Publicado 25/08/2016 10:22

Tribuna.- José Rafael Mendoza Márquez.- Venezuela: el nuevo cambio histórico

MADRID, 25 Ago. (OTR/PRESS, por José Rafael Mendoza Márquez) -

Venezuela vive un momento muy difícil desde el punto de vista económico y social, pero en lo político e institucional las condiciones y la realidad del país son cada vez más apremiantes. Hoy tenemos una elite política (gobierno y oposición) cada vez más alejada de la realidad del país, unos dirigentes políticos obtusos, sin ánimo real de diálogo y concertación en los temas más acuciantes para la sociedad en su conjunto. La dirigencia política venezolana sólo vela por sus propios intereses, manejan un discurso ausente de responsabilidad, sin visión estratégica, y mucho menos un discurso y acciones que conlleven una propuesta real, creíble, sistemática, coherente y planificada para el futuro del país.

Esta dirigencia política venezolana está enfrascada en un discurso que violenta la convivencia democrática, en un tono amenazante, sarcástico, falta de respeto y solidaridad, se achacan unos a otros las responsabilidades que son de ambos. Tenemos por un lado a un gobierno ineficiente e incapaz, un Presidente que no ha tomado una decisión acertada desde que asumió las riendas del poder a la muerte del gran líder político Hugo Chávez. Y en el otro extremo, tenemos una oposición que nunca ha sido capaz de ser una verdadera alternativa política, no esconde jamás su rostro violento, antidemocrático y saboteador de las políticas económicas y sociales impulsadas por la Revolución. La oposición política no ha podido desvincularse del ataque sistemático contra la institucionalidad pública, y el gobierno ha actuado con demasiada incapacidad para dirigir y gestionar eficientemente las instituciones del Estado. Así el cuadro político e institucional es el más dramático que se le ha presentado a esta sociedad en los últimos tres años. La confrontación de los poderes públicos está a la orden del día.

El proyecto de transformación político del país, iniciado en el año 1999 con la promulgación de la nueva Constitución Nacional generó enormes expectativas, muchas de ellas han sido encausadas y firmemente cumplidas, entre ellas elevar la calidad de vida de los venezolanos, sacar a millones de ciudadanos de la pobreza y la marginalidad, reduciendo las brechas sociales, y superando con creces los niveles de exclusión y desigualdad. Por supuesto, que dicho proceso histórico, político, social y económico no ha estado exento de errores y desaciertos. Pero una gran diferencia con los tiempos de hoy, es que había un gobierno con direccionalidad, orientación y visión de largo plazo, con propuestas y resultados que no se pueden ocultar. Indicadores sociales y económicos, rendimiento exponencial de la economía y mayores oportunidades y equilibrios sociales alcanzados.

El proyecto político bolivariano en el gobierno de Hugo Chávez, a pesar de enormes fallas y una concepción política poco entendida, vilipendiada y mal informada fuera de las fronteras nacionales, tuvo coherencia, discurso aleccionador y pedagógico que logró enseñar y educar a un pueblo a ser constructor de su propio destino, pero además elevó la capacidad de cultura política de esta sociedad venezolana. Y no hablemos del impacto regional y mundial que tuvo la política de alianzas y contra hegemónica del presidente Chávez en política exterior. Un sistema de integración político y comercial que logró establecer una nueva geopolítica del poder regional.

Dentro de las fallas y problemas que no fueron atendidas con profundidad se destaca la casi nula transformación del aparato administrativo del Estado y su modelo de gestión, que a la postre han impedido realmente combatir la corrupción y lograr la máxima eficiencia. Errores que hoy están pasando una parte de factura al país.
En los tiempos actuales, ambos actores políticos, dirigentes y partidos políticos del gobierno y oposición se discuten y pelean por el sostenimiento -en un caso- y el alcance -por el otro- del poder político. Ambos actores hacen sus propias valoraciones en función de sus propios intereses. Aluden a la imagen del presidente Hugo Chávez, unos para señalar que son sus hijos y mantienen su legado, otros para insultar su memoria diciendo que era un enfermo mental.

La realidad es que ninguno de dichos actores parece estar a la altura de los nuevos tiempos, responsabilidades y desafíos que presenta la sociedad y las instituciones del Estado. Y en este sentido, se aspira, como corresponde, a una nueva clase política levantarse dentro del escenario nacional para rescatar las verdaderas capacidades de gestión que se tienen en el país, profundizar el cambio en el actual estado de cosas, brindando la oportunidad para establecer una nueva alternativa, un nuevo bloque histórico de poder, distinto y que eleve las capacidades gerenciales a los puestos de poder político, para combinar y equilibrar la gestión en función de una racionalidad política y técnica mejor entendida. Transformar el aparato de administración y la burocracia estatal, desarrollar verdaderas capacidades de producción por parte de sectores emprendedores y capaces (públicos, privados y comunitarios), y no seguir desarrollando parásitos públicos y privados que históricamente han vivido y quieren seguir viviendo de una renta petrolera que ya no da para más. Es la hora de hacer valer democracia participativa y protagónica, su verdadera aplicabilidad. Esta sociedad y una nueva dirigencia deben ser capaces de entender que el verdadero proyecto de reconstrucción del país pasa por volver a leer y aplicar de forma correcta la letra de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

José Rafael Mendoza Márquez, politólogo venezolano y profesor e investigador universitario.