Oporto, destino perfecto de fin de semana

Bahía de Oporto, en Portugal
PIXABAY
Actualizado: miércoles, 28 septiembre 2016 14:52

MADRID, 13 Ene. (EPTURISMO) -

No todos los destinos valen para un fin de semana. A pocos se les ocurriría ir a Nueva York a pasar tres días, visitar Sidney a modo de escapada o volar hasta Tokio para comer dos veces tallarines. Pero Oporto, pequeña, acogedora y llena de vida es un destino perfecto para un plan exprés.

La segunda ciudad más importante del vecino Portugal lo tiene todo: está cerca, tiene buen vino, buena comida, buen ambiente y unas vistas idílicas formadas por pequeñas casas de colores construidas frente a la desembocadura del río Duero.

PEQUEÑA Y CON ENCANTO

La proximidad y las proporciones de la ciudad del Duero la convierten en un destino idóneo para una escapada de fin de semana. Sus calles estrechas y empinadas se pueden recorrer tranquilamente en dos o tres días y su ambiente invita a relajarse y a disfrutar de la gastronomía local.

Las calles del núcleo urbano, que desprenden la esencia de Portugal, se pueden visitar andando o a bordo del clásico tranvía emblema del país vecino. A este tren eléctrico, que sigue en funcionamiento, merece la pena acercarse aunque solo sea para sacarse  una foto.

Pero sin duda, la mejor forma de conocer la ciudad es paseando. Andar por sus estrechos callejones permite contemplar la colorida arquitectura local, conocer sus plazas y con apenas un poco de suerte, uno puede toparse con alguno de los muchos rincones desde los que se puede ver el mar.

¿QUÉ NO PUEDES DEJAR DE VER?

La Torre de los Clérigos, la atalaya más alta de Portugal, ofrece unas vistas privilegiadas de la ciudad. Los valientes que se atrevan a subir los 200 escalones que la forman disfrutarán de unas vistas de Oporto en 360 grados que recorren desde la bahía hasta el mar.

La Catedral de la Sé de Oporto, delclarada monumento nacional de Portugal, preside esta ciudad. Construída en la parte alta de la colina en la que se asienta el núcleo urbano, ofrece también una increíble panorámica. Esta edificación, cuya construcción se inició en el S.XII, es de estilo barroco aunque destaca por la sobriedad de su interior, donde solo se puede encontrar decoración barroca en las capillas y el altar mayor.

Otra cita obligatoria son los Jardines del Palacio de Cristal. Situados también en la parte alta de la ciudad conforman un importante pulmón para Oporto. En este paraje se puede pasear entre rosas, plantas medicinales y aromáticas mientras se disfruta rodeado de vegetación de las magníficas vistas de la ciudad.

OPORTO PARA COMER

Un café y un pastel de 'nata' es la merienda obligatoria. Para comer, es recomendable probar la fabada del lugar, 'Tripas a moda do Porto', aunque también se puede optar por cualquier receta que lleve bacalao, la especialidad de la región.

Para la cena, que cabe recordar que en Portugal es alrededor de las 20h, se puede optar por probar una arriesgada receta local: la 'francesinha'. Este plato es una especie de sandwich que lleva queso jamón, salchicha, ternera y huevo. Una mezcla, que por si fuera poco, va bañada en una salsa que depende de quién la prepare puede picar bastante o solo un poco.

EL VINO QUE NO ES DE OPORTO

Las bodegas son sin duda una parada más que obligada si te gusta el vino. Las famosas cavas situadas al otro lado del río Duero en su paso por Oporto producen el vino cuya denominación de origen se debe a la ciudad.  Pero es curioso, que aunque solo haya que cruzar un puente para llegar al lugar de producción del vino Porto, estas bodegas no pertenecen a la ciudad. La otra orilla del río es ya Vilanova de Gaia, la ciudad colindante.

Las bodegas se pueden visitar por libre o a través de algunos tours organizados, en los que los visitantes pueden disfrutar de una cata de los mejores vinos con denominación de origen Porto.

UNA CIUDAD DE CAPAS

En esta urbe del norte de Portugal la elegancia es un hábito. Aquí es tradición que los estudiantes universitarios de los años más avanzados se vistan con trajes negros y se cobijen del frío con una capa. La utilización de esta prenda despista a quienes les visitan. Los turistas españoles tienden a confundirles con tunos, pero para ellos lucirla es todo un orgullo que se reserva a quienes ya han superado el periodo de 'novato universitario'.

Leer más acerca de: