Publicado 25/09/2018 08:03

Luis del Val.- Mayorías, minorías

MADRID, 25 Sep. (OTR/PRESS) -

El sistema democrático es hermoso, cuando estás dentro de las mayorías, pero está lleno de espinas, cuando formas parte de las minorías. Naturalmente hay un respeto a las minorías, y no se les aniquila, no se les persigue, no se les fusila al amanecer, pero tampoco se atiende a sus requerimientos.

Una mayoría en el Congreso de los Diputados permitió, de una manera legítima, que alcanzara la presidencia del Gobierno de España una persona que ni siquiera formaba parte del hemiciclo. Y quienes quedaron en minoría, en aquella ocasión, pongamos que hablamos de PP y Ciudadanos, pusieron sus gritos de dolor minoritario en lo más alto, casi hasta insinuar que había sido un asalto, lo que no pasaba de ser una mera consecuencia de la aritmética, y la aritmética no sabe de ideologías, gracias a lo cual todavía la suma de los cuadrados de los catetos es exactamente igual al cuadrado de la hipotenusa. De no ser así, es probable que se hubiera sometido a votación y, según el resultado, a lo peor se derrumbaban los edificios modernos, porque el cálculo erróneo suele ser muy vengativo.

Ayer, el PSOE pasó a ser minoría, en medio de su afán de pasarse por el arco autoritario la necesidad de aumentar el gasto para repartir alpiste durante las próximas elecciones, y reaccionó con enfado, porque cuando de mayoría se pasa a ser minoría se sufre mucho, se protesta más, y se considera que no se trata de aritmética, sino de terribles venganzas urdidas por fuerzas ocultas.

A eso los agrimensores del alma, o de la psique, le denominan transferencia emocional, o sea, que los que ganan son unos bandoleros, y los que pierden, pobres víctimas del irraciocinio, aunque lo irracional es olvidarse de que, en el fondo, lo único que ocurre es el normal funcionamiento de la aritmética.

Sí, a veces es duro lo de las mayorías y las minorías, pero la única manera de saltarse esta circunstancia inconveniente es una buena dictadura, como ha llevado a cabo Maduro. Pero creo que todavía no estamos maduros para semejante salto.

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