Publicado 22/04/2016 11:47

Trump y Clinton, favoritos e impopulares a la par, deben ganar en dos campañas antagónicas

Gloria Ostos
OSTOSSOLA.COM

   Gloria Ostos (OTR/PRESS)

   A expensas de lo que pueda suceder en las siguientes etapas -aún quedan ocho citas con 19 estados, ya sean primarias o caucus- de esta primera fase de la carrera presidencial que concluye el 14 de junio, tanto el magnate y precandidato republicano, Donald Trump, como laex primera dama y aspirante demócrata, Hillary Clinton, se perfilan como los contendientes en la carrera final a la Casa Blanca.

   Esta circunstancia contrasta con sus respectivas bajadas de popularidad. Según una encuesta de The Wall Street Journal y de NBC, Trump es el más detestado, donde el 65% de los encuestados, tanto republicanos como demócratas, tiene una imagen con unos negativos muy altos. Por su parte, el 56% de los electores -porcentaje que ha subido 5 puntos en el último mes- valora de forma negativa a Clinton.

   Pero ¿qué pasó en Nueva York? La Gran Manzana era una plaza emblemática tanto para Trump como para Clinton: para el precandidato republicano, por ser el estado que le vio nacer y donde inició su fortuna y, para la precandidata demócrata, por ser el estado donde lanzó su carrera y al que representó en el Senado desde 2001 hasta 2009. Ambos jugaban en casa.

   Ambos cumplieron y ambos lo demostraron en sus respectivos discursos posconteo. Así, lo reflejaron, también, los distintos medios de comunicación con titulares como "Trump wins big and Clinton ends Sanders's streak" de The New York Times, o "Trump posts big win in New Work" y "Clinton chugs on with easy victory" de The Wall Street Journal.

   La precandidata demócrata destacó por mensajes cargados de realismo frente a un más idealista Bernie Sanders, lo que le supuso obtener 20 puntos de diferencia, casi 10 más de lo que le otorgaban las encuestas. Por su parte, en la carrera republicana, el empresario obtuvo 89 delegados de los 92 en juego, con un 60% de los votos, perdiendo, eso sí, en el emblemático distrito de Manhattan. Parece que, independientemente de la campaña de Trump, su contrincante, Ted Cruz, erró al atacar los "valores neoyorquinos", ataques por los que llegó a disculparse, y que pudieron contribuir a reforzar las ya fuertes vinculaciones del magnate con la ciudad de los rascacielos.

   Y es que, precisamente, las campañas electorales trabajan, tejiendo sus mensajes con hilos en los que cada uno representa los valores más profundos de la ciudadanía. Las campañas son, en realidad, un proceso de compra-venta de un mensaje, en el que el candidato representa una amalgama de significados y valores. Por ello, es importante conocer el sentir profundo de los electores para determinar el grado de adhesión con los del candidato, pudiendo resaltar unos sobre otros. En este punto, juegan las encuestas y los análisis semióticos, ya que ayudan a determinarlos, para que, sobre ellos, los equipos de campaña construyan estrategias vivas que busquen adhesiones incondicionales, y limen diferencias.

   Si nos paramos a analizar las figuras de Trump y Clinton y sus respectivas campañas, podemos determinar disparidades en la manera de afrontar estas primarias. Trump está siendo el candidato visceral, radical, que se atreve con todo. Por su parte, Clinton está trabajando en la línea de los logros, de la experiencia.

   Pero, ¿seguirán esta hoja de ruta en un hipotético y probable enfrentamiento en campaña? ¿Qué pasaría en tal caso?

   Para comenzar a construir un escenario, es primordial conocer las principales preocupaciones de los estadounidenses. Cabe destacar que si, en 2012, el foco se hallaba en la economía; en 2016, el tema de campaña es, primordialmente, la seguridad nacional, junto con el control de armas, la migración y la economía.

   En este punto, ¿quién representa mejor la seguridad entre los dos precandidatos? Como señalábamos, ambos están trabajando esta línea de mensajes, pero desde perspectivas muy diferentes. Trump, el "recién llegado" que, incluso apunta errores en las primarias, ha asumido la figura del padre protector y, para ello, usa la violencia verbal y lo políticamente incorrecto para reforzar la idea de "voy a defenderos". Por su parte, Clinton, que ejerció como Secretaria de Estado, está explotando sus conocimientos en el área, así como su condición de mujer que la auparía como primera Presidenta de Estados Unidos -nuevo récord para los demócratas, tras el primer Presidente negro-.

   Según el consultor Dick Morris, que fuera asesor de Bill Clinton, Trump puede ganar a Clinton. ¿Cómo? Precisamente, obviando su condición de mujer y manteniendo un nivel alto de ataques. Esto pondría a su contrincante a la defensiva en temas como el caso de los correos

   electrónicos que pudieran estar comprometiendo información confidencial, o la crisis de Bengasi, ocurrida el 11 de septiembre de 2012, en la que presuntos islamistas asaltaron el consulado estadounidense en Libia, falleciendo cuatro estadounidenses, entre ellos, el propio embajador, Christopher Stevens.

   Quizá, por todo esto, no es de extrañar que, en la resaca de Nueva York, Clinton, que cuenta con el respaldo de la maquinaria del partido demócrata, abogara por advertir a los estadounidenses tanto sobre la figura de Trump como de Cruz, indicando que ambos ofrecen una visión "peligrosa y muy sesgada".

   Merecen especial atención los movimientos que realice el Partido Republicano que no tiene a Trump como a su favorito, dado que despierta los temores de que muchos votantes se abstengan si se confirma su candidatura. Con este antecedente, siendo conocedor de que es el aspirante más detestado por su discurso xenófobo y machista, y temiendo que su dureza pudiera pasarle factura, el magnate representó un discurso post Nueva York compuesto de notas presidencialistas y más moderadas.

   ¿Estamos viendo movimientos en ambos candidatos para preparar la estrategia de campaña? ¿Cambiará ésta radicalmente? ¿Cómo tornarán su liderazgo los dos líderes con una reputación en mínimos? ¿Veremos a una Hillary más emotiva y dura? ¿Optará Trump por un tono, si cabe, más conciliador? Desde luego, estamos ante un momento especialmente interesante de la campaña, ya que ambos deben manejar los tiempos, e ir reposicionándose para ganar unas elecciones, en las que la opinión de sus militantes parece no coincidir con la del resto de compatriotas.

   (Gloria Ostos es socia de OstosSola, consultora especializada en la generación de estrategias políticas, sociales y empresariales)