Palabra publica un libro que desmonta la idea del "Romero revolucionario"

Actualizado: viernes, 22 mayo 2015 14:44

MADRID, 22 May. (EUROPA PRESS) -

El historiador Santiago Mata desmonta la idea del "Romero revolucionario" en la biografía 'Monseñor Óscar Romero. Pasión por la Iglesia' publicada por Ediciones Palabra con motivo de la beatificación este sábado del arzobispo Romero, que fue asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa.

En el libro, el autor aclara que el hecho de que monseñor Romero fuera asesinado por sicarios cercanos al gobierno controlado entonces por los militares y la oligarquía económica de El Salvador, ha favorecido una imagen de Romero como cercano a las posturas de los revolucionarios. Sin embargo, precisa que "Romero siempre criticó a los revolucionarios por recurrir a la violencia y el odio".

Tras estudiar los escritos y declaraciones de Romero, el autor concluye que existe una continuidad en el pensamiento y obra de Romero: criticó la represión del gobierno en 1977 acogiendo a los perseguidos; defendió a la Iglesia de una persecución violenta tras el asesinato del sacerdote Rutilio Grande; y se opuso a la expulsión --ordenada por el mismo presidente-- de 30 sacerdotes católicos, bajo la acusación de fomentar el comunismo.

En todo caso, Mata precisa que monseñor Romero también manifestó desde su juventud críticas al comunismo, al tiempo que rechazaba el sistema político organizado por la oligarquía económica y los militares.

El historiador explica que, frente a lo que se suele afirmar, el asesinato de Rutilio Grande no implicó el paso de Romero a un bando de la lucha y cita las homilías del futuro beato para afirmar que Romero nunca predicó contra un grupo sino contra el pecado y la violencia.

Así, recuerda que, aunque acogió a los perseguidos por el gobierno militar porque no se garantizaban los Derechos Humanos en su país, fue crítico con los revolucionarios y pidió al Bloque Popular Revolucionario (BPR) que había ocupado la catedral de San Salvador, que no abusara de la confianza, respetara "la autonomía de la Iglesia" y que "de ninguna manera fueran a utilizarla para sus fines".

Más tarde, durante una nueva ocupación de la catedral, el BPR se enfrentó a la policía y hubo una matanza. En esas circunstancias, según apunta el autor, Romero no se plegó a los ruegos de que se celebrara allí la misa dominical, ni siquiera como funeral, ya que eso haría parecer a la Iglesia subordinada "a la ideología y estrategia" de los revolucionarios. Precisamente, señala que en esa misa denunció los "atropellos a la libertad de acción" que estos cometían, acusándoles de violar el principio moral que prohíbe "hacer el mal aunque sea para lograr bienes".

Según Mata, Romero supo ser prudente y fuerte, sin dejarse amedrentar y sin vestir de voluntad de cooperación lo que sería cobardía, una vez que supo que el gobierno quería perseguir violentamente a la Iglesia. Esta postura le llevó a pedir, en la homilía de la víspera de su asesinato, la desobediencia a los soldados cuando les pidieran matar en actos de pura represión, lo cual, en opinión de muchos, fue su sentencia de muerte, ejecutada por quienes, en años posteriores, fundaron un partido, ARENA, que llegó a gobernar en El Salvador.

Ahora, según opina Mata, al venerar a Romero como mártir, la Iglesia confía en que los salvadoreños superen las divisiones que les llevaron a la guerra y el odio frente a las que les advertía el arzobispo Romero.