MADRID, 16 Mar. (OTR/PRESS) - Los periodistas que, desde la tribuna de prensa, seguíamos el pleno del Congreso en el que se aprobó la ley de amnistía, nos fijábamos más en algunos detalles significativos -una imagen vale más que mil palabras y mucho más que cien debates- que en los sosos y algo desvaídos discursos de los diputados, entre los cuales, por cierto, no se alinearon dos figuras de peso: Pedro Sánchez y Yolanda Díaz. Y nos cuestionábamos los periodistas qué diablos le estaría contando su desconocido interlocutor por el teléfono móvil a la vicepresidenta segunda, porque el rostro de ella, habitualmente tan sonriente, era un poema. ¿Qué le ocurre a Yolanda Díaz? Era el gran interrogante que en esos momentos nos hacíamos. Y nos hacemos.