MADRID, 1 Abr. (OTR/PRESS) - "Los niños de Winton" (One Life en la versión original) es una excelente película basada en una historia real y protagonizada por Anthony Hopkins y Johnny Flynn que se puede ver todavía en los cines españoles. Narra la historia de un corredor de bolsa londinense, Nicholas Winton, que en 1938-39, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial salvó la vida de 669 niños judíos en la Checoslovaquia ocupada por los nazis, trasladándolos en trenes a Inglaterra en medio de una gran odisea, sin apenas medios, con pocos apoyos, franqueando barreras extremas. Niños que corrían el riesgo inminente -el último grupo, el más numeroso fue detenido por los nazis- de ser separados de sus familias, deportados o gaseados. 669 niños que tuvieron la oportunidad de tener una nueva vida con familias británicas y evitaron el horror de la guerra aun pagando el dolor inmenso de separarse de sus padres y no volver a verlos. Lo grande de esta historia es que Nicholas Winton mantuvo en secreto su labor durante cincuenta años. Hay que ver la película o bucear en internet para saber todo lo impresionante que pasó después. "No hice más que lo cualquiera hubiera hecho en mi lugar", dijo Winton cuando el hecho fue conocido. "Lo importante es que lo hice y logré ayudar a salvar vidas". Algo parecido hizo, salvando a miles de judíos, el español Ángel Sanz Briz, que tampoco tuvo en su momento el reconocimiento nacional e internacional que estos héroes merecen. En la película creo recordar que se dice algo parecido a que lo imposible no es lo que no podemos hacer sino lo que todavía no nos hemos planteado que podemos hacer.