liderada por el PSOE, muy probablemente aprovechará el río revuelto para sacar su propia ganancia de pescadores en forma, por ejemplo, de una moción de censura pactada por Sánchez e Iglesias y que podría ser apoyada por el resto de los grupos de la Cámara, incluido el PNV, lo cual aseguraría su aprobación.

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