Actualizado 22/03/2018 08:00

Isaías Lafuente.- Es la información, amigo

MADRID, 22 Mar. (OTR/PRESS) -

Faceboock vive en estos días una grave crisis por la filtración masiva de datos de 50 millones de perfiles que fueron usados para influir en la última campaña electoral de Estados Unidos. Diversas instituciones, el Parlamento británico, el Parlamento Europeo y la Comisión Federal de Comercio de EE.UU. han pedido explicaciones al fundador de la marca, Mark Zuckerberg, que está viviendo en los últimos días una verdadera montaña rusa bursátil. La filtración se inició con los datos de 275.000 usuarios que prestaron su consentimiento. A partir de ese primer yacimiento, la consultora Cambridge Analityca, entre cuyos inversores está, oh casualidad, Steve Bannon, el jefe de campaña de Donald Trump en 2016, recabó información sobre decenas de millones de personas de la red de amigos de los consentidores originarios, aunque aquellos ni fueron informados ni consintieron.

La filtración evidencia las grietas que presentan las redes en la protección de nuestros datos, la dejadez, al menos, de sus responsables en la debida vigilancia, la facilidad con que se puede vulnerar la seguridad sin necesidad de ser un habilidoso hacker ruso y la variedad de oscuros intereses para los que nuestros datos pueden ser utilizados. Ya dábamos por descontado que el rastro que vamos dejando en la red cada vez que compramos o contratamos servicios, incluso la mera intención de hacerlo realizando búsquedas en internet, nos es devuelta en forma de inquietante publicidad a la carta. Pero no imaginábamos que nuestro perfil digital pudiera usarse para intereses más oscuros que pueden remover incluso los cimientos de la democracia.

Es imprescindible pedir explicaciones y reclamar responsabilidades, en su caso, a los responsables de una actividad ilegal. Pero también debemos asumir nuestra propia responsabilidad cuando allanamos el camino al malhechor. Porque es verdad que nosotros tampoco nos preocupamos mucho cuando firmamos contratos digitales sin leer sus cláusulas, cuando no protegemos debidamente nuestros dispositivos frente a las intrusiones o cuando los exponemos a una conexión wifi, por ejemplo. Tampoco nos preguntamos por qué las redes sociales, que tanto servicio nos prestan y que no viven del aire, sin embargo, son gratis. Y son gratis, entre otras cosas, porque nuestros perfiles son productos en venta muy rentables.

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